Dos funcionarios del Tribunal de Cuentas de la Provincia de Buenos Aires reunicaron a sus cargos tras la polémica desatada por su cercanía con el presidente del organismo, Eduardo Grinberg.
Sara Liberman, que prestaba servicios como actuaria en el Tribunal, y Diego González Diez, un especialista en computación y amigo de Ignacio Grinberg, hijo del titular de la oficina control, dieron un paso al costado por las críticas generadas tras sus designaciones.
La polémica estalló cuando se conoció que estas personas, además de ser parientes y amigos de la familia Grinberg, percibían sueldos elevados que oscilaban entre los 50 y 60 mil pesos.
La crisis en el Tribunal de Cuentas salió a la luz pública hace varias semanas, cundo un alto funcionario del organismo envió una carta a la gobernadora María Eugenia Vidal en la que formulaba graves planteos contra el presidente.
Héctor Giecco, el firmante de la misiva, acusó entonces al presidente del organismo, Eduardo Grinberg, de intentar limitar su independencia, de disponer una “paulatina transferencia de fondos al área Presidencia en desmedro de la vocalías” y de impulsar un “debilitamiento del Tribunal en áreas de vital importancia como ha sido la desintegración del área jurídica”.
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