LA INSTITUCIÓN EDUCATIVA CELEBRA SU ANIVERSARIO

Colegio Marianista: 50 años en Junín

La historia de un establecimiento emblemático de la ciudad que llega a medio siglo de vida institucional. Cuál es la actualidad de la entidad. El lema de la entidad para este aniversario será: “Pasión por educar en familia”. Cómo será el Congreso Pedagógico organizado con motivo del cincuentenario.

A diferencia de lo que ocurrió con otras congregaciones religiosas, que viajaron a América motivados por impulsos misioneros o con la idea de acompañar a sus migrantes –como fue el caso de los Palotinos–, los Marianistas que llegaron a Argentina en los años 30 vinieron buscando un lugar en donde pudieran refugiarse durante la Guerra Civil Española.
El padre Luis Casalá, capellán del Colegio Marianista de Junín, cuenta que los primeros religiosos de la comunidad tenían “la idea de fundar un colegio, de ofrecer educación”, pero sin “una actitud de expansión”.
Así nació el Colegio Marianista en Buenos Aires. Pero recién en 1963 tomaron la decisión de abrir otro colegio en un lugar diferente.
De esta manera, se establecieron en Nueve de Julio. “Corrían aires nuevos –explica Casalá–, era una época cercana al Concilio Vaticano II, y había ganas de salir de la Capital. También había cambiado la mentalidad de los primeros Marianistas que llegaron a la Argentina”.
Con todo, en 1963 comenzó la actividad de su colegio en Nueve de Julio y dos años más tarde, llegaron a Junín.

Primeros años en Junín
Para fundar el nuevo colegio llegaron los religiosos marianistas Fermín Fernández y Lorenzo Aspe.
Casalá señala que “en Junín hubo otra visión, porque acá se empezó a trabajar con el Instituto del Profesorado Junín, y a la congregación le interesaba dar el salto a la educación terciaria”.
Por tal motivo, el colegio abre como un Departamento de Aplicación de dicho instituto y así se mantuvo durante algunos años.
Monseñor Domingo Cancellieri ofreció el Ateneo Parroquial Estrada para organizar el departamento, y esa fue la base de un primer grupo de 48 alumnos fundadores del Colegio Marianista “San Ignacio”.

Edificio propio
La obra marianista fue creciendo en la ciudad y se hizo imprescindible tener un lugar propio. Para ello, les fue cedido un terreno perteneciente a la “Fundación Ataliva Roca”, que era media manzana sobre las calles Arias y Carlos Tejedor. La otra media manzana la ocupaba la “Casa del Niño”.
El arquitecto Luis Jorge Mouzet, antiguo alumno de Buenos Aires, fue el encargado de idear y levantar el primer pabellón del nuevo colegio. Los constructores fueron los hermanos Arbués, vecinos del lugar.
El edificio se inauguró en 1969 y en ese entonces el colegio ofrecía cinco cursos de bachillerato comercial y el primer grado del primario.
El Colegio siguió creciendo, por lo que se necesitó más espacio aún. Entonces, hubo un acuerdo con la municipalidad y también quedó para el Marianista la otra mitad de la manzana.

Desarrollo pedagógico y comunitario
Con ese espíritu comunitario, en agosto de 1970 se adquirieron unas hectáreas en la periferia de la ciudad para armar un complejo deportivo. Los padres de alumnos, integrados a la labor del Colegio encontraron en dicho campo el lugar propicio para su colaboración y participación, forjándose de esta manera el alma de una comunidad educativa ideal.
En el año 1973 el colegio de ser exclusivo para varones  pasó a ser mixto en el secundario, una medida que se extendió al primario en 1975.
Al finalizar la década de 1970, la institución deja de ser Departamento de Aplicación del Instituto del Profesorado Junín, y adopta definitivamente la denominación oficial de Colegio Marianista “San Ignacio”.
Ya en 2004, el Colegio Marianista de Junín acrecienta su oferta educativa y surge el Nivel Inicial con las salas de 3, 4 y 5 años.
En la actualidad, la institución cuenta con más de mil alumnos en sus tres niveles educativos.

