RECONOCIDO TITIRITERO DE UNA EXTENSA TRAYECTORIA EN JUNÍN

Guillermo Mucci: “Es cierto que los títeres cobran vida”

Lleva más de 40 años en este oficio y actuó en escenarios locales y de la zona. Afirma que “hay un punto en el que la marioneta deja de ser de cartón o de goma espuma”. También fue docente y formador de jóvenes en esta disciplina.

Guillermo Mucci nació en el seno de una familia en la que el arte era moneda corriente. Así como su padre siguió la carrera militar para formar parte de la banda como trompetista, sus hermanos también se apoyaron en la cultura: uno era actor, otra estuvo vinculada al teatro desde que era muy joven y su hermana menor se dedica a las artes plásticas.
Por eso no resulta extraño que Guillermo desarrollara una actividad de esas características, que en su caso son los títeres.
Es que también había una vinculación con las marionetas dado que su abuelo materno las hacía con trapos y géneros, y les enseñaba eso a sus nietos.
Una vez terminada su escolaridad, Guillermo se fue a Rosario a estudiar Psicología, y ahí retomó su vieja pasión titiritera.

De Rosario a Junín
Permaneció en la facultad de Psicología entre 1973 y 1976, año en que dejó porque, según dice, “era bastante dificultoso”, dado que la dictadura, desde su comienzo, persiguió particularmente a los estudiantes de ciencias sociales.
Allá se casó, tuvo sus hijos, y pasó por varios trabajos. “Estuve picoteando por diferentes lugares”, recuerda.
En un momento estaba en una empresa constructora de Rosario que fue la encargada de llevar a cabo la construcción de la aceitera de Junín, entonces Mucci vino atrás de ese proyecto, y luego se quedó.
Acá siguió trabajando en la construcción, más tarde en otras empresas, un tiempo en el campo, e hizo “de todo un poco”.

El oficio de titiritero
Para entonces, hacía mucho que había retomado su pasión por los títeres.
Estando en Rosario decidió capacitarse y cuando dejó Psicología ingresó en la Escuela Nacional de Títeres. “Pensé que iba a ser más tranquilo en lo político pero, por el contrario, fue peor”, asegura.
No obstante, ahí estuvo tres años y cursó materias que iban más allá de la fabricación de títeres, porque también estudió técnicas de la voz, foniatría, historia del teatro infantil, música, ya que “era una escuela muy profunda en sus contenidos”.
En Rosario logró desarrollarse como titiritero con continuidad, y cuando regresó a Junín, buscó un lugar donde poder ejercer su arte. Recaló en el Taller Municipal de Títeres, permaneció un tiempo, compartió algunas experiencias y siguió su camino.
Así nació su grupo ‘Cielo y Manzana’ que, desde sus inicios hasta hoy, fue variando en sus integrantes. En la actualidad cuenta con cinco miembros, entre ellos, dos de sus hijas.
Desde entonces y hasta hoy, no paró nunca. “Solamente en mi etapa en Rosario pude vivir de esto, porque era económicamente redituable ya que se había armado un circuito”, explica.
Sin embargo, la pasión por esta actividad hace que siga adelante. Así fue como se presentó en Junín, Chacabuco, Rojas, Pergamino, Lincoln, General Pinto, Los Toldos, Baigorrita y toda la zona. Además, participó en festivales y encuentros de teatro y de títeres.

Títeres
Mucci señala que “hay distintos tipos de títeres”, como manoplas, marionetas, puppets, marotes, y “cada uno tiene un lenguaje diferente y una técnica distinta para ejecutarlos”.
En tal sentido, comenta que el que más utiliza él es el marote: “Es el que tiene tamaño natural y se pone una mano en su guante y otra en su boca, y es algo maravilloso que me permite desplazarme, ir y venir”.
Autor de sus propias obras, asevera que estas son para todo público: “Son para niños y adultos porque lo que hay son lecturas diferentes, entonces el chico mira una cosa y el mayor puede tener una visión más profunda. Lo ideal es tratar de que todos se lleven algo”.

Docencia
Como docente en su rubro, Mucci comenzó en los talleres municipales “formando grupos en los barrios”. Según dice, “es algo muy interesante”, porque “se trabaja con chicos que tal vez ni siquiera han tenido oportunidades de estar en contacto con alguna actividad artística, y el hecho de que pueda construir su títere, poner en marcha una obra y representarla es muy importante”.
En 2001 ingresó a la Escuela de Teatro, donde dio la materia de títeres, hasta el año pasado, cuando “hubo un cambio en el perfil de la carrera y ya no está más esta materia”.

Balance
Mientras se dedica al fortalecimiento de su grupo y prepara una nueva obra, Mucci destaca dónde radica la potencia de esta disciplina: “Nosotros decimos que el títere cobra vida, y es cierto. Hay un punto en el que el títere deja de ser de cartón o de goma espuma y el público lo ve como un personaje, tiene esa capacidad de hacerte creer que está vivo. Y eso es lo que se busca, que el espectador vea ‘vida’ ahí”.
Con todo, al momento de hacer un balance de su trayectoria, señala: “Uno ve que siempre le falta; más allá de los 40 años de actividad y de que he contribuido a fomentar esta disciplina, porque creo que no debe haber escuela o jardín por el que yo no he pasado, y eso es valioso”.

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