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TENDENCIAS

Sin inversiones, empeora el humor social

El horizonte económico sigue nublado.
Aparecen indicios de baja de la inflación y, quizás, un atisbo de rebote.
La dureza de la política monetaria y la recesión que habrían llevado a una caída del PBI del 3% entre abril y junio finalmente se estarían haciendo notar disciplinando la marcha de los precios.
Aunque se trata de éxitos parciales y aún imperceptibles para el bolsillo de la gente.

¿Punto de inflexión?
Algunos analistas creen que en julio, de continuar el descenso de la tasa de inflación, acercándose al 2%, se podría ingresar en un punto de inflexión en el cual los sueldos dejen de perder la carrera con los precios, en la comparación mes a mes.
No alcanzaría para recuperar lo perdido en la primera mitad del año, pero sí para mejorar la capacidad de compra del salario y evitar que el consumo siga cayendo.
Si estos pronósticos se confirmaran, habría más optimismo y credibilidad sobre una recuperación generalizada del nivel de actividad que hoy figura sólo en los análisis técnicos.
Entre tanto, el humor social sigue en baja y en aumento el descontento por la situación económica. Algo normal y predecible, en la medida que se prolongue la recesión.
Puertas adentro, el Gobierno vive en tensión la marcha económica, con ministros que se desconfían y descargan responsabilidades por lo ocurrido en otras áreas.
Como si lo ocurrido no tuviera que ver con la acción oficial en estos meses, al margen de la herencia que ahora se ha constituido en un caballito de batalla gubernamental.
Errores de comunicación o quizás políticos. Es más sencillo reconocer que se explicó mal, que se falló en la política.

Malestar
El malestar llega a los oídos de la Casa Rosada por el humor social y también por los cuestionamientos de buena parte de la dirigencia empresarial.
En primera instancia, de un sector que se puede considerar afín a las creencias del oficialismo, o al menos de una parte significativa del staff ministerial si se tiene en cuenta que se habla del gobierno de los CEO.
Aunque esa procedencia no ha logrado despejar ciertas dudas y en particular capacidad de gerenciamiento, aspecto sobre el cual había grandes expectativas.
Por las razones que fuera, ha fallado la coordinación entre áreas clave de la economía, como el Ministerio de Hacienda y el Banco Central, o sobre el Ministerio de la Producción, sin acción visible en los sectores que requieren de políticas específicas o incentivos de inversión o en el notable retraso en relanzar la obra pública, indispensable para reanimar la actividad económica.

Malestar industrial
El descontento empresarial se concentra en las industrias, las más afectadas por la recesión, la falta de competitividad y la debacle de Brasil.
Una buena parte de estos sectores han subsistido por décadas debido a altas protecciones arancelarias o regímenes especiales como la electrónica.
No hay señales del Gobierno sobre qué acciones o políticas implementará allí. Sólo declaraciones genéricas.
El impulso inicial que esperaba el oficialismo a las inversiones ha quedado postergado por la dureza de la coyuntura y los pocos sectores en donde la Argentina es atractiva para los negocios.
Las expectativas se han desplazado ahora hacia el blanqueo de capitales, una apuesta que parece atractiva aunque nada esté garantizado.
El blanqueo podrá generar ingresos fiscales.
No las inversiones que requiere el país para comenzar a remontar al menos cuatro años de estancamiento.

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