La llegada de Elon Musk a Twitter ¿la plataforma puede desaparecer?
TRAS EL DESPIDO MASIVO DE EMPLEADOS Y LA LLUVIA DE DEMANDAS LEGALES

La llegada de Elon Musk a Twitter ¿la plataforma puede desaparecer?

La serie de malas decisiones que el magnate tomó desde su desembarco en la compañía anticipa para muchos el fin de la red social

Pasó menos de un año desde que el multimillonario Elon Musk adquirió la red social Twitter y desde entonces, merced de una serie de malas decisiones, hay quienes vienen pronosticando su desaparición. Para muchos, esa lenta agonía ya empezó y camina inevitablemente hacia una muerte anunciada para disgusto de muchos usuarios que, en ocasiones, han tardado años en crear una audiencia.

“Es difícil describir el valor que ha adquirido Twitter en los últimos diez años. No hace falta decir que mientras Elon Musk lleva a Twitter a su propia destrucción, los únicos que deben alegrarse son las peores dictaduras y criminales de guerra del mundo (muchas veces denunciados antes en esta red social que en otros medios)”, tuiteó no hace mucho Charles Lister, miembro del grupo de reflexión Middle East Institute de Washington.

Un sector que está particularmente preocupado por un eventual colapso de Twitter es la comunidad científica. En los últimos tiempos, médicos, virólogos, infectólogos y epidemiólogos han multiplicado los mensajes en la red del pajarito, indicando a sus suscriptores cómo seguirlos en otras plataformas si Twitter “baja la persiana”.

Muchos encuentran el principio del fin en la decisión de Musk de despedir a la mitad de sus 7.500 empleados, incluyendo el CEO, el principal responsable de finanzas, la jefa de legales y gran parte del equipo de moderación. También despidió a quienes lo criticaban por redes sociales o canales de comunicación interna de la empresa. A algunos los volvió a contratar: los necesitaba. Escribió en una carta a los anunciantes que Twitter “aspiraba a convertirse en la plataforma de publicidad más respetada del mundo”.

Diez días después, culpó a esos mismos anunciantes por la caída en los ingresos de la empresa y los amenazó con “nombrarlos y avergonzarlos” si pausaban sus campañas. Empezó a cobrar ocho dólares por el símbolo azul que marca que una cuenta tiene identidad verificada. Enseguida aparecieron varias cuentas apócrifas, pero con signo azul. Por ejemplo, “George W. Bush” dijo que extrañaba matar iraquíes. O “Nestlé” tuiteó “te robamos el agua y te la vendemos embotellada”.

O “Eli Lilly” prometió que la insulina iba a ser gratis. Musk celebró que el tráfico a la plataforma crecía y aumentaban los usuarios activos diarios. Pero también advirtió “Twitter va a hacer muchas cosas estúpidas en los próximos meses”.

El miércoles 16 de noviembre, el magnate envió un ultimátum al personal que quedaba en la plataforma: tenían que estar dispuestos a trabajar “muchas horas a alta intensidad” o renunciar, y cobrar tres meses de sueldo en compensación. Incluso, reconvirtió la sede de la compañía en San Francisco, California, para que sus empleados pasaran más tiempo allí: el nuevo dueño ordenó colocar colchones, nuevos cortinados, sillones, alfombras y hasta mesitas de luz en oficinas y salas de conferencia. “

“La gente ya se está quedando de noche”, admitió una fuente de la empresa, mientras que el mes pasado un empleado de Twitter compartió una foto de una ejecutiva de la compañía durmiendo en el piso de una oficina.

“Esto no es correcto. Es otra señal de falta de respeto”, advirtió uno de los cientos de trabajadores que no aguantó y prefirió renunciar. En tanto que un hashtag empezó a tiempo a dominar las interacciones en la red social del pajarito: #RIPTwitter. Ya desde la compra de Musk habían circulado predicciones sobre el final de la plataforma, pero en la noche del 17 de noviembre millones de personas empezaron a despedirse.

En ese terreno incierto, el contraataque legal de exempleados de Twitter podría costarle muy caro a Elon Musk. Puntualmente, cinco trabajadores de Twitter recientemente despedidos presentaron de inmediato una demanda colectiva contra la empresa.

Expusieron dos razones principales: por un lado, el incumplimiento de un acuerdo celebrado antes de la adquisición de la red social por parte del fundador de Tesla. La segunda razón refiere al plazo de preaviso de 60 días exigido por la legislación estadounidense para los despidos masivos, que no fue respetada en el caso de algunos empleados. Además, contra Musk se presentaron otras tras dos demandas colectivas, una en nombre de los empleados de un subcontratista y otra por discriminación.

Como se dijo, dos semanas después de los despidos, Musk impuso un ultimátum: trabajar a pleno en la oficina, o marcharse. Sin embargo, el teletrabajo es la única opción para algunos empleados con discapacidad.La empresa también está siendo investigada por convertir algunas de sus oficinas centrales en dormitorios para los empleados que duermen allí.

La realidad es que a ciencia cierta nadie sabe qué puede pasar con Twitter. Si Musk logrará volverla rentable y resucitarla o, como predicen especialistas, definitivamente morirá. Claro que eso no ocurrirá de la noche a la mañana. Pero puede funcionar cada vez peor, con menos personas.

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