UN PROBLEMA SIN LA SUFICIENTE AENCIÓN EN LAS ESCUELAS

Por el exceso de peso en las mochilas, más de la mitad de los chicos padece afecciones

Casi 6 de cada 10 niños llegan a la consulta de los servicios públicos y privados de kinesiología por problemas derivados del exceso de peso de las mochilas “con y sin” ruedas.
El preocupante dato surge de un relevamiento realizado por el Colegio de Kinesiólogos de la provincia de Buenos Aires, que advierte que “en los últimos 10 años se ha registrado un aumento de las lesiones en la columna vertebral, alteración de la postura y, por supuesto, dolores y molestias físicas, sobre todo en la espalda, los hombros y el cuello, lesiones no atribuibles a actividades físicas realizadas por el niño”.
“(El problema) es el exceso de peso, no la mochila”, enfatiza el licenciado en kinesiología Daniel García, quien califica como “relevante” la recomendación de que el peso de la mochila no debe superar nunca el 10% del peso de la masa corporal de un chico o chica.
Esa relación peso de carga/peso corporal es para todas las edades. Pero el profesional remarca que “si el hecho de no respetarla pone en riesgo la salud de los mayores, hay que pensar en un pequeño cuyos huesos aún no completaron su crecimiento y lleva sobrepeso durante distancias importantes día tras día. Para colmo, el contenido de las mochilas no suele estar equilibrado”, apunta (ver gráfico).
Dice que “en el hospital público Bernardo Houssay recibimos niños que están en tratamiento postural a la mañana, antes de ir al colegio, y podemos comprobar el exceso de peso en sus mochilas. Además, son mayoría quienes no van a la escuela en auto, sino caminando o en micro, por lo que están más expuestos a problemas de salud”.
Añade que “en estos tiempos donde ambos padres suelen trabajar muchas horas, los chicos llevan a clases los libros más la ropa para cambiarse si tienen educación física, una vianda, y así van atentando contra su propio cuerpo sin darse cuenta”.
“Es un problema cultural”, opina, y propone como una “posible solución” que implicaría una “muy pequeña inversión para los establecimientos educativos” la instalación de lockers (casilleros), donde los alumnos puedan dejar sus pertenencias.
El licenciado Daniel García, especialista en Ortopedia y Traumatología, explica que la franja de edad más vulnerable a los trastornos es la que va de los 9 a los 13 años, que coincide con el pico de “alto crecimiento” del menor. Y subraya que “más allá de edades y del porcentaje de peso sugerido en función del peso corporal del niño, los estudios demuestran que la utilización de la mochila de manera asimétrica (carga mal distribuida) afecta negativamente a la columna vertebral”.
“¿Cuáles son los síntomas y cómo se detectan estas lesiones? Los niños comienzan a referirles a sus padres dolores de cabeza, hombros, columna y fatiga precoz. Incluso, un signo característico es la falta de voluntad en sus tareas generales debido al cansancio permanente que les ocasiona la molestia y el dolor por las malas posturas adoptadas”, indica.
Tras aclarar que la problemática de “crecimiento asimétrico” de un niño es multicausal (sedentarismo, mucho tiempo en posturas inadecuadas frente a computadoras, inicio de competencia deportiva exigente a muy corta edad y, además, sobrepeso en mochilas), expresa que la escoliosis, que es “la desviación anormal de la columna observable en una radiografía de frente”; las actitudes cifoescolióticas (problemas leves que compensan malas posturas diarias, como andar encorvado), y la artrosis precoz, son algunos de los problemas de salud prevalentes”.

“Lo sufrió”
Greta Pereyra, madre de Paloma, alumna de 5º grado, dice estar “en desacuerdo con el uso de las mochilas sin ruedas, pero a determinada edad los chicos ya no quieren llevar las que tienen rueditas, las de arrastre, más cuando estudian en aulas que están en pisos de arriba”.
“Mi hija carga sobre su espalda una mochila que pesa unos 5 kilos, y a eso hay que sumarle lo que pesa la botella de agua y la merienda. El punto es que varias veces se quejó del dolor de espaldas y una vez tuvo tortícolis, por lo que tuvo que dejar de llevar peso y tomar ibuprofeno para el dolor. No se podía ni dar vuelta”.
“¿La solución? Que les permitan ir sacando hojas de las carpetas a medida que avanza el año, para que no lleven esa especie de biblioratos que no sirven para nada cuando ya fueron visados. También podrían dejar algunos libros en la escuela y retirarlos los viernes”, finalizó.

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