El proverbio chino propone que, dadas las condiciones iniciales de un determinado sistema, la más mínima variación puede provocar una evolución en formas completamente diferentes. Se me ocurre esta idea como metáfora del mercado, un caos donde los actores se mueven permanentemente, al menos algunos; sobre los otros les quiero hablar en esta columna.
Esta semana me reencontré con un concepto que quiero aplicar a la columna, la zona de comodidad o confort ¿De qué se trata esta idea que seguramente todos percibimos en nuestra ciudad?
Sólo basta actuar como consumidor y vivir la experiencia local para encontrar la regla del mínimo esfuerzo. Negocios que se hacen eco de las dificultades que este año nos está planteando, idea a la que adhiero, pero que ante la idea de cambio se exaltan tapándose los oídos.
A quién se le ocurrehabilitar un correo electrónico y responder a las consultas. Cómo vas a pensar en hacer un seguimiento post venta; ¿acaso es una locura extender el horario media hora? “Es imposible tomar pedidos a través de las redes sociales, debería poner una notebook y atenderla todos los días”. Las expresiones negativas se suman, nada cambia pero necesito que todo cambie porque el de al lado me está ganando clientes, no sé qué hacer.
Esta es la maldita zona de comodidad, levantarse en un horario no muy incómodo, dos o tres mates, levantar la persiana y esperar a los clientes. Salir a la vereda, fumar un pucho y esperar, seguir esperando mientras hablo de la patada del arquero de Boca al delantero de San Juan. No dedican ni un momento a pensar en cómo hacer para evolucionar aún saliendo del confort.
La teoría plantea que deberíamos acostumbrarnos a sentirnos cómodos en la incomodidad, en la presión y la responsabilidad de proponer siempre algo distinto porque ahí está en tema, en la diferenciación o el cierre.
No podemos pretender que las cosas se sostengan sus pendidas en el aire. La ley de gravedad plantea algo simple, hacia arriba o hacia abajo. No hay punto muerto como en los cambios del auto, es primera o reversa.
La rutina nos ataca en nuestras actividades y de la misma forma devora el valor de nuestros negocios. Para evitarlo, tenemos que forzar situaciones incómodas, solo así podremos seguir creciendo, caso contrario estaremos involucionando.
Les propongo pensar en esto, si al final del día se sienten incómodos haciendo algo quiere decir que aprenden cosas nuevas.Termino la columna, no soy escritor sino un simple productor comercial y publicitario, me siento incómodo, ojalá haya logrado transmitir la idea.
MARKETING APLICADO
La zona de comodidad
La conformidad como síntoma de involución comercial.
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