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PANORAMA PROVINCIAL

El laberinto que encierra el conflicto docente

El conflicto docente en la Provincia parece lejos de ver la luz al final del túnel. Los gremios mayoritarios decidieron redoblar la apuesta con más medidas de fuerza que se harán sentir, al menos, hasta el jueves próximo.
El Gobierno bonaerense no se quedó atrás. Mejoró levemente la oferta salarial, pero tras el rechazo de los sindicatos prepara una muy dura embestida con la que busca horadar al Frente Gremial y a su cara más visible, Roberto Baradel.
La estrategia oficial se asienta en la idea de que el paro se irá desinflando con el tiempo. Los gremios tienen una visión diametralmente opuesta y ahora apuestan a intensificar el conflicto con las escuelas secundarias que según el calendario escolar deberían comenzar las clases mañana. “El paro va a ser mayor, hasta los centros de estudiantes están apoyando esta lucha por el salario”, dicen en el Suteba.
En la administración de María Eugenia Vidal reafirman que “el conflicto es político”. Están convencidos de que Baradel es el brazo ejecutor de una suerte de proceso de erosión del oficialismo supuestamente urdido por el kirchnerismo. 
Por estas horas los funcionarios preparan una nueva propuesta salarial, aunque admiten que no existe demasiado margen para mejorar lo ofertado el viernes: un 19% en tres cuotas y el pago de una suma fija por única vez como reconocimiento de la pérdida salarial del año pasado.
Cuentan que la nueva propuesta se planteará en la mesa técnica salarial “a los gremios que quieran ir”, ya que los sindicatos mayoritarios decidieron desconocer la conciliación obligatoria dictada por la Provincia.

Esperanzas menguadas
Sin embargo, el panorama es sombrío. Entre los funcionarios que están interviniendo en la negociación no existe demasiado optimismo de que la nueva oferta vaya a cambiar el curso de los hechos. Por eso, arrancará una nueva etapa en la que el Gobierno buscará acorralar a los sindicatos más belicosos. Ya anticipan sanciones monetarias a los gremios que no acataron la conciliación. Se habla de unos 200 millones de pesos que la Provincia intentará aplicar.
Habrá además una denuncia ante el ministerio de Trabajo de la Nación para que analice si corresponden castigos de índole administrativos que podrían llegar hasta el quite de la personería para actuar como sindicatos.
No son las únicas herramientas en la que esté pensando el gobierno de Vidal en busca de “ablandar” posiciones, por el momento irreductibles. Licencias gremiales y ausentismo, dos asuntos tan polémicos como intocados durante años, aparecen en el radar oficial.
El conflicto puede que tenga aquellos condimentos políticos que ventila el oficialismo. Pero acaso sería simplificar sus motivos circunscribirlo a esa intencionalidad.
Existe una situación social inquietante, palpable, ratificada por el informe sobre pobreza que acaba de difundir la Universidad Católica. No en vano los sindicatos admiten que la mayor adhesión al paro se registra en el Conurbano, donde se sufren carencias lacerantes.
La erosión salarial ha sido palpable en 2016. El Gobierno bonaerense lo terminó admitiendo con los docentes al ofrecerles una compensación de 500 pesos.
Tampoco resulta casual que dirigentes del oficialismo empiecen a expresar la inquietud que les genera el malestar social por algunas medidas del Gobierno nacional que han impactado sobre la imagen de Mauricio Macri.
Encuestas que se conocieron en los últimos días y otros números que se manejan en forma reservada, muestran ya al Presidente con más imagen negativa que positiva en la Provincia. Hay una cuestión más: esa caída empezó a rozar en las últimas semanas a Vidal, la gran carta de Cambiemos para reiterar el triunfo electoral en territorio bonaerense.
Cierto aire de inquietud empieza a respirarse en la alianza gobernante. Las versiones que rodean a Jorge Macri son parte de ese clima enrarecido. El primo del Presidente ya no es número puesto para ser candidato a senador. Hay quienes evalúan que su figura tiene tan íntima asociación con la del Presidente, que de persistir esa tendencia declinante de la imagen del jefe de Estado sería conducir a Cambiemos a un escenario electoral poco favorable.

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