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Se acerca octubre y el rebote se hace esperar

El debate de las tasas y las expectativas inflacionarias concentran la atención económica por estos días, con otro escenario de trasfondo: la elección legislativa de octubre y el rebote del nivel de actividad que sigue demorado.
No hay otro andarivel de decisiones.
El radar de atención del oficialismo y la oposición no captan otras urgencias, o las reducen a colaterales que ensucian el objetivo principal.
Con el 2,4% de suba de precios en marzo, luego del 2,5% de febrero, con una inflación “núcleo” de 1,8% en los dos meses, se encendieron las luces de alerta.
Desde el Gobierno hubo una respuesta del único funcionario que tiene capacidad de decidir algo.
Así el jefe del Banco Central, Federico Sturzenegger llevó la tasa de 24,75% a 26,25%.
El resto de numeroso equipo de ministros del área económica, apenas controla retazos.

El gasto
Nicolás Dujovne, de quien depende el gasto, intenta que el desequilibrio fiscal cierre en los anunciados 4,2% del PIB.
Pocos creen que lo logre, adicional a la circunstancia de que la administración del presidente Mauricio Macri ha tomado la decisión gradualista de bajar el gasto a lo largo de tres o cuatro años y como resultado de un crecimiento económico.
De esta manera, la política económica quedó maniatada a la dureza o no del Banco Central, para el combate inflacionario; y a que rebote el nivel de actividad para que el rojo fiscal baje proporcionalmente.
No se trata de una estrategia sofisticada. Y tampoco fácil de manejar. En casi el resto del mundo, incluido países latinoamericanos como Uruguay, Chile o Brasil, las herramientas para administrar una inflación baja y el nivel de actividad, son la complementación del nivel del gasto y la política monetaria.
En Argentina, el macrismo decidió clausurar la primera opción. Sturzenegger se ha convertido así en el virtual ministro de Economía.

“Con el 2,4% de suba de precios en marzo, luego del 2,5% de febrero, con una inflación ‘núcleo’ de 1,8% en los dos meses, se encendieron las luces de alerta.”

El dólar
El efecto más visible de la suba de tasas es la caída del dólar, con cotizaciones nominales de 15,5 pesos, un valor bastante lejano del aproximadamente 17,5 que imaginaba el mercado para mediados de este año.
Este es el impacto más gravoso sobre el nivel de actividad y las actividades productivas.
Con un dólar deprimido y tasas reales altas suben los costos y bajan los márgenes de manera dramática.
Los exportadores tienen ingresos en dólares, pero la mayor parte de su costo es en pesos.
Un dólar barato es un beneficio para la inversión en bienes de capital importado, pero eso requiere de expectativas positivas hacia el futuro.
Y no son muchas los sectores en condiciones financieras de hacer ese esfuerzo y esperar que se recupere el mercado interno.
Más sencillo y rentable es acudir a la importación directa y eludir el proceso productivo.
¿Cuánto de esto es real y cuanto imaginado?
No existe a mano información confiable de corto plazo, aunque la historia del país parece corroborar ese comportamiento.
El otro efecto visible es político ¿Se ahoga la recuperación, o se vuelve a retrasar?
No hay respuestas fáciles, si bien desde la política la especulación es más directa.
Sin rebote económico, no sería posible que gane el oficialismo en octubre próximo.

“Con un dólar deprimido y tasas reales altas suben los costos y bajan los márgenes de manera dramática.”

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