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ESCRITOR JUNINENSE DE UNA DESTACADA TRAYECTORIA

Juan José Becerra: “No me reconozco en mis libros”

Publicó seis novelas, tres ensayos. Como periodista, colabora frecuentemente para Perfil, La Agenda, revista Ñ y el diario Olé. Afirma que los temas recurrentes en su literatura son “el tiempo y el amor, y sus derivados”.

Juan José Becerra lo tuvo claro desde el principio: sus pasiones eran leer y escribir. Leer primero. La escritura vino después, como una derivación casi inevitable.
Por supuesto que no siempre supo que iba a ser su modo de vida. Pero sí había una atracción hacia ello desde sus primeros años.
Ahí estaba, en su casa, la colección de literatura gauchesca que hace cuarenta años lo cautivaba más por “cómo estaba forrada” que por su contenido.
Ahí estaba su padre, que se sentaba a leer y “entraba como en una dimensión de aislamiento”, que a Juan José le atraía.
Ahí estaba él mismo, escribiéndole cartas a alguna novia, o a las novias de sus amigos, que le pedían que lo hiciera por ellos.
Ahí están los rastros de los inicios de su camino como escritor, que ya lleva una decena de títulos publicados. Y sin embargo, se sigue sintiendo incapaz “de hacer un libro que pueda aprobar”.

Actividades
Becerra nació en Junín, donde vivió hasta los 18 años.
Fue a la Escuela 22 y al Colegio Industrial.
Por imposición familiar hizo actividades como guitarra, coro, dibujo o inglés, pero lo que más le gustaba era el fútbol, que practicó en River y Defensa Argentina, llegando a integrar una Selección Juvenil de Junín.
Luego se fue a La Plata a estudiar periodismo. Aún hoy no sabe por qué eligió esa carrera. “Lo que a mí me interesaba era leer y escribir literatura, y esas son cosas que están más bien proscriptas en la facultad de Periodismo”, ironiza.
Su vida universitaria fue un tanto solitaria, pasando horas y horas leyendo y escribiendo.
Para él, no hubo un momento de quiebre en el que haya pasado de la lectura a la escritura.
Según dice, “la lectura es una actividad muy satisfactoria, pero en algún momento empieza a producir algún tipo de insatisfacción, entonces uno tiene la fantasía de que escribiendo puede compensar esa insatisfacción. Con el tiempo te das cuenta de que son dos cosas totalmente distintas, pero en el principio, escribir es un derivado de la lectura”.

Libros
En 1994 publicó Santo, su primera novela.
“El primer libro es muy distinto a los demás”, afirma Becerra, para luego ampliar: “La satisfacción para un escritor viene con el primer libro, y no es una satisfacción literaria, es por haber convertido la escritura, que está más o menos en el aire, en un objeto concreto de la vida física. Me parece que el primer libro es una imposición narcisista en donde uno dice ‘soy escritor y la prueba es este objeto, que es material y que es un libro’. Nunca más me pasó eso. Con los otros libros, la sensación que tengo es que perdí una nueva oportunidad, que cuándo va a ser el día que escriba un libro como la gente, y cosas así”.
Pero siguió escribiendo. Novelas, ensayos y artículos periodísticos forman parte de su vasta trayectoria.

Temas
En sus propias palabras, los temas que aborda tu literatura no son tantos. “El tiempo y el amor, y sus derivados, que no sé cuáles son”, resume.
Becerra considera al tiempo “como una materia sobre la que hay que reflexionar y tratar de producir lenguaje con eso”. El amor aparece como sucedáneo porque “es un espacio donde el tiempo interviene de una manera muy clara”. Y ejemplifica: “Todas las historias tienen un régimen de deterioro, pero en el amor ese régimen de deterioro tiene un drama, que no sé si lo tiene un edificio o un auto que se deterioran. A mí me interesa mucho ese drama: de cómo el tiempo erosiona al amor, y cómo el amor trata de resistirse, hasta que finalmente lo terminan venciendo, a no ser que tengas mucha suerte”.
Junín también está presente en su obra. A veces de manera tangencial y otras más directas, como en su última novela: “En ‘El espectáculo del tiempo’ nombro el Club de Planeadores, la pizzería Ribas, el cine San Carlos. Yo quería hacer un simulacro de autobiografía y eso tenía que tener una tasa de verosimilitud que solamente lo puede dar la referencia concreta, la que existe fuera de la literatura, entonces estuve como obligado a nombrar, por el tipo de libro que estaba escribiendo”.

Escritor

Al escribir, Becerra no traza un plan previo antes de sentarse frente al ordenador. No sabe exactamente por dónde va a ir la historia, cuantos personajes tendrá, qué lenguaje utilizará. “La escritura de un libro es como una máquina de demandar elementos mientras estás escribiendo, nunca antes”, afirma.
Tampoco piensa en un lector, ni relee lo que escribe hasta que no finaliza el libro. “Si hay una deriva en la novela –explica– quiero que permanezca hasta el momento de terminarla. Si no dejás fluir eso, la actividad se vuelve muy neurótica, porque estás leyendo más que escribiendo”.
Por eso se permite (hasta prefiere) que sus libros tengan “sus errores, sus descompensaciones, sus desequilibrios, antes de estar acomodándolo de manera obsesiva”.
Y concluye: “Yo no me reconozco en mis libros. La experiencia de escribir consiste en dejarse llevar por fuerzas interiores profundas que te van llevando, en este caso por la práctica de la escritura, y que vos no sabés muy bien de dónde vienen. Leer lo que escribo es una experiencia de desconocimiento, como que ‘esto no me pasó a mí’”.

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