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Martín Losteau terminó su vínculo con el oficialismo y su postulación abre un frente de tormenta entre el macrismo y la UCR.
PANORAMA POLÍTICO DE LA SEMANA

Un camino con preguntas y resistencias

La plana mayor de Cambiemos ha resuelto un camino controvertido y no exento de riesgos para transitar la etapa electoral que se avecina. La decisión es batallar contra la década kirchnerista, sea cual fuere el candidato que surja de un peronismo que vacila entre ir a una interna o ensayar el también áspero sendero de la unidad.
Se trata de una apuesta a todo o nada. Confrontar entre lo “nuevo” que supone el gobierno encabezado por Mauricio Macri y el “pasado” encarnado por la gestión anterior y su principal exponente, Cristina Fernández de Kirchner. En el oficialismo creen que una buena porción de la sociedad -aún aquellos sectores que votaron al Presidente pero que ahora se muestran desilusionados con la marcha de su administración-, volverán a apoyar al gobierno ante la posibilidad de que un triunfo electoral del peronismo le abra la puerta a su regreso a la Casa Rosada en 2019.
De esa estrategia se habló hace algunos días en una minicumbre de la que participaron el propio Macri, el jefe de Gabinete Marcos Peña, el alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta y la gobernadora María Eugenia Vidal. Allí se habría robustecido la idea de que el principal candidato en la Provincia deba tener ADN macrista, una condición que juzgan indispensable para plantear el debate contra el pasado que alimenta Cambiemos.
El nombre de Esteban Bullrich es quien, hoy por hoy, cotiza en alza. Y por varias razones. En principio, es un dirigente identificado con el PRO, fue funcionario de Macri en el gobierno porteño y ahora ocupa el ministerio de Educación nacional. Pero además, encaja en la lógica de confrontación que se encamina a plantear el oficialismo cuyo eje central y una vez más clave, será la provincia de Buenos Aires.
La disputa con los gremios docentes que no encuentra solución catapulta además a Bullrich a una pelea en la que el macrismo se ve con ventaja. Y en la que contrapone a Roberto Baradel y su vinculación con el universo K con los cambios que en materia educativa pretende concretar el oficialismo y que Vidal le planteará mañana a los gremios en la reanudación de las negociaciones.
La posible postulación de Bullrich puede que no haya sido del total agrado de Vidal. Ambos mantienen diferencias que no son pocas, según se admite en el macrismo, desde la época en que compartían gabinete en el gobierno porteño. Pero con un Jorge Macri fuera de carrera y con Elisa Carrió que se encaminaría a competir en Capital Federal, la alternativa del ministro surgiría hoy como la más firme.
En el campamento oficial no toda la dirigencia adhiere a la estrategia de confrontación con el peronismo que el Gobierno aceleró luego de la marcha del 1 de abril. Algunos sectores advierten de los riesgos que corre Cambiemos de “inflar” en demasía a su deseado antagonista, en especial en la Provincia donde, por caso, Cristina Kirchner arranca con un piso del 30%, según marcan las últimas encuestas conocidas.
Otros dudan de su eficacia. Concretamente, de que los cañones oficiales logren pulverizar, o al menos hacer tambalear, la oferta que plantearán Sergio Massa y Margarita Stolbizer, otro de los objetivos macrista.
El último antecedente electoral impregna de nubarrones ese deseo oficial. Massa como candidato a presidente en 2015 obtuvo en las Primarias el 20,65 por ciento de los votos (si se le suma el 2,3 por ciento de De la Sota que se le opuso en la interna de UNA), mientras que en octubre trepó al 21 por ciento. El tigrense resistió y logró quedar en pie en medio de la puja entre Vidal y Aníbal Fernández.

Buscan eludir ese precedente
En Cambiemos prefieren eludir ese precedente y dirigir la mirada a lo que ocurrió con Francisco De Narváez en 2013, cuando en las Primarias consiguió el 11% y se desplomó al 5,5% en las generales producto de la polarización, en aquél entonces, entre Massa y la boleta del Frente para la Victoria liderada por Martín Insaurralde.
Aquellas definiciones que empieza a mostrar el macrismo contrastan con lo que ocurre en el pago bonaerense. El radicalismo espera ansioso poder empezar a negociar con el PRO los lugares que tendrá en las listas de legisladores provinciales, pero esa agitación no encuentra eco en la cumbre del poder bonaerense.
En el centenario partido creen estar siendo víctimas de los movimientos que se registran en otros distritos. En Capital Federal, la UCR quiere acompañar al ex embajador Martín Lousteau en una disputa abierta contra el macrismo. Y ese desafío incomoda tanto al Presidente como a Rodríguez Larreta y a Vidal.
El “efecto Lousteau”, admiten en el radicalismo, clausuró por ahora el diálogo. En el medio, aparecen amenazas veladas de sectores macristas que agitan un fantasma: si hay enfrentamiento en Capital, que también haya en la Provincia.
La mayoría del Comité Provincia de la UCR no quiere ni escuchar esa alternativa que sólo sostienen algunos sectores cercanos a Ricardo Alfonsín. Creen que una aventura de esas características podría no sólo poner en riesgo su presencia legislativa, sino también la gobernabilidad de las comunas que controlan. Porque, básicamente, las cuentas que sacan indican que obtendrán más representantes propios mechándolos en las listas de Cambiemos que los que conseguirían en la patriada de ir a los comicios enarbolando la histórica lista 3 con los colores rojo y blanco.
Por eso cayó como una bomba, justo en esta etapa de tensiones, la solitaria decisión de los radicales de Tandil de cerrarle la puerta al PRO e ir con lista propia a las Primarias. Para algunos, una provocación a destiempo.
Cerca de Sergio Massa palpitan ese escenario sobre el que empezó a actuar Cambiemos. El tigrense está convencido de que su proyecto y la cruzada anticorrupción que encarna Stolbizer, le darán espacio para sortear el monopolio de la disputa electoral que buscan tanto el oficialismo como el PJ.
Massa se lo dijo sin vueltas a su tropa en los últimos días. “Hay que salir bien parado de agosto”, graficó. El líder del Frente Renovador piensa en que un buen resultado en el último tramo del invierno acaso pueda acarrearle una florida primavera en las urnas.

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