EX COMBATIENTE DE MALVINAS

Carlos Luján: “Los veteranos de guerra somos hermanos”

A 33 años del conflicto bélico, recuerda sus días en las islas. También habla sobre los inconvenientes en el regreso para su reinserción social y laboral. Además: el reconocimiento tardío y su orgullo por haber defendido la soberanía nacional.

Carlos Luján es uno de los 34 juninenses que participaron en la Guerra de Malvinas.
A 33 años de aquel conflicto, repasó junto a Democracia los 32 días que estuvo en suelo malvinense, contó cómo fue su participación en la Primera Escuadrilla Aeronaval de Ataque, recordó el silbido de las bombas y el temblor del piso, y también dio cuenta de las dificultades del regreso, los años de silencio y el reconocimiento tardío.

Aviación naval

Cuando Luján tenía 15 años se sintió atraído por la actividad de un primo suyo en la Marina y decidió enrolarse también él.
En 1977 cursó diez meses en la Escuela de Mecánica de la Armada y luego pasó a la base aeronaval Punta Indio, donde hizo su carrera de suboficial como mecánico. “A mí me gustaban los aviones así que seguí aviación naval”, cuenta.
Tenía 19 años cuando fue a la guerra. Dos semanas antes de aquel 2 de abril de 1982 llegó a Punta Indio la orden de organizar todo como para ir a un ejercicio a la base aeronaval de Río Grande. “Nos llamaba la atención la cantidad de cosas que llevábamos, trasladando ocho aviones con repuestos, armamentos y todo”, recuerda Carlos.
La delegación estaba formada por 20 pilotos y 40 mecánicos.
Fue en aquel lugar donde se enteró que al Gobierno había decidido recuperar las Malvinas.

A las islas

Luján cruzó a las islas el 12 de abril. “Cuando se estaba decidiendo quién iba a ir, todos levantamos la mano –explica– porque queríamos defender lo nuestro, lo que nos corresponde por soberanía, por historia”.
Es que, según dice, “con 19 años, uno no tenía noción de lo que era una guerra”.
Allí fue mecánico en la Primera Escuadrilla Aeronaval de Ataque.
“El bautismo de fuego lo tuvimos el primero de mayo, que fue el primer ataque inglés al aeropuerto”, rememora.
Desde entonces, los ataques fueron incesantes: “A partir de ahí convivimos con el peligro. Teníamos trincheras en las que nos metíamos cuando había alerta roja. Además teníamos armas, pero eran personales, porque la defensa del aeropuerto estaba a cargo del Ejército y de la Fuerza Aérea”.
En cuanto a sus compañeros, Luján remarca que su escuadrilla perdió tres aviones con sus pilotos, y no tuvo más bajas.
En su relato, Carlos asegura que el temor se iba perdiendo con el paso del tiempo: “Uno le tiene miedo a las bombas los primeros días, después uno se habitúa a los ruidos, a las sirenas de las alertas, a que se mueva el piso, y así fueron pasando los días. Por supuesto que uno quería que terminara, me acuerdo de los bombardeos navales, que se siente como en las películas, un silbido y luego la explosión”.

Cese del fuego

Fue el comandante de la escuadrilla, el capitán Molteni, quien les informó que el gobernador de las islas, Luciano Benjamín Menéndez, había firmado el cese del fuego el 10 de junio.
Su grupo se mantuvo en el aeropuerto cuatro días más, bajo la custodia de los ingleses.
Después los embarcaron en el buque Bahía Paraíso y los llevaron a Puerto Madryn. De ahí volvió a la base aeronaval Punta Indio.

La vuelta

Terminada la guerra permaneció en Punta Indio hasta 1984, cuando pidió la baja y regresó a Junín. “Nadie nos daba laburo porque habíamos estado en Malvinas”, comenta.
Después de un tiempo pudo entrar a la Lestar Química, donde estuvo nueve años. Aunque una anécdota describe el silencio que había en torno a la guerra en aquel tiempo: “Durante seis años estuve junto a un compañero, compartiendo el turno, y con él hice una gran relación, tomábamos mate, conocíamos a la familia uno de otro, y nunca supimos que ambos habíamos estado en Malvinas. Cuando fui a mi primera reunión de ex combatientes, ahí lo encontré”.
Es que la sociedad les daba vuelta la cara. “Con todo lo que habíamos pasado nosotros, no queríamos decirlo, en aquellos primeros años, a nosotros nos escondían”, explica Carlos.
Reconocimiento tardío
Luján dice que recién en la segunda presidencia de Carlos Menem les dieron “una pensión de 200 pesos”.
Para entonces, los 30 sobrevivientes de la guerra de Junín habían armado el Centro de Veteranos.
“Un salto que dimos fue a partir de la presidencia de Néstor Kirchner, que nos mejoró la pensión y se creó una subdivisión dentro de PAMI para los veteranos de guerra”, puntualiