El comedor parroquial de Cáritas en Lincoln funciona desde hace 26 años.
El comedor parroquial de Cáritas en Lincoln funciona desde hace 26 años.
SOLIDARIDAD

Comedor Cáritas de Lincoln: un trabajo solidario que llega a casi 300 personas

Todos los viernes, un grupo de personas pertenecientes a la Iglesia Católica reciben donaciones de la comunidad, para luego, los días sábados cocinar y repartir más de 280 viandas a las familias que más lo necesitan. “No podemos agregar más, porque no tenemos lugar físico, ni colaboradores, ni ollas que nos amplíen la capacidad”, aseguró Daniel Basiluk, su coordinador.

El comedor parroquial de Cáritas en Lincoln funciona desde hace 26 años, con el objetivo de proporcionar viandas a las familias que más lo necesitan. En la actualidad, unas 280 personas reciben ayuda alimentaria todos los sábados gracias al aporte de donantes y a la ayuda de los jóvenes del grupo misionero “Madre Teresa”, perteneciente a la Iglesia Católica.

El comedor está coordinado por Daniel Basiluk, un bombero voluntario que prestó servicio a la comunidad durante 34 años y ahora está jubilado. Trabaja cuatro días a la semana y en sus tiempos libres organiza diferentes actividades de la iglesia. “Son cosas que me llenan y me hacen feliz”, señaló en diálogo con Democracia.

“Un trabajo con mucho amor”

Todo comienza los viernes, Daniel Basiluk y los colaboradores inician la logística de conseguir la mercadería donada por los vecinos y organizar todo para el día siguiente. “El sábado nos dedicamos a cocinar y a entregar las viandas. Son entre 250 y 280 personas que reciben la comida”, contó y señaló que “en la cocina somos unos seis o siete adultos que estamos siempre, y después tenemos un montón de chicos del grupo misionero que nos ayudan. Eso es muy enriquecedor para los mismos porque ven que hay otras realidades que muchos no conocían y el deseo de ayudar que tienen está muy bueno”. 

En ese sentido, afirmó que “al principio los chicos se sorprendían y se emocionaban, y después lo hacían con mucho amor. Es muy lindo ver cómo tratan a la gente que va a retirar la comida y ni hablar de cómo se complementan con el grupo de la cocina porque trabajan todos juntos y en armonía, esto es un trabajo que se hace con mucho amor”, afirmó.

El aporte de la comunidad

El enorme trabajo que realizan en el comedor de Cáritas todos los fines de semana, no se podría llevar a cabo sin la colaboración de los vecinos de Lincoln. En cuanto a esto, Basiluk dijo que “muchos donan mercadería, otros verduras y frutas; hay un grupo de familias que abonan dinero a una cuenta y luego nosotros compramos los pollos y la carne picada”.

En el mismo sentido contó que “un panadero regala la mitad del pan que entregamos, y la otra mitad nos hace precio, entonces nosotros redistribuimos lo que la gente nos dona de corazón y se lo damos a los que más lo necesitan, pero ya cocinado”.

La totalidad de las familias que asisten al comedor a recibir sus viandas están inscriptas en un listado, son visitadas por asistentes sociales y se fueron sumando cada vez más con el correr de los años. Al respecto, Daniel Basiluk comentó que no pueden agregar más personas a la lista porque “no tenemos más lugar físico, ni gente, ni ollas, porque no nos alcanza la mañana del sábado para brindarle la comida a la gente”. Pero remarcó que, de igual manera, “si hay algún caso de extrema necesidad, nunca decimos que no”.

El rol de la Iglesia 

En cuanto al rol que cumple la Iglesia en esta tarea solidaria, Basiluk destacó: “Nosotros somos la gente de la iglesia y ella es la entidad madre, porque Cáritas y la parroquia, con el padre Guillermo al frente, velan por el buen funcionamiento de la misma”. 

“Si bien lo hacemos todos entre laicos y conseguimos las donaciones por afuera, también hay gente que va y dona a la iglesia. Entonces, si algún día nos falta algo de dinero, le decimos al párroco y ellos tienen una cajita aparte de gente que va a donar a ahí mismo a la parroquia y nos ayudan”, señaló.

Y en este sentido agregó: “Gente solidaria hay muchísima, tanto en Lincoln como en otros lados, pero cuesta un poco que la gente se involucre, están un poquito cansados de trabajar, pero si ven que la obra es buena y es transparente hay en cantidad”. 

Por otro lado, expresó que “siempre es muy emocionante ver la forma en que lo toma cada uno de los que van a ayudar. Una cosa es verlo por fuera, porque parece muy superficial, pero cuando lo vivís desde adentro, y ves todo lo que se hace, y el amor que se le pone cuando va la gente a retirar la comida, es muy lindo de ver”. 

Por último, Basiluk dijo: “Nosotros somos creyentes y tenemos nuestra fe en Dios. Sabemos que estamos ayudando porque es lo que Jesús nos pidió”, y concluyó: “Detrás de cada familia hay varios chiquitos, entonces, sabiendo que los chicos son los que más necesitan, hay que tratar de seguir adelante”.

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