SE DESEMPEÑO DURANTE 30 AÑOS EN LA FUERZA

Roberto Di Pierro: “Es un gran orgullo haber sido bombero”

Como servidor público, participó en numerosos siniestros producidos en la ciudad y fue un destacado representante de la institución. Además, tiene un estrecho vínculo con la Laguna de Gómez, sobre la que está haciendo una investigación.

Hijo de un ferroviario y una comerciante, Roberto Di Pierro nació en Junín.
Acá hizo la primaria en la Escuela N° 1, pero al momento de empezar la secundaria fue un solo día, y enseguida se puso a trabajar en el almacén de la familia.
“Yo hacía el reparto que llegaba hasta el Barrio Real, todo el sector del Regimiento, y más”, recuerda.
Ahí estuvo hasta sus 24 años, cuando cerró el negocio. Entonces ofreció sus servicios para trabajar en diferentes lugares. Y a pesar de tener varias ofertas laborales para desempeñarse en comercios importantes, siguió el consejo de su padre y su tío Carlos Foti, jefe de Bomberos por entonces, quienes le sugirieron ingresar a la fuerza.

Bombero
Di Pierro entró a Bomberos el 5 de noviembre de 1971, luego de hacer la capacitación en Infantería.
“Me habitué enseguida”, dice. Estuvo casi tres años como chofer y luego quedó asignado al cuartel, donde desarrolló su carrera haciendo diferentes actividades.
“En ese momento –rememora– había muy poco en el cuartel: dos camiones Internacional, y un camión Dodge modelo 68”.
Arrancó “en la bomba”, donde consolidó su formación, pero también estuvo en el taller mecánico, como pintor, y pasó por todos los lugares posibles dentro de la institución.
Según dice, en esos años había “mucho más trabajo”, que luego fue aminorando, a partir de la llegada del gas natural, porque esta prestación hizo que disminuya mucho la cantidad de incendios: “Las estufas a kerosene o a leña generaban muchos problemas, y la gente tenía menos experiencia, hoy en día hay muchas charlas y cursos de prevención”.
Entre los más complejos, recuerda a “los incendios de pastos, de montes o de sembrados” que “son muy difíciles”, según dice.
“También había mucho rescate de animales –agrega– porque en aquel tiempo los pozos ciegos se tapaban con chapas y palos, y en cualquier casa había un pozo, y también en muchas había vacas o caballos. Eso ahora sucede muy de vez en cuando”.
En tanto, para los rescates en accidentes de tránsito contaban solamente con un par de barretas y una pinza. “Se hacía todo con amor propio”, resume.
Es que con el tiempo fueron incorporando otro instrumental: amoladora a motor con disco, tijeras neumáticas, expansores, o mini cojines con los que se puede levantar hasta una máquina de tren.

Su participación
Di Pierro enumera algunos de los incendios más importantes en los que participó: “En la tienda El Hogar, un domingo en el que no había presión de agua; en el sótano de Mastromauro, cuando se incendiaron los artículos de limpieza; en Maulini, que se originó cuando movieron una estufa, un lugar lleno de plástico y cartón; en la Lestar Química; en la aceitera; en el poliducto de YPF, cuando se prendió fuego un camión que estaba cargando; en el depósito de Bringeri, que fue una Navidad o Año Nuevo; en la estancia La Victoria, cuando se incendió un lugar donde había cinco mil fardos”.
En este último Di Pierro se perforó los dos pulmones por un espasmo.
“Después –continúa– en los talleres ferroviarios siempre había incendios, y en viviendas particulares, incontables, y uno lo sufre como si fuera de uno. Es tremendo cuando uno ve como queda todo”.
También colaboró en el rescate de Cristian Quiroz, en San Nicolás, un caso producido en 1998, que tuvo gran trascendencia en los medios nacionales, cuando un chico se cayó en un pozo muy angosto, de 30 metros de profundidad.

La profesión
Di Pierro sostiene que muchos de los siniestros se producen por falta de conocimiento: “Los incendios con las estufas se solucionan con una manta para ahogar el fuego, o sacándola con un palo para afuera, pero la gente atina a tirarle un balde de agua, ahí se expande el kerosene y se prenden cortinas, puertas y toda la casa”.
Esos conocimientos se los dieron los años de experiencia en Bomberos, donde alcanzó el cargo de Suboficial Mayor, el último de la carrera al momento que se retiró.
Con 30 años en la fuerza, sentencia: “El riesgo no me da miedo, uno se habitúa”.

Laguna de Gómez
La relación de Di Pierro con la Laguna de Gómez es muy estrecha y viene de familia, ya que su abuelo era el dueño de esas tierras.
Por tal motivo, está haciendo un trabajo de recopilación de información sobre el Parque Natural, de manera de plasmarlo en un texto porque, según dice, “muy pocos saben la historia de ese lugar”.
Su vínculo se mantuvo inalterable por años, y forma parte de la comisión directiva de la sociedad de fomento de la Laguna desde sus inicios.

Balance
Luego de 30 años prestando servicios y su posterior jubilación en 2001, Di Pierro es un activo colaborador de la Cooperadora de Bomberos.
Es que en todo este tiempo, su profesión le dio “más gratitudes que ingratitudes” y afirma que “hay un reconocimiento de la ciudadanía hacia los bomberos”.
Por eso, al momento de hacer un balance, concluye: “En esto siempre hubo mucho amor propio. Para mí es un gran orgullo haber sido bombero y haber podido contribuir en muchos casos para salvar vidas y bienes”.

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