None
CAPELLÁN DEL COLEGIO MARIANISTA DE JUNÍN

Luis Casalá: “La congregación marianista es mi lugar en el mundo”

Es el referente religioso de la institución. Antes trabajó como sacerdote, sociólogo y docente en General Roca, Buenos Aires, Chile y Perú. Dice que su compañía busca mantener “la sensibilidad social y el compromiso con la realidad”.

Fue un hecho desgraciado el que hizo que el sacerdote Luis Casalá se instalara hace seis años en Junín para hacerse cargo de la capellanía del Colegio Marianista: su predecesor, el padre Manuel Gonzalo, sufrió un ACV, por lo que debió ser reemplazado.
Casalá tomó la dirección pastoral de la institución y, como él mismo explica, continuó con el sello que los marianistas le imprimen a su misión: “Intentamos que se mantenga la sensibilidad social y el compromiso del colegio con su realidad. Hay un grupo de docentes, padres y alumnos que van todos los sábados al Campo la Cruz, donde tenemos un centro misionero, los viernes seguimos yendo con los chicos a dar apoyo escolar al barrio Emilio Mitre. Y es esta misma idea: la de no mirar la realidad de un solo lugar, sino ver también las necesidades y atenderlas desde lo que uno puede.

Vocación religiosa
Casalá nació en el barrio porteño de Caballito, donde también está ubicado el Colegio Marianista, en el que cursó su escolaridad.
Según dice, “de pequeño” sintió su vocación religiosa. “No era algo muy fuerte sino, más bien, un atractivo”, desliza. Esa inclinación se eclipsó en su adolescencia y cuando tuvo que decidir su futuro se anotó en medicina. Al poco tiempo se dio cuenta de que ése no era su camino y optó por la vida religiosa.
“A mí me atraía mucho una de las características de lo marianista, que es la vida en comunidad, yo veía que los sacerdotes del clero muchas veces están bastante solos y a mí me interesaba la dimensión comunitaria de la vida, el trabajar con otros, compartir la misión o la oración”.
Se integró a la casa de formación marianista de Perú, durante dos años, de los que tiene “recuerdos maravillosos”.
Además de hacer el noviciado y de estudiar filosofía, dio religión “en el lugar más pobre de Lima”, una experiencia impactante para él: “Si bien yo había trabajado en villas del Bajo Flores, en Perú estuve en el lugar más miserable que uno pudiera imaginar. Tanto me cambió que yo pensaba ser un curita y cuando volví a Argentina hice la carrera de sociología”.

Derrotero

Casalá afirma que en esos años se sentía “muy pleno” como sociólogo, dando clases en el colegio y haciendo trabajo social en las villas. En 1976 tuvo su primer contacto con Junín: aquí estaba el padre Julio Santamaría, que fue “chupado” por la dictadura, y fue Luis quien lo reemplazó en el colegio Marianista de nuestra ciudad durante algunos meses.
Llegados los años 80 sintió que la vocación clerical, que estaba latente, se hizo más fuerte y después de años de estudio se ordenó como sacerdote: “Para mí ser cura era un servicio más que yo podía prestar. No considero una dignidad ser cura, no es un título de prestigio, sino que es un servicio, por eso somos ministros que, etimológicamente, significa servidor”.
Estuvo tres años en General Roca, Río Negro, donde se hizo cargo de la parroquia y dio clases de sociología en la Universidad del Comahue.
Luego fue trasladado al Colegio Marianista de Buenos Aires, donde trabajó en la pastoral juvenil, y más adelante fue nombrado superior provincial, es decir, responsable de todos los religiosos marianistas, tarea que cumplió durante once años.
Más adelante pasó un año viviendo diferentes experiencias en Guatemala y Madrid, para luego pasar a ser maestro del noviciado, que estaba en Chile.
Regresó a la Argentina, fue designado nuevamente superior provincial y tres años después llegó a Junín.

En Junín
Casalá llegó a Junín con el objetivo de “acompañar a la comunidad del colegio en las labores propias de la capellanía”, además de “sostener, animar y fortalecer lo marianista, que es un modo de vivir el Evangelio, como lo tienen los franciscanos o los jesuitas”.
Según dice, se están logrando las metas propuestas: hubo renovación en la dirección del colegio en los distintos niveles, cambios en la administración, se fue rearmando el Consejo de Dirección, “lo que supuso aprender a trabajar juntos”.
En ese marco, satisfecho por lo logrado hasta ahora en Junín, Casalá ratifica su vocación de religioso y de marianista: “A través de los años se fue modificando, las motivaciones que yo tuve para entrar no son las mismas que tengo en este momento. Yo quería estar con los jóvenes, hacer actividades, ir de campamentos, misionar, y hasta cambiar el mundo, porque eran los años 70. En este momento la motivación es mucho más honda, más espiritual y más personal. Creo que la vida y los golpes me han ido convenciendo de que la congregación marianista es mi lugar en el mundo. Acá hay una comunidad en torno mío que sale a la calle, que está en el barrio Mitre, en Campo La Cruz, mucha gente que ha descubierto lo mismo que yo: que el centro de todo es Jesús, que estamos cada vez más enamorados de Él, porque si no le hacemos caso, el mundo se va a destruir, aunque parezca apocalíptico. La única forma de que esto no pase, es que entendamos lo que Jesús nos dice”. 

COMENTARIOS