Donald Trump se quedó solo en su defensa de la actitud mostrada el lunes ante el ruso Vladímir Putin, en la que otorgó al mandatario tanta credibilidad como a sus servicios de inteligencia y evitó criticar la injerencia electoral de 2016 que todas las instituciones dan por segura. El norteamericano matizó sus palabras este martes tras el aluvión de críticas de los propios republicanos y recalcó que sí cree en las conclusiones de sus agencias respecto al Kremlin y que su Gobierno evitará nuevas interferencias en las legislativas de noviembre.
Además, atribuyó la crisis generada por esa rueda de prensa con Putin a un lapsus del lenguaje.
“Tengo una confianza absoluta en las agencias de inteligencia”, dijo desde la Casa Blanca.
“Acepto la conclusión de la injerencia de Rusia en las elecciones de 2016, aunque no tuvieron efecto alguno en el resultado ni hubo colusión (con el equipo de Trump)”, indicó.
El lunes, en la cumbre de Helsinki, el mandatario estadounidense había equiparado la credibilidad de sus servicios de espionaje con la del Kremlin respecto a las acusaciones de injerencia. “Mi gente, Dan Coats (director nacional de Inteligencia) y otros, vinieron a mí y me dijeron que creían que era Rusia. El presidente Putin dice que no es Rusia. Le diré que no veo ninguna razón por la que debería serlo, pero realmente quiero ver el servidor, tengo confianza en ambas partes”, comentó en la rueda de prensa conjunta.
Trump aseguró este martes que todo se debió a un lapsus. “He mirado la transcripción y he visto que donde dije 'no veo ninguna razón por la que debería serlo' quería decir no veo ninguna razón por la que 'no debería' serlo. Creí que debía clarificar esto”, explicó, si bien el conjunto de su declaración el lunes parecían sí otorgar ese voto de confianza a Putin.
Hubo un mitin en Iowa en enero de 2016, al inicio de la campaña electoral, en el que Donald Trump aseguró que podría plantarse en medio de la Quinta Avenida, donde residía por entonces, y pegarle un tiro al alguien sin perder un miserable voto. En los meses siguientes, hasta las elecciones de noviembre, no dispararía a nadie, pero en términos políticos hizo cosas parecidas para la moral republicana (o del país en general): azuzó de forma explícita y entusiasta la islamofobia, atacó a la familia de un soldado musulmán norteamericano muerto en Irak y vio correr como la pólvora un video de 2005 en el que hablaba de forma soez y misógina, asegurando que podía manosear mujeres sin su consentimiento.
Ganó las presidenciales y, después de una retahíla de aspavientos, los republicanos cerraron filas con su presidente. Lo ocurrido el lunes en Helsinki ha causado una conmoción generalizada en Washington.
Paul Ryan, portavoz de la Cámara de Representantes y líder de los republicanos, compareció ante los medios para hacer una enmienda a la totalidad de lo planteado por el presidente de EE. UU. respecto al Kremlin, aunque sin atacarlo directamente.
EE.UU.-RUSIA
Trump ahora usa a Vladimir Putin para matizar una ola de críticas
El republicano dice ahora que sí cree que Moscú interfirió en las elecciones de 2016. Afirmó que el lunes tuvo un lapsus.
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