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FUE RECTOR DEL ESTABLECIMIENTO DURANTE VEITE AÑOS

Horacio Cavadini: “El Colegio Nacional es como mi casa”

Pasó por la institución centenaria como alumno, docente y directivo. También dio clases en otras escuelas de la Ciudad y la Región. “Hoy me encuentro con muchos ex alumnos que siempre me tratan muy bien”, afirma.

El Colegio Nacional está llegando al centenario de su creación y más de la mitad de ese tiempo tuvo a Horacio Cavadini entre sus paredes, como uno de los principales protagonistas de su historia.
En efecto, Cavadini ingresó a la institución en el año 1955 como alumno, luego ejerció como docente y más adelante  como directivo, jubilándose como rector en 2010.
En un momento tan especial de la historia de la entidad educativa, Cavadini repasa junto a Democracia su trayectoria en el Nacional, al que considera como su propia casa.

Sus estudios
Cavadini nació en Junín. Hijo de un ingeniero civil y una maestra, hizo la primaria en la Escuela Nº 1 y el secundario –como quedó dicho– en el Colegio Nacional.
Posteriormente, se fue a Buenos Aires a estudiar ingeniería, pero le fue muy costoso la adaptación a la vida en la gran ciudad. Por tal motivo, regresó a Junín.
Aquí se volcó de nuevo a los estudios y cursó el Profesorado de Matemática y Cosmografía. “Era algo que me gustaba y para lo que tenía facilidad”, recuerda.
Como docente
Empezó a trabajar como docente aún antes de recibirse, cuando lo llamaron de la región: arrancó en la escuela Media Nº 1 de Leandro N. Alem y en el Colegio Nacional y Comercial de Vedia. “Durante 17 años estuve viajando todos los días –rememora– íbamos en el tren lechero o en colectivo, y ahí hice mis primeras letras como profesor”.
Según dice, de a poco fue “trayendo las horas para Junín”.
Aquí dio clases en la Escuela Media Nº 1 “Manuel Dorrego”, y en los colegios Comercial, Normal y Nacional.
También se desempeñó en el nivel terciario, haciendo suplencias en el Instituto de Profesorado Junín.
Cuando se llevó a cabo “la famosa transformación educativa” en la que se extendió el primario hasta noveno grado, sintió que le “patearon el hormiguero”, porque tenía “toda la carga horaria bien armada y distribuida” y a partir de allí sus horas se las “desparramaron por todos lados”.
No obstante, ya estaba cumpliendo tareas en cargos directivos y enseguida se dedicó de lleno a esa área de la educación.

Directivo
Fue en 1984 cuando accedió a su primer cargo directivo: empezó como vicerrector, haciendo una suplencia a Mary Rivera. En ese momento se ofreció el cargo a los profesores más antiguos, y luego de que algunos colegas lo rechazaran, Cavadini aceptó. El rector por entonces era Alberto Merino.
“En 1991 jubilaron de oficio a muchos profesores entre ellos, a Alberto Merino, y como yo estaba como vicerrector, me hice cargo de la rectoría”, explica Horacio.
Al principio estuvo solo y más adelante fue su vice María Lidia Karlen de Pizzala. Durante un tiempo fue interino en el cargo, hasta que se resolvió el pase de las escuelas nacionales a la órbita de la provincia, lo que derivó en un nombramiento masivo, que incluyó el de Cavadini como rector titular del establecimiento.
En ese puesto estuvo veinte años, hasta que se jubiló, en 2010.

Su gestión
Al momento de evaluar su gestión al frente del Colegio Nacional, Cavadini señala: “Fue una época de muchos cambios, desde la evaluación y los planes de estudio, hasta pasar de cinco años a tres años de secundaria. Yo puse lo mejor de mí y formé un equipo de trabajo con profesores y colaboradores que fue muy importante, porque uno no puede hacer las cosas solo. Y llegamos a tener hasta 800 alumnos”.
Horacio no tenía una “vocación” como directivo, pero “las cosas se fueron dando” y abrazó esta actividad con mucha pasión. “Para hacer esto hay que ser un buen administrador –dice– y moverse dentro de un marco normativo que regula el funcionamiento del sistema educativo. Y también canalizar todas las inquietudes de profesores y alumnos que puedan ser bienvenidas. Insisto, esto sólo se puede hacer con un grupo que colabore. Además, uno trata de ser lo más justo posible cuando hay que tomar alguna determinación, fundamentalmente en el caso de la disciplina”.
En cuanto a su relación con el alumnado, asevera que no le gustaba “el amiguismo, aunque tampoco era un régimen militar”, por lo que siempre trató de “ser equilibrado” en su función. “Hoy me encuentro con muchos ex alumnos que siempre me tratan muy bien”, agrega.

Balance
“Uno se enamora de su escuela, uno entra allí y siente que es suyo, como si fuese su casa. Para mí, el Nacional es como mi casa”, asegura Cavadini al evocar sus años en la institución.
Y a la hora de hacer un repaso de su trayectoria, concluye: “Si bien se han pasado momentos difíciles, la docencia me ha permitido, junto con mi señora, tener una familia, educar a mis hijos y que ellos vayan a estudiar. Además, creo que todo aquello que yo hice es reconocido por los alumnos cuando los cruzo por la calle, no tengo enemigos, al contrario, son muchos más los conocidos y amigos que tengo de ahí adentro, es decir que es un balance positivo”.

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