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TRASTIENDA POLÍTICA

Vidal frente al sensible desafío de las clases

Hace un año, María Eugenia Vidal lograba el primer éxito de su incipiente gestión: que las clases en la provincia de Buenos Aires se iniciaran en tiempo y forma, luego de un acuerdo con los siempre combativos gremios docentes. Era prioritario para la Gobernadora: aquella vez, el objetivo central fue que la opinión pública comparara la fotografía del inicio del ciclo lectivo macrista con la saga de paros y postergaciones que se vivieron durante la gestión de Daniel Scioli. Fue un punto a favor de Vidal, que debió conceder a los maestros algún beneficio que no tuvo el resto del abanico de empleados estatales.
Este año, las prioridades son otras. Fuentes de la Gobernación admiten lo obvio: que ya no está aquella premura por diferenciarse de Scioli y que esa “tranquilidad” regirá toda la negociación paritaria con los maestros. Es más: casi dan por descontado un inicio de clases muy conflictivo, acaso demorado. Nadie firma hoy en el palacio de calle 6 que la segunda semana de marzo efectivamente los chicos vuelvan a las aulas.
“Hay otro clima”, explican las fuentes oficiales al tanto de las negociaciones con el Frente Gremial de los maestros. Se refieren a que el año pasado, en los albores de la gestión, la predisposición de los actores sindicales acaso era más permeable a la conversación. Se sentaban, hay que recordarlo, con una gobernadora recién asumida que venía de destronar al peronismo del poder provincial luego de 28 años de gestión ininterrumpida. El año pasado, ese “otro clima” era menos belicoso, evalúan al fin.
De acuerdo a las fuentes consultadas por este diario, la estrategia de Vidal en esta etapa trasciende el mero arreglo salarial. Desde un inicio, la Gobernadora sabía que los maestros rechazarían el esquema que había cerrado con un sector de los estatales: suba de 18% anual en cuatro cuotas ajustadas según la inflación. Mayor inflación trimestral del 4,5%, más aumento salarial. Los gremios docentes dicen que eso no alcanza porque además del aumento para este año debe contemplarse una necesaria recuperación del poder adquisitivo de los sueldos que se perdió en 2016.
Vidal aspiraría, pues, a llevar a los docentes a una pelea más de fondo, a un debate que exceda los salarios y que se centre en lo que el Gobierno define como una “distorsión” del sistema educativo. Es un desafío al menos osado en un año electoral.
La Gobernadora ya lo habló con colegas de otras provincias, incluso de gobiernos no afines con el macrismo. Pretendería liderar una ofensiva interprovincial que ponga la lupa en ciertas realidades laborales de los docentes de todo el país vinculadas a: presentismo, licencias truchas, esquema de beneficios por ruralidades que ya no son tales, superposición de cargos y demás. Tiene, para eso, el respaldo de la Casa Rosada, que licuó el peso de la paritaria nacional del sector y la borró como referencia obligada. Habrá que ver hasta dónde son capaces de resistir la presión gremial el resto de los mandatarios.
Aquella estrategia cuenta con otras patas más políticas. El vidalismo insiste, en un intento por agrietar el frente gremial, en pegar al líder del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de la Provincia de Buenos Aires (Suteba), Roberto Baradel, con el kirchnerismo y con una supuesta intencionalidad electoral detrás del rechazo al acuerdo salarial. Es uno de los dos grandes gremios docentes. El otro es la Federación de Educadores Bonaerenses (FEB).
Son públicas las conexiones del barbado dirigente con sectores vinculados al gobierno anterior pero también es cierto que el hombre tiene problemas internos en su gremio que acaso lo obliguen a endurecerse y que aspira a tener un lugar importante en la eventual unificación de las dos CTA.
No lo ayudó en nada a Baradel, para alejar esa supuesta funcionalidad a los kirchneristas, que ayer mismo una de sus defensoras públicas haya sido la ex ministra de Economía de Scioli, Silvina Batakis, con quien supo discutir años de paritarias. Batakis definió a la oferta del 18% de aumento anual como “una burla a los docentes”.
Ese dato no hizo más que cebar a las fuentes del gobierno provincial. “Durante el sciolismo, Suteba prácticamente cogobernó la Dirección de Escuelas. Los ministros eran rehenes del gremio. Sus petitorios recibían el tratamiento de un ultimátum”, abundan fuentes cercanas a la Gobernadora. Resta saber si alguien se animará a decir todo esto en público.
En el marco de aquella estrategia más global de pararse frente a los docentes, Vidal apuntaría además a armar un discurso y un curso de acción para captar un aliado de la comunidad educativa que le meta presión a los actores gremiales: los padres de los más de 4 millones de alumnos que asisten a las 18 mil escuelas públicas y privadas del territorio provincial. En las pocas entrevistas que viene concediendo, la Gobernadora ya ha plantado el germen de este mensaje que apunta a aislar el rechazo gremial a la oferta del 18% revisable por inflación y definirlo como “irracional” o “desmedido”.

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