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LA SALUD DE LOS ABUELOS

La polimedicación, un problema frecuente en los adultos mayores

El promedio de consumo es entre cinco y nueve píldoras. Existen riesgos de interacción.

Con frecuencia los adultos mayores se ven obligados a tomar más de un fármaco al día debido a sus diferentes dolencias. Y, a mayor cantidad de medicamentos, aumenta el riesgo de que interactúen entre ellos.  La polimedicación se presenta como  uno de los problemas que aqueja a la tercera edad. Especialistas explican cuestiones a tener en cuenta para sobrellevarla de la mejor manera.
“Los mayores de 65 años suelen tomar alrededor de cinco pastillas diarias”, cuenta el farmacéutico Claudio Bocatti. De hecho, y en concordancia con este promedio, PAMI cubre cinco medicamentos al 100%, y deja abierta la posibilidad de agregar dos más para quienes lo necesiten.  
El problema de la polimedicación fue creciendo en relación con la esperanza de vida. Ya que los riesgos y las posibilidades de padecer enfermedades crónicas aumentan con la edad. Y ante nuevas dolencias, más pastillas.
El riesgo de potencial interacción entre fármacos es del 6 por ciento cuando se toman dos medicamentos. El porcentaje asciende al 50 por ciento si se ingieren más de cinco, que es justamente el promedio de consumo en mayores de 65.
“Es común que los adultos mayores presenten múltiples enfermedades: cardiovasculares, hipertensión, diabetes, problemas prostáticos, osteoporosis, cerebrovasculares, artrosis, depresión y trastornos cognitivos, entre otras”, describe Olga Cáceres, especialista en psiquiatría y psicología medica.
Cáceres plantea que esta situación lleva a la polifarmacia y señala su inconveniente: “Hay otro elemento que  caracteriza a este grupo etario: los cambios fisiológicos relacionados con el envejecimiento alteran los procesos de distribución, metabolización y excreción de los medicamentos (farmacocinética y farmacodinamia de los fármacos). Esto crea un escenario en donde las interacciones medicamentosas son frecuentes y severas”.
Se calcula, según distintos estudios sobre la problemática, que cada adulto mayor consume entre 5 y 9 medicamentos y que tienen entre 2 y 7 veces más de posibilidades de presentar reacciones adversas.
“La polipatologia, la polifarmacia y los cambios fisiológicos constituyen una triada que merece especial atención y dedicación”, afirma Caceres.
“A mayor cantidad de medicamentos aumenta el riesgo de interacción entre ellos. Los antiepilépticos o anticonvulsivos son los más peligrosos en este sentido”, asegura Bocatti, y agrega: “Otro de los problemas es que algunos hacen efecto cuando están solos en el organismo y es dificultoso combinarlos con otros. Por eso es importante que un médico realice el seguimiento del paciente para determinar si es necesario cambiar la droga o aumentar la dosis”.

La adherencia a los tratamientos
El farmacéutico explica que respetar los horarios indicados para tomar cada pastilla, en la mayoría de los casos, es muy importante: “Hay muchos medicamentos que exigen que pase determinado tiempo entre la ingesta de uno y otro para que no interactúen entre ellos”.
También la relación con la comida puede inferir en sus efectos: mientras algunos exigen ayuno, para otros el estómago debe estar lleno.  
Especialistas coinciden en que la adherencia a los tratamientos, que implicaría tomar cada fármaco según fue indicado, mejoró a partir de la venta de pastilleros que permiten organizarlos por día y los pacientes pueden controlar si los tomaron.
“También hay servicios de tele asistencia que llaman a los adultos mayores para recordarles que deben tomar los medicamentos. Otros se programan la alarma del celular o les piden a sus familiares que les recuerden las tomas”, cuenta la gerontóloga Silvia Gascón y señala que muchas veces en los viajes, los adultos mayores, suelen desorganizarse, ya sea porque se olvidan de tomar las pastillas o porque se quedan sin ellas.  
La especialista plantea que, aunque existe mayor consciencia, la automedicación continúa siendo un problema: “Muchos compran medicamentos sin prescripción médica. O son pocos pacientes y, ante dolencias que podrían calmarse con relajación y estiramiento, buscan la solución en fármacos”, dice Gascón, y agrega: “Hay que tener en cuenta que en las publicidades venden soluciones mágicas pero no hablan de efectos adversos ni de posibles interacciones entre medicamentos”.
En este sentido, los expertos coinciden en la importancia de que un médico siga la historia clínica de cada paciente y permanezca al tanto de todos los medicamentos que ingiere.
“A veces los tiempos de consultas son muy reducidos y los médico se olvidan de preguntar. Por eso es importante que el paciente se acuerde de enumerarle al especialista todos los medicamentos que está tomando”, dice Gascón.
Otra de las causas por la que es importante que el médico siga la evolución de cada paciente es que la mayoría de los medicamentos no son probados en adultos mayores y como éstos tienen un organismo más debilitado que las personas jóvenes, no siempre les hace el mismo efecto.
Cáceres ejemplifica una situación frecuente que suele encontrar en su consultorio: “A un anciano se le indica medicación para una alteración de conducta  y ésta le ocasiona temblores. Y, en vez de disminuir dosis o revisar la indicación, se le agrega otro fármaco que, a su vez, le ocasiona constipación, que le causa deshidratación y trastorno hidroelectrolítico con mareos, hipotensión...vienen las caídas, fracturas, internación... Una catarata de sucesos claramente evitables”.
En este sentido, la especialista concluye: “Los médicos deberíamos ser particularmente cuidadosos con las indicaciones de fármacos en los ancianos y privilegiar, en primera instancia, la modificación de hábitos: dietas, ejercicios físicos, rehabilitación...Y  elegir criteriosamente aquellos medicamentos más efectivos, con menores efectos secundarios, utilizando siempre la dosis mínima efectiva”.

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