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INTERNACIONAL

Estados Unidos cede a Moscú la hegemonía en Oriente Próximo

En diciembre pasado -al tiempo que anunciaba una retirada de tropas que no llegó a consumarse-, el presidente ruso Vladímir Putin emprendía en Siria una gira triunfal que le llevó a Egipto y Turquía en una misma jornada. Un año después, Oriente Próximo ha visto refrendada la creciente hegemonía de Moscú como árbitro internacional en la región con la decisión de la Casa Blanca de replegar sus tropas destacadas en el país árabe.
Si se completa la retirada de los 2.000 militares anunciada por el presidente Donald Trump, el equilibrio de fuerzas se verá inclinado en favor del Ejército del régimen de Damasco y de sus asociados chiíes de la Guardia Revolucionaria iraní y la guerrilla libanesa de Hezbolá. La salida de las fuerzas especiales irá en detrimento de las milicias kurdas, a las que la presencia de EE. UU. ha resguardado hasta ahora de las amenazas de Turquía, y de la seguridad de Israel, su gran aliado regional.
Rusia ha venido ocupando el vacío paulatinamente dejado por Washington en Oriente Próximo, y ha recuperado el papel de potencia indispensable en la región que perdió definitivamente tras el colapso de la Unión Soviética. El alejamiento norteamericano no es nuevo. El fracaso del presidente George W. Bush en la gestión de la posguerra iraquí y los errores cometidos de su sucesor, el demócrata Barack Obama, al precipitar la salida de las tropas en su primer mandato, pusieron de relieve las dificultades de EE. UU. para administrar su hegemonía.
Fue precisamente Obama quien dio al Kremlin la señal para el relevo, al negarse en 2013 a intervenir en Siria tras el mayor ataque con armas químicas registrado en los más de siete años de guerra civil.

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