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EL HISTÓRICO DIRIGENTE RADICAL REPASA SU TRAYECTORIA

Julio Ginzo: “La política me dio una razón de ser”

Referente de la UCR en Junín y la región, fue diputado provincial y nacional. También mantuvo un vínculo muy estrecho con Raúl Alfonsín. “Mi partido es uno de mis mayores orgullos”, afirma.

El nombre de Julio Ginzo está fuertemente vinculado al radicalismo.
Hace más de 60 años que milita en el centenario partido con una convicción que se mantuvo inalterable, más allá de coyunturas y circunstancias políticas.
Además de un referente partidario, fue diputado provincial y nacional, y tuvo una relación muy estrecha con el ex presidente Raúl Alfonsín.
“Yo me siento muy orgulloso del partido que tengo”, dice con énfasis, para luego ampliar: “No ataco a otros partidos, nunca fui peronista pero jamás me permitiría ser antiperonista, pero ningún otro partido como la UCR me podría haber dado el orgullo que tengo por pertenecer a él”.

Inicios en la política
Tenía apenas 14 años cuando empezó a incursionar en política partidaria. Corría el año 1954 y el doctor Miguel Dana, por entonces secretario de la Juventud Radical de Junín, creó el Ateneo Leandro N. Alem, un espacio para adherentes al  partido que no tenían edad como para afiliarse. Y Ginzo se sumó.
Cuando terminó el secundario en el Colegio Nacional, se fue a estudiar abogacía a La Plata.
“Siempre vinculé el derecho con la política –explica–, para mí el fundamento de una nación está en la República, y los valores republicanos están íntimamente asociados al derecho”.
En La Plata tuvo una participación política “informal”, pero cuando regresó, se incorporó al comité Hipólito Yrigoyen de Junín.

Peronismo y después
En 1973 fue electo diputado provincial por la Cuarta Sección Electoral.
Afirma que ésa fue una experiencia “rica y amarga”.
Lo positivo era que se encontró “con el país que muchas veces no se ve desde aquí, con la política real”.
En cuanto a lo amargo, señala: “Fue un período muy triste de la Argentina, uno tenía sus ideas, sus proyectos, y en cada reunión de comisión de lo que más se hablaba era sobre los muertos que había habido la noche anterior”.
Después del golpe del 76, siguió haciendo política, aunque las circunstancias lo obligaban a hacerlo en ámbitos más secretos.
Organizó algunas reuniones  clandestinas, pero empezó a sufrir persecuciones cuando se enteró de su actividad el coronel Félix Camblor, mandamás en el Ejército de Junín.
Ginzo comenzó a recibir amenazas. En las paredes aparecían pintadas que decían “Julio Ginzo que en paz descanse”, o “Julio Ginzo rojo, te mataremos”. En varias oportunidades debió irse de Junín.
Y así vivió hasta entrados los 80, cuando la situación, de a poco, empezó a aflojar.

Diputado nacional
En 1983 fue elegido diputado nacional. Según dice, en ese tiempo se sentía “protagonista de un tiempo de una gran belleza, el tiempo del reencuentro con las instituciones, con el respeto, con las ideas, con las conductas, con los valores, con las dignidades recuperadas”.
Asevera que en ese entonces “había que tener muchas pelotas” para llevar a la cúpula militar ante la Justicia ordinaria, como se hizo.
También sostiene que los primeros tres años de gobierno de Alfonsín se basaron en “la solidez que venía de la sociedad”. Luego, los conflictos fueron horadando su gestión: “Se encontró cercado por grupos de gran poder, tenía en contra a la CGT que no le perdonaban haberle ganado las elecciones al peronismo, a la Sociedad Rural por las retenciones al campo, la Unión Industrial Argentina que no obtenía los favores que sí tuvieron durante el gobierno militar, y la Iglesia opuesta al gobierno por la Ley de Divorcio”.
El resto de la historia ya se sabe: Alfonsín decidió adelantar la entrega del mando y seis meses antes de terminar su gestión, el poder pasó a manos de Carlos Menem.
“Lo primero que hice el día que dejó la Presidencia –recuerda Ginzo– es ir con un amigo a esperar a Alfonsín a Chascomús. Quería darle un abrazo después de ese renunciamiento, y fue una situación muy emotiva”.

Dedicado al partido

Terminada esa etapa, desistió de ocupar otros cargos. Solamente fue candidato a diputado nacional en 2001.
En tanto, nunca se postuló a ningún cargo en Junín. “Llegué a la conclusión de que mi ciclo estaba terminado –admite– y para ser coherente conmigo mismo y ser fiel a los valores que siempre he tenido, vinculados a la renovación, tenía que darle lugar a otros”.
No obstante, siempre siguió participando activamente dentro del partido. Y más allá de alianzas, escisiones y coaliciones, se mantuvo dentro del partido, ya que su  extracción radical es su mayor capital: “La política me dio una razón de ser. Si no me hubiese dedicado a la política podría haberle dado más tiempo al campo, o a la profesión, y quizás me hubiera ido mejor en lo económico. Pero no hubiera encontrado una razón de ser. Me hago cargo de equivocaciones que uno ha cometido en lo personal, en lo político, y hasta de errores de la UCR, pero mi partido es uno de mis mayores orgullos”.

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