SALUD

Bulimia y anorexia: Males que también llegan con la primavera

Con la estación del amor y la proximidad del verano cambia la moda, se impone tomar sol para verse atractivo y “saludable”, la cercanía de las vacaciones se palpita en el aire y hay un mayor estímulo a mostrar el cuerpo. Quizá por eso muchos jóvenes se abalanzan al gimnasio y comienzan dietas que prometen bajar mucho peso en poco tiempo. Los riesgos.

En esta época del año las consultas de padres por casos de bulimia y anorexia crecen hasta un 20%. Este fenómeno estacional, más intenso en el sexo femenino y en las adolescentes, hace que muchos padres se acerquen a las instituciones médicas para indagar sobre patologías alimentarias.
Al principio, cuando escuchan a sus hijos hablar de dietas y de cuidarse con la comida, no les parece nada extraño. Pero cuando los padres están atentos a sus hijos y lo que pasa en sus vidas,  pueden detectar los indicadores de estos trastornos alimenticios: si hay cambios en la manera de ingerir comidas (comen compulsivamente pero no engordan, por ejemplo, o si “juegan” con la comida en el plato pero en definitiva ingieren muy poca cantidad), si realizan comentarios despectivos acerca de su talla y su peso, sobre  “cómo les queda la ropa”… O si dedican una desmesurada atención a los parámetros de belleza de los medios de comunicación, por ejemplo.
A esto se suman ciertas características de personalidad como baja autoestima, el afán de ser perfectos, un alto nivel de exigencia y autocrítica, y la dificultad para expresar emociones. Todos indicadores de que algo no está bien.
Cabe señalar que la bulimia y la anorexia son las alteraciones alimentarias más comunes de la conducta, que se manifiestan en el acto de comer.
Aunque se refieren al acto de comer en realidad no tienen relación directa con la comida, su raíz está en el miedo a vivir y a crecer. Las señales más claras de estas enfermedades se descubren a través del rechazo a mantener el peso corporal por edad y talla, lo que ocasiona una pérdida importante de peso.
El paciente suele no tener conciencia de la enfermedad, no estar interesado en curarse,  no sincerar sus síntomas, y no cumplir con las  prescripciones médicas.
Algunas de las expresiones que se suceden son el temor intenso a  engordar, la alteración de la imagen del cuerpo – en la que la persona  se ve o se siente gorda a pesar de estar muy delgada-, la presencia de amenorrea en las mujeres (ausencia de al menos tres ciclos menstruales  consecutivos), la presencia de atracones recurrentes en los que la persona siente que pierde el control sobre la comida, la aplicación de  conductas compensatorias siempre peligrosas como son los vómitos, el  abuso de laxantes o diuréticos, el excesivo ejercicio físico, ayunos y la ingesta de diversos fármacos “adelgazantes”. La obsesión por el cuerpo y comida está siempre presente y determina las alteraciones en la conducta.
Ante la preocupación de los padres, es importante remarcar que esta es la época de prevenir. Es el momento de preguntarse si obsesionarse con estar flaca tiene sentido, cuando las consecuencias pueden ser tan serias: alteraciones de la piel, caída del cabello,  trastornos gastrointestinales, pérdida de la menstruación hasta por varios meses.
En los casos más severos, una persona anoréxica puede  llegar hasta a dejarse morir de hambre.
Los desórdenes alimentarios esconden distintos conflictos afectivos, y su tratamiento es complejo.
En principio, quienes tienen hijas en edad del colegio secundario deben procurar transmitirles una imagen corporal saludable, mostrándoles hábitos sanos de comida, día a día y en casa.
Por ejemplo comer en familia, no obsesionarse por los alimentos light o bajos en calorías, no establecer que alguien “está bárbara” porque “está re flaca”, y ofrecerles alimentos variados y nutritivos en distintas preparaciones.


Por: doctora Mabel Bello (Matricula 36.440), directora medica de ALUBA (www.aluba.org.ar) y ABINT (Centro de atención integral de Anorexia Nerviosa y Bulimia)

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