Los presidentes de Rusia y Estados Unidos mostraron su sintonía con el heredero de Arabia Saudita, envuelto en un escándalo internacional.
Un gesto vale más que mil palabras. Y en la cumbre del G20, esa frase se potencia por mil. Por lo menos así quedó demostrado ayer en el predio de Costa Salguero, donde en medio de la tradicional foto familiar, Donald Trump y Vladimir Putin cruzaron gestos amistosos y risas con el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed bin Salman.
Lo primero que llamó la atención del mundo fue el efusivo saludo del ruso. Al ver que el saudita se sentaba a su lado en la mesa del G20, Putin comenzó a reírse y le dio un poco protocolar apretón de manos. Casi como mejores amigos.
Antes, cuando se acomodaban para posar para la foto, ambos también intercambiaron miradas.
Lo mismo ocurrió cuando volvieron a ocupar sus lugares en la mesa redonda de los líderes de la cumbre del G20. Bin Salman, el primer líder en llegar al país, lo hizo en medio de una controversia judicial internacional. Apuntado por el crimen del periodista Jamal Khashoggi, que fue asesinado en Turquía por agentes sauditas.
En ese contexto, la organización humanitaria norteamericana Human Rights Watch le pidió al juez federal Ariel Lijo la detención del príncipe. En el Gobierno explicaron que poseía inmunidad especial por el rol que cumple en la cumbre y la Justicia argentina decidió pedir informes al exterior para ver si tiene causas abiertas en otros países.
Ese es uno de los temas que Putin y el príncipe heredero tratarán en Buenos Aires. Allegados al ruso confirmaron que el líder del Kremlin se reunirá con Bin Salman, que hablarán del periodista asesinado, pero la reunión tiene otro asunto crucial: el petróleo, ya que Arabia Saudita y Rusia, con sus conversaciones, equilibraron en 2016 el precio del crudo.
Capítulo aparte se llevó Donald Trump. El líder del país más poderoso del mundo está siendo blanco de las críticas en su país debido a su actitud en torno al caso Khashoggi.
Es porque deslindó de responsabilidades a Bin Salman al decir semanas atrás que el saudita “lamentó la muerte (de Khashoggi) más que yo”. “El mundo es un lugar malvado, muy malvado”, sostuvo entonces.
No sorprendió, por ende, que el norteamericano tuviera gestos amigables y un cruce de miradas en la foto familia.
También hubo espacio para otro tipo de gestos. Más fríos, de distancia. Por lo menos así lo retrataron las cámaras. Ocurrió con Putin y Trump, que casi ni se miraron en la foto familiar.
En medio de tensiones por Ucrania, voceros de EE. UU. ratificaron que la reunión bilateral con Rusia (una de las más esperadas de cónclave) está cancelada.
Ayer a la mañana, la Casa Blanca criticó la investigación sobre el “Rusiagate”, afirmando que “probablemente mina nuestra relación con Rusia”, pero al mismo tiempo precisaron que la anulación de la reunión de Donald Trump con Vladimir Putin al margen del G20 es la crisis ucraniana, y auspició que pueda resolverse “pronto” de modo de iniciar “conversaciones productivas”.
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