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SITUACIÓN CRÍTICA

Los nicaragüenses soportan la violencia del régimen de Ortega

Los enfrentamientos violentos hasta ahora arrojaron más de 300 muertos. El derramamiento de sangre parece no tener fin.

El número de muertos en Nicaragua continúa en aumento. El pasado domingo, un sangriento asalto a los manifestantes por parte de la policía y las fuerzas paramilitares progubernamentales dejó sin vida a 31 civiles, cuatro policías y tres miembros de los grupos afines al presidente Daniel Ortega. Este fue el recuento de cadáveres más elevado desde que comenzaron las manifestaciones prodemocráticas el 18 de abril. En total ya van más de 300 muertes, según los observadores de derechos humanos. El lunes, matones enmascarados pro Ortega, armados con palos y pistolas, invadieron una iglesia donde los manifestantes se habían refugiado. También maltrataron al obispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez. Hay informes confiables que hablan de disparos por parte de francotiradores contra algunas de las protestas civiles pacíficas.
Tal derramamiento de sangre, que recuerda la carnicería política que hubo en Centroamérica en los años setenta y ochenta, es bastante repugnante por sí solo. Sin embargo, lo que fue especialmente inquietante acerca de este último episodio es que llegó justo después de que Ortega declarara en un mitin, el sábado, su inequívoco rechazo de la principal propuesta de compromiso para resolver la crisis de Nicaragua: celebrar elecciones nacionales anticipadas, en lugar de esperar al 2021. Y el lunes, el gobierno de Ortega emitió una proclama declarando a sus oponentes como "terroristas" y cancelando cualquier conversación política hasta que el "grave problema del terrorismo, la inseguridad y la violencia haya sido abordado y resuelto de una manera confiable".
En resumen, el régimen de Ortega ha optado por la represión total similar a la practicada contra el movimiento democrático en Venezuela. Es cierto que los manifestantes en Nicaragua han bloqueado carreteras clave con pesadas barricadas, la misma táctica que utilizaron los oponentes a la antigua dictadura de Somoza (también lo hizo el frente sandinista de Ortega).Pero el régimen de Ortega está forzando a sus oponentes a la huelga y a la desobediencia civil, y esa situación está afectando a la economía nicaragüense. Sin embargo, el gobierno es responsable de la gran mayoría de las muertes y lesiones. Contrariamente a la propaganda del régimen, la oposición sigue siendo abrumadoramente pacífica y desarmada. El único terrorismo hoy en Nicaragua es el de tipo oficial.

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