El candidato a presidente por la coalición de izquierda Frente Amplio, Yamandú Orsi, ganó la primera vuelta electoral en Uruguay con 43,7% de los votos, mientras que Álvaro Delgado, por el Partido Nacional, le siguió con 26,9% por el gobernante Partido Nacional, según los resultados parciales de la Corte Electoral, y los expertos consideran incierto el resultado de la segunda vuelta entre ambos.
Pese a que Orsi y Delgado representan a los dos grandes bloques que dividen a los votantes uruguayos, en términos de políticas públicas esta es “una confrontación entre dos proyectos que tienen más en común que diferencias”, indicó a BBC Mundo el politólogo Adolfo Garcé, profesor de la Facultad de ciencias sociales de la Universidad de la República, en Montevideo.
“Si muchas democracias del mundo se caracterizan por una competencia política polarizada y contrastes ideológicos notables, con izquierdas muy de izquierda y derechas muy de derecha, la elección en Uruguay entre Orsi y Delgado es un balotaje entre dos propuestas muy centristas”, señaló el experto.
Orsi tiene 57 años y Delgado 55. Los dos tienen ascendencia italiana y canaria por lado paterno o materno, mientras que ambos descubrieron su gusto por la política a la salida de la dictadura militar uruguaya (1973-1985), pero completaron estudios terciarios para trabajar en otras profesiones.
Orsi se graduó como docente de Historia, actividad que ejerció en liceos públicos secundarios del interior de Uruguay hasta 2005, cuando asumió como secretario general de la Intendencia de Canelones, el departamento uruguayo más poblado después de Montevideo. Desde 2015 hasta marzo de este año (con una reelección en 2019) fue intendente del mismo departamento, que limita con la capital y en el cual pasó los primeros cinco años de su vida en una zona rural, antes de que sus padres se mudaran a la ciudad de Canelones para trabajar y vivir en un almacén.
Delgado, por su parte, se graduó de veterinario siguiendo su pasión por la vida rural, hizo un posgrado en gerencia agroindustrial y trabajó como productor rural y certificador de campos y frigoríficos. Más tarde, el hoy candidato oficialista también se volcó a la política profesional, fue inspector gubernamental de Trabajo, diputado (2005-2015), senador (2015-2020) y secretario de la presidencia del actual mandatario Luis Lacalle Pou hasta el pasado diciembre.
En cuanto a las propuestas de gobierno de ambos, también tienen semejanzas, ya que, los dos señalan como prioridad el combate a la pobreza infantil que afecta al 20% de los niños menores de 6 años, el doble que entre la población general con acciones como la universalización de la enseñanza inicial o el aumento de las escuelas públicas de tiempo completo.
Ninguno plantea un giro radical para Uruguay, sino más bien cambios graduales que salvaguarden su tradicional estabilidad. Orsi logró altos índices de aprobación como intendente de Canelones, mientras Delgado fue elogiado por su desempeño durante la pandemia de Covid.
Según indicó BBC, la llave de la elección en Uruguay la tendrán quienes votaron a otros candidatos que quedaron fuera del duelo final. El tercero más votado, con 16,1%, fue Andrés Ojeda, candidato del Partido Colorado, una fuerza política tradicional que integró el gobierno de Lacalle Pou, por lo cual es probable que la mayoría de sus votantes opten ahora por Delgado, al igual que los del Partido Independiente (1,7%) y Cabildo Abierto (2,4%) que también participaron de la “coalición multicolor” gobernante.
El Frente Amplio, que gobernó Uruguay desde 2005 hasta 2020, sumó en las últimas tres elecciones presidenciales varios puntos porcentuales entre la primera y segunda vuelta, por lo que se anticipa un final parejo. También podría ser clave lo que hagan quienes el domingo votaron en blanco (2,6%) o a Identidad Soberana, un partido nuevo crítico de lo que define como “casta política” uruguaya que obtuvo 2,8% de los sufragios.
Orsi hizo de la “honestidad” un eslogan de su campaña tras varios escándalos en el gobierno de Lacalle Pou que provocaron renuncias de ministros, mientras Delgado desafió a su rival a llamar “dictadura” al gobierno de Venezuela, algo que el izquierdista finalmente hizo en la campaña.
A diferencia de lo que ocurrió antes de la primera vuelta, para el balotaje habrá un debate obligatorio entre los dos candidatos que puede afectar la inclinación de los votantes y quizás a priori favorezca a Delgado por su experiencia de parlamentario y solvencia en temas de gobierno nacional, dijo Garcé.
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