None
ENFOQUE

Ajustes en el ala dura para el último tramo

Las designaciones instrumentadas por Cristina Kirchner fueron a cubrir vacantes anunciadas en el gabinete y fortalecieron el ala dura del Gobierno para el último tramo del mandato.
El cambio de guardia fue comunicado justo el día en el que la Presidenta recibió la mejor noticia de las últimas semanas: la desestimación de la denuncia del fallecido fiscal Alberto Nisman en su contra por encubrimiento del atentado a la AMIA.
La decisión del juez Daniel Rafecas puede ser apelada por el fiscal Gerardo Pollicita -por lo que no se trata de un desahogo definitivo para el Gobierno- pero lo que más llamó la atención fue la contundencia en los argumentos del magistrado contra la acusación de Nisman y Pollicita.
Momentos después de que se conociera esa resolución judicial, el vocero presidencial, Alfredo Scoccimarro, salió a comunicar las salidas del gabinete de Jorge Capitanich y Juan Manzur.
Esas renuncias estaban cantadas desde hacía varios meses porque los ministros salientes irán a competir en contiendas duras -y desdobladas de las nacionales- contra la UCR por la intendencia de Resistencia y la Gobernación de Tucumán.
A Capitanich su paso por el gabinete debe haberle dejado un sinsabor en el paladar: llegó en noviembre de 2013 como un presidenciable con credenciales y su estatura se fue achicando entre las escaramuzas de su defensa diaria del Gobierno, al que se sumó -es justo decirlo- en su momento más delicado.
En ese contexto, el regreso de Aníbal Fernández a la Jefatura de Gabinete se daba en las últimas horas y su fugaz desembarco en la Secretaría General de la Presidencia pareció responder a un cambio paulatino de vocero oficial del Gobierno.
“Aníbal no sólo cumple muy bien el rol de comunicador, aun en los temas complejos, sino que además es muy ejecutivo. Trabaja desde las 6 de la mañana a las 10 de la noche”, señaló un hombre que lleva 12 años en las filas del kirchnerismo.
El ex intendente de Quilmes tuvo etapas de expansión y repliegue en el kirchnerismo, sobre todo desde que la Presidenta le recortó poder y luego lo confinó al Senado, pero ahora vuelve a la cúspide y es el único lanzado entre los presidenciables del oficialismo que sale fortalecido del  maquillaje administrativo.
La entronización de Eduardo “Wado” de Pedro como secretario general premia con rango ministerial a La Cámpora, la organización de jóvenes incondicionales que conduce su hijo Máximo Kirchner, y que ya controla otras carteras desde segundas líneas o con figuras de semi pertenencia como Axel Kicillof.
En un anticipo de su decisión, el lunes la Presidenta ponderó en un acto el “trasvasamiento” generacional implementado por su Gobierno y remató: “De lo que más orgullosa me siento (...) es haber recuperado la esperanza y la ilusión de que millones de jóvenes creen que es posible desarrollarse, crecer, trabajar, estudiar y progresar en su patria”.

COMENTARIOS