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SALUD

Una despedida difícil: cómo dejar de fumar

Algunas claves fundamentales para olvidarse del cigarrillo de una vez por todas.

Uno siente que le queda un olor desagradable, respira mal, tiene dependencia y gasta dinero. Hay varias razones para dejar de fumar. Éstas sirven como puntapié, pero no son suficientes.
Dejar de fumar es más complejo de lo que se cree. En parte, porque la nicotina es una droga muy difícil de abandonar. Quienes lo hagan, deben estar preparados para sufrir la abstinencia. Pero más aún: la adicción los pondrá a prueba psicológicamente una y otra vez. Aquí, algunos tips para quienes quieren dejar el hábito y para quienes ya lo lograron y no quieren reincidir:

Antes de dejar de fumar:

-Es importante la voluntad: una decisión firme y una voluntad de hierro son las condiciones necesarias para dejar de fumar. Sin ellas, la cosa no funciona.
-Se necesita un buen motivo: de acuerdo con muchos psicólogos, tiene que haber algo más allá de la voluntad. Es necesario un buen motivo que logre convencer el inconsciente. Puede ser el nacimiento de un hijo, una operación próxima o también no querer tener piel de fumador en la vejez. Lo importante es que este motivo tenga una fuerte resonancia emocional. Sólo entonces se estará motivado. Y es necesario estarlo: a fin de cuentas, el fumar es percibido también como parte de la personalidad.
-Hay que establecer una fecha: lo mejor es fijar una fecha concreta para empezar. No tiene por qué ser Año Nuevo, es mejor que sea una fecha cercana. Esta "frontera mágica" funciona en muchos casos.
-Hay que ponerse bajo presión: una vez tomada la decisión, hay que compartirla con otros. De esta forma, aumenta la presión para respetarla.
-Hay que prepararse: si se van a consumir chicles o aplicar parches para dejar de fumar, hay que tenerlos a mano cuando se cumpla la fecha fijada. De paso, hay que tirar todas las cajas de cigarrillos que aún haya en la casa.
-No hay que tener miedo: el miedo a dejar de fumar suele ser peor que dejar de fumar. Después de tres o cuatro días ya no es fácil detectar la nicotina, mientras que después de 14 días ya pasó lo peor de la abstinencia. Es probable que se aumente de peso, pero no sucede siempre. Como fumar supone un estrés para el cuerpo, éste reacciona con la pérdida de calorías. Quien siga comiendo lo mismo pero sin hacer ejercicio, probablemente aumente. Por eso, hay que actuar de antemano comiendo menos y moviéndose más.

En los primeros tiempos sin cigarrillos:
-Hay que distraerse: no hay que convertirse en un eximio deportista sólo porque se dejó de fumar. Pero sí habría que proponerse tomar aire fresco todos los días. Si se tienen ganas de comer, es mejor consumir verduras y frutas.
-Hay que romper con los viejos hábitos: quien se fumaba todas las mañanas un cigarrillo en el balcón con un café, hará bien en sentarse con su taza en otro lado. O empezar a tomar té.
-Se renuncia a todo lo que está asociado: muchas personas asocian los cigarrillos al alcohol. Por eso, no está de más renunciar a esa copita de vino con los amigos mientras se intenta dejar de fumar. Mejor beber una gaseosa y evitar reunirse en bares.

Cuando ya se está por ser un no fumador:

-Hay que estar preparado para una recaída: por supuesto que hay que evitarlas; sin embargo, puede pasar que, de repente, se quiebre la voluntad y se fume un cigarrillo. Esto no debería ser motivo para echar por la borda todo el esfuerzo hecho.
-Hay que estar alerta: en las primeras cuatro a seis semanas el riesgo de recaída aún es alto. La tentación dura uno a dos años más. Es decir, se sigue siendo un fumador, que no fuma.
-Hay que protegerse de los trucos psicológicos: el más común es decirse "llevo tanto tiempo sin fumar que bien me puedo permitir un cigarrillo". Sin embargo, este razonamiento suele ser el puntapié para volver a caer en la adicción.

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