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CRISIS RESPIRATORIAS

Dos estudios que salvan vidas no siempre se hacen

Aunque existen indicadores claros para evaluar el riesgo de un chico que no respira bien, muchas veces no son tenidos en cuenta durante las consultas.

“Cuando llegamos al hospital y nos dijeron que había que internarla de urgencia no lo podíamos creer. Esa misma tarde habíamos estado con la médica y en ningún momento nos advirtió que la situación podía alcanzar tanta gravedad”, cuenta Cecilia, mamá de una beba de seis meses que sufrió una infección respiratoria, la principal causa de hospitalización en niños pequeños durante esta época del año.
Aunque la mayoría de las internaciones de chicos con dificultades para respirar por obstrucción bronquial se debe a la demora de sus padres en consultar al médico, también suelen darse muchos casos donde la causa es una deficiente evaluación del cuadro por parte del mismo profesional. Así lo reconocen pediatras y neumonólogos al explicar que si bien existen estudios muy sencillos y efectivos para determinar la gravedad de los casos y evitar riesgos innecesarios, éstos “no siempre son tenidos en cuenta en las consultas”. “Además de un interrogatorio y de un examen físico adecuados, es fundamental realizar una determinación de la frecuencia respiratoria en reposo, durmiendo, y una cuantificación de la oxigenación a través de la oximetría de pulso, dos estudios de enorme valor que en ocasiones no son considerados. A pesar de que estos controles son de una importancia vital, es relativamente común que en algunos lugares los pasen por alto, lo que lleva a que muchos cuadros terminen en sorpresa o estupor ante una mala evolución”, reconoce el doctor Edgardo Segal, médico consultor del Hospital de Niños de la capital provincial y coordinador del Programa de Fibrosis Quística del ministerio de Salud provincial. “En los últimos años hemos asistido a pacientes que podrían haber perdido la vida de no haber sido evaluados adecuadamente”, resalta Segal al señalar que más allá del riesgo de vida que conllevan potencialmente estos cuadros, están también las secuelas que pueden dejar. El hecho de que los niños pequeños tengan “un aparato respiratorio en pleno desarrollo los hace muy vulnerables a las infecciones respiratorias, sobre todo a las virales, que en ciertas ocasiones, especialmente en el primer año de la vida, pueden dejar secuelas de por vida”, explica el neumonólogo.

Simples y muy valiosos
Las enfermedades que producen obstrucción bronquial, las neumonías y demás afecciones que alteran el tejido pulmonar generalmente determinan un aumento de la frecuencia respiratoria, y según el grado de afectación, también cierta dificultad mecánica para respirar que en los casos más severos se advierte en una depresión entre las costillas cuando se respira y un ensanchamiento de las narinas nasales, entre otras manifestaciones. De ahí que la cuantificación de la frecuencia respiratoria (el número de veces que respira por minuto un niño pequeño en reposo y siempre que no se encuentre con fiebre) constituye un indicador clave del estado funcional respiratorio y un parámetro claro de la calidad de la evaluación realizada por el médico. Por su parte la oximetría de pulso, un estudio no invasivo y de bajo costo, permite determinar en forma objetiva el estado de oxigenación de los tejidos y la presencia de un trastorno de ventilación que tan frecuentemente se observa en casos de asma, bronquiolitis, niños sibilantes y  neumonía. Su importancia es tal que en muchos países hoy se lo considera un parámetro de evaluación obligatorio en niños con enfermedad respiratoria, aguda o crónica.

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