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INVESTIGACIÓN

La trama detrás de una espía rusa

María Butina, la activista por los derechos a la tenencia de armas de 29 años y sospechosa de haber estado espiando para Rusia en los últimos cuatro años, utilizó el sexo y el engaño para influir en sus conexiones, mayoritariamente en el círculo conservador de Estados Unidos y en figuras poderosas de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), según revelaron los fiscales federales a cargo de la investigación.
La misma fuente agregó que la recién graduada en un máster de Servicios Internacionales en la Universidad Americana de Washington probablemente estuvo en contacto con agentes de inteligencia del Kremlin cuando pisaba suelo americano.
La meta de Butina, una ciudadana rusa que, según los fiscales federales, no dudó en poner sobre la mesa su cuerpo y servicios sexuales para lograr un puesto en una organización que facilitaría sus objetivos, era favorecer los intereses del Kremlin en Estados Unidos, según se extrae de los documentos judiciales basados en investigaciones del FBI.
Con una larga melena pelirroja, Butina accedió a la sala de un tribunal federal de Washington, donde se declaró no culpable del delito de conspiración contra los Estados Unidos y de ser una agente encubierta para una potencia extranjera, aunque finalmente fue enviada a prisión preventiva sin fianza.
La imputada escuchó en primera persona el relato de la acusación vestida con el clásico uniforme naranja carcelario y una inquietud que disimulaba su frío rostro, pero no sus manos, que no pararon de juguetear con un bolígrafo de color celeste.
En la argumentación del caso, que captó la atención del centenar de periodistas que asistió, el gobierno logró sensibilizar a la jueza de sus temores ante una potencial huida de Butina, que se enfrenta a una pena de entre diez y quince años de prisión.

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