Inmediatamente después de lo sucedido en el partido del jueves, las redes sociales explotaron de protagonismo escupiendo la violencia que detestamos en la cancha. La misma, exactamente la misma pero con otras herramientas.
Lo más importante era defender los colores de la pasión, buscar antecedentes delos que están enfrente, lo que el enemigo había hecho en el partido anterior. No hubo espera sino inmediatez de conclusiones. A las pocas horas aparecieron pruebas tomadas comoirrefutables. En muchos casos falsificaciones de chicos jugando con el photoshop. Desafiantes, quienes compartían esas imágenes se golpeaban el pecho: “que van a decir ahora”.
Se dice que la pasión es irracional pero hasta donde podemos sostener este sistema que llamamos “folklore” bajo el cual aceptamos cualquier cosa. Es probable que no estemos capacitados para este juego, que hayamos perdido la destreza del humor criollo y pasamos del intercambio de palabras a la agresión directa.
Cuando hablamos de violnecia no podemos soslayar la responsabilidad de los comunicadores.El punto es que hoy todos comunicamos algo, de forma permanente e incoherente. Veo personas, a las que considero inteligentes, bajar línea sobre los valores de la vida y lo importante de la tolerancia como sistema comunitario. De inmediato pierden los estribos y hablan de “negros de mierda” ¿Dónde les quedó la moral que expresan?Seamos concretos, es simple moralina para levantar minas según la teoría de Alejandro Dolina.
Entiendo que todos y cada uno de nosotros somos constructores de una realidad, una estructura de legitimación de comportamientos sociales. Ante esto, tenemos dos opciones, hacernos cargo y abandonar la postura editorial o comportamos de acuerdo a lo que le reclamamos a los protagonistas.
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