El viceministro israelí de Salud, Yoav Kisch, calificó ayer como un “ataque terrorista sanitario” a la manifestación de ayer en Tel Aviv, donde más de 10.000 personas exigieron mayor ayuda económica para afrontar la crisis provocada por las medidas impuestas para mitigar la expansión de la pandemia del coronavirus.
Kisch criticó duramente la protesta en la que una multitud abarrotó la icónica plaza Rabin, en muchos casos sin respetar la distancia de seguridad de dos metros, cuando el país sufre una segunda ola de contagios de coronavirus que duplicó la cifra de casos desde el inicio de la enfermedad en el país, en marzo pasado, informó la agencia de noticias EFE.
El descontento de la población con lo que consideran medidas económicas de apoyo insuficientes, especialmente en el caso de trabajadores autónomos y sectores como el turismo y el entretenimiento, hizo que el número de asistentes multiplicara por más de cinco el límite de las 1.800 personas autorizadas por la Policía, una cifra calculada según los requerimientos de la distancia social reglamentaria.
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