Hijo de un jornalero y una ama de casa, Horacio Castillo nació en Junín, pasó su infancia en el barrio Nuestra Señora de Fátima y desde muy chico debió salir a trabajar.
A los 13 años ya vendía naranjas en la puerta de la cancha de Sarmiento. Posteriormente pasó por diferentes empleos, hasta que se volcó a la venta ambulante, actividad que realizó hasta los 35 años.
“En los pueblos la gente es abierta y las puertas se abren de manera generosa”, recuerda sobre sus años de vendedor.
Peluquero
Hace 17 años, Castillo resolvió seguir una vocación que había mantenido desde la adolescencia, cuando pensaba que sería una buena opción trabajar como peluquero. Con 35 años, se decidió: “Dejé la venta ambulante, planté bandera, hice el curso con Ricardo Castillo, un colega de Junín, y después de trabajar con él un tiempo muy corto, abrí mi propio local”.
Según dice, “fue un cambio muy fuerte”.
En los primeros trabajaba mucho cortando el pelo a domicilio, que en ese momento “fue una herramienta muy importante” para él, y todavía lo sigue haciendo con alguna gente que está enferma o no se puede movilizar.
“Yo soy un peluquero clásico –enfatiza Horacio–, por supuesto que hago lo que está de moda, pero sé que eso pasa, no estoy desesperado por estar a la vanguardia. Opté por lo clásico, tanto para damas como para caballeros”.
Y concluye: “Si bien hay modas, el oficio sigue siendo básicamente el mismo: está la tijera, el peine y la maquinita, y es algo netamente artesanal. El secreto está en la mano del peluquero”.
Cantor
De chico, a Castillo le gustaba el canto y alguien le enseñó los tonos principales como para tocar la guitarra, pero no tenía otra influencia artística. Nadie en su familia iba por ese camino. “Eso es una cosa que nace de uno”, sintetiza.
Autodidacta, recién se lanzó a hacer algo a finales de los 80, cuando participó en el Primer Festival de la Canción organizado por el grupo Juglares de Junín: “A mí me gustaba escribir e hice algunas canciones, principalmente vinculadas a temas sociales, y me presenté con la primera zamba que compuse, que se llamaba ‘Golpe de hacha’, y estaba basada en los hacheros del Chaco. Fue un acto de inconciencia total, porque nunca me había presentado frente al público. Pero lo hice y así arranqué”.
Durante un tiempo hizo folclore, pero más le gustaba el género melódico de artistas como Yaco Monti o Los Ángeles Negros.
La aparición de las pistas grabadas le permitió explotar esa veta: “Es una herramienta que me permite presentarme y hacer ese tipo de espectáculos, con melódicos, románticos, y también algún tango y folclores, que también me gusta”.
Paco Maracaibo fue un colega que le dio una mano. “Fue mi gran formador”, dice.
Pero también quiso capacitarse en otros rubros que le permitieron completar sus espectáculos. Así fue como hizo, a través de la Dirección de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires, los cursos de ‘Animador y Coordinador de Eventos’, ‘Recursos Humanos y Relaciones Públicas’, y ‘Oratoria, Comunicación y Desarrollo Humano’.
“Eso me fue muy útil para aprender a comunicarme con la gente”, asegura.
Iniciativas
Sus inquietudes artísticas traspasaron el canto y tuvo diferentes iniciativas que buscaron, principalmente, darles un lugar a los artistas locales.
Inauguró el Espacio Cultural La Corchea para impulsar a referentes de distintas disciplinas, como música, plástica, actuación, poesía, y otras.
Luego, La Corchea pasó a la televisión, a través de un programa también destinado a artistas locales y a la cobertura de eventos musicales que se desarrollaran en la ciudad. Por allí pasaron personalidades de la talla de China Zorrilla, Alejandro Lerner, Los Quilla Huasi, Jaime Torres, Abel Pintos, La Portuaria, entre otros. Además, sumó a su ciclo informaciones sociales y rurales, con un apoyo importante del INTA Junín.
“Después lo hice en radio, con el mismo concepto de promover los artistas locales, donde también incorporé la poesía”, agrega.
Además, realizó el festival “Nuestros Artistas”, con la intención de “mostrar y promover artistas locales”, en ediciones que se desarrollaron en el Club Rivadavia y el Teatro Italiano.
“Fueron lindas experiencias”, sostiene, para luego añadir: “Todos estos proyectos fue para promover la cultura, eso es lo que quiero y lo que siempre quise. Es el lugar donde me siento cómodo”.
Balance
Castillo afirma que en el canto, mezcla “mucho” de lo que aprendió “en la calle y tocando timbres”. Y afirma: “Para mí, cantar es una liberación. Y los aplausos son muy lindos porque significan la aprobación de la que uno hace”.
Con todo, al momento de hacer un balance, declara: “No está mal el recorrido porque fue como lo planifiqué. Yo no quiero estar cantando todos los días, me es suficiente con una o dos actuaciones por mes. No me interesa tener todos los fines de semana cubiertos porque no quiero cansar a la gente. Y estoy conforme porque la música la complemento con mi trabajo y tengo el resto del tiempo para mi familia y la peluquería”.
CANTANTE, PRESENTADOR Y PROMOTOR DEL ARTE
Horacio Castillo: “Para mí, cantar es una liberación”
Empezó con el folclore pero se inclinó por el género melódico. También tuvo varias iniciativas para impulsar artistas locales. Además, es un reconocido peluquero, una profesión que abrazó luego de pasar por distintas actividades.
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