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PUNTOS DE VISTA

Grecia y el mensaje de la democracia de Europa

“Grecia es el país que dio origen a la democracia y, por lo tanto debería dar una respuesta vibrante de democracia a la comunidad europea e internacional.” Así se expresó el Premier Alexis Tsipras ante el parlamento de su país el pasado sábado 27 de junio. Intentaba Tsipras alentar la participación en el referendum del próximo domingo en el que los ciudadanos griegos votarán por el Si, o el No a los ajustes propuestos por los acreedores de su país.
La reunión con el Eurogrupo, de hecho, no tuvo éxito para el Premier porque las medidas que Europa propuso fueron de austeridad (o “austerity”), término que ha significado una pesadilla durante los siete últimos años para todos los países europeos, sobre todo para Grecia, Italia, España, Portugal.
Detrás de ese anglicismo están las medidas de restricciones económicas, que han llevado a un empobrecimiento del cincuenta por ciento de la población. Entre estas citamos: la desregulación del mercado laboral, los recortes de las pensiones, los nuevos descensos en los salarios del sector público, el aumento del IVA en los alimentos, en algunos sectores de esparcimiento (restaurantes y turismo) y la supresión de la desgravación fiscal a las islas de Grecia.
En este sentido, los miembros de la Unión Europea no se han manifestado en forma armónica, pues parecen totalmente desinteresados en el futuro democrático de Grecia y de la Unión misma.

Nacionalismo
La Unión se ha convertido en una estructura económica “fanta-financiera” que se está alejando de sus grandes conquistas de democracia social, de progresiva eliminación de las desigualdades y está volviendo hacia un nacionalismo exasperado entre países que reivindican su papel fuerte en comparación con otros, sin respetar la igualdad política de todos miembros.
Entonces, no parece tan fuera de la realidad la propuesta de Tsipras al pedir un referéndum para que los ciudadanos de su país puedan elegir democráticamente su futuro.
Es verdad que Grecia tiene una deuda pública muy alta, pero es también verdad que todos los países europeos la tienen y que Grecia representa solo el dos por ciento de la economía de la UE con un PIB que representa el uno por ciento del total de la región.
Si la crisis de la democracia depende de sus estructuras internas, de la autonomía de ciertos aparatos del Estado (opacidad, burocracia, restricciones del garantismo), de la formalización de las instituciones representativas que pierden poder de decisiones real y capacidad de control y del distanciamiento entre el poder y la sociedad (N. Bobbio), entonces la Unión Europea está en plena crisis democrática.
Tsipras, junto con su Ministro de la economía, Yanis Varoufakis, son los únicos que tuvieron el coraje de denunciar esta situación como intolerable, a través de una instancia de democracia popular: un simple referéndum.
La dura respuesta del Eurogrupo ha sido un síntoma de la intolerancia y de la incapacidad para resolver los problemas de un país miembro, a la vez que expresa la sumisión del sistema financiero del Banco Central Europeo al Fondo Monetario Internacional.

Valores
Si es verdad que “la Unión se fundamenta en los valores de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y el respeto de los derechos humanos”, a través de “el pluralismo, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la no discriminación” y que sus objetivos son “promover la paz, sus valores y el bienestar de los pueblos”, así como prevé el preámbulo y el texto del Tratado sobre la Unión Europea (todo lo cual ha sido citado por el griego Tucídides: “Nuestra Constitución (...) se llama democracia porque el poder está en manos no de unos pocos sino de la más grande”), entonces Tsipras está en el camino justo.
Ahora el desafío es: ¿los otros países miembros serán conscientes de la responsabilidad política común que los tiene adentro de la Unión o estarán discutiendo entre ellos, excluyendo a Grecia, solo para mantener una confianza internacional de los mercados financieros?
¿Serán Rusia o China los que tengan que intervenir en esta debacle de la Unión Europea?
Podemos afirmar que el sueño de Altiero Spinelli para una Europa libre, unida y federal está muy lejos.
Nos queda, entonces, pensar en el nuevo sueño de Eurasia.<

(*) La autora es miembro del Departamento Europa del Instituto de Relaciones Internacionales de la UNLP.

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