Sus particularidades
Dentro de una variada oferta educativo religiosa, el Colegio Marianista de Junín tiene sus particularidades. Y así lo entienden sus autoridades.
En tal sentido, el rector de la institución, Leandro Ruiz, hace un repaso por la historia marianista en Argentina y afirma: “En Capital uno podía ver una muy grande y muy variada oferta educativo religiosa, y claramente había instituciones que marcaban una línea en donde lo educativo iba de la mano con una misión de evangelizar a través de una vivencia de la fe muy encarnada en el compromiso social, en los valores del evangelio que tienen que ver con la justicia, con el compromiso, con el servicio y con la solidaridad. El Marianista estaba dentro de este grupo que marcaban esta tendencia en la década del 70, y esto es lo que se ha replicado en Junín. Hubo una impronta muy fuerte que los Marianistas transmitieron, donde claramente hay una postura religiosa de apertura a la comunidad, donde todo el mundo se sintiera bien acogido, acompañado, escuchado, pero al mismo tiempo, una doble actitud de armar una comunidad pero para salir, ir hacia afuera, con una impronta muy fuerte de servicio concreto en barrios, y así fue como acá trabajamos en los barrios Progreso, Emilio Mitre, Campo la Cruz y tantos otros lugares”.
Para los directivos, fomentar el compromiso social y tener una participación activa en este aspecto, es una idea central de los marianistas. “Nosotros adoptamos las leyes, la pedagogía y las particularidades de cada país del mundo en el que estamos –explica Casalá–, pero tenemos una filosofía común que se aplica a todas las obras educativas de todos los niveles. Entre sus cinco principios, está ‘el trabajo por la justicia, la paz y la integridad de la creación’, así que es una característica de los marianistas, con los matices propios de cada lugar”.
El sacerdote asegura que “hay dos cosas fundamentales” que ofrecen los marianistas a su comunidad: “Por un lado es esta función más social, explícitamente social, que se traduce en acciones concretas, por ejemplo, todos los viernes los chicos van a hacer apoyo escolar al barrio Mitre, todos los sábados van docentes y padres al Campo La Cruz, o tenemos un proyecto de panificación solidaria en la cárcel. Y también están las cosas extraescolares: las experiencias de la casa Marianista de Córdoba, campamentos, toda la primaria tiene una vez por mes una salida al Campo de Deportes, con los problemas burocráticos que eso supone hoy en día, pero esto nos permite que los chicos tengan otro tipo de experiencias pedagógicas, que abran sus horizontes, que se abran a otros contextos”.
Por su parte, Ruiz añade que “siempre hubo” entre todas las obras educativas marianistas de Argentina “intercambios de experiencias de alumnos, de docentes, de directivos, y eso sigue vigente, lo que asegura recrear, revisar, cuestionar, preguntarnos y pensar caminos juntos”.
Desde su análisis, “esto es algo muy rico y forma parte de lo que este colegio tiene para ofrecer”. Y concluye: “No es un proyecto de una, dos o tres personas, hay una historia, un presente y una continuidad que está asegurada por lo que hoy se llama la Red Educativa Marianista (REM). No hay proyectos individuales, es una construcción comunitaria”.

Actualidad
A cincuenta años de su llegada a Junín, las autoridades marianistas evalúan cuál es la actualidad de la institución.
“Es un momento de estabilidad y de consolidación”, dice el padre Luis Casalá, y amplía: “Nuestro mayor desafío ahora es el de integrar la dimensión pedagógica con la de la fe, la misionera y demás. A partir del proyecto educativo pastoral queremos que cada docente entienda que, desde su lugar, es un testimonio cristiano. Es un desafío muy importante, el de poder anunciar a Jesús, y que no escapa a los desafíos que tiene la Iglesia hoy, en un mundo tan secular, donde los valores están tan lejanos al Evangelio. El otro reto lo expresa bien el Congreso, que habla de nuevas subjetividades, que son estas nuevas identidades que aparecen en las personas, en los adolescentes, en el género, en las familias, y la pregunta es cómo posibilitar el encuentro educativo, si esto nos ayuda a encontrarnos o a desencontrarnos. Nosotros buscamos formar comunidad, que es parte del carisma: ser familia. Por eso el lema es ‘pasión por educar en familia’, pero hay que pensar qué es la familia hoy. El desafío fundamental nos lo plantea la cultura”.
Del mismo modo, Leandro Ruiz –que además de rector es docente y psicólogo–, coincide en que el colegio está “consolidado en la ciudad, con una oferta educativa propia”, y destaca: “Estos 50 años son un punto de llegada donde se reconoce la trayectoria de todos los que estuvieron antes, porque nos consideramos herederos del trabajo y la generosidad de muchas personas. Pero también es un punto de partida, con muchas expectativas y con la idea de que vienen tiempos mejores. Nosotros agradecemos a la sociedad juninense, a las autoridades educativas y a las de la Iglesia, y esperamos que podamos hacer nuestro aporte para que Junín sea una ciudad donde podamos convivir de la mejor manera posible, donde podamos tener proyectos personales de vida, pero también comunitarios. Nadie es feliz si no piensa en el otro, si no mira la necesidad del otro y a través de esta mirada es que seguimos abriendo las puertas a la ciudad”.

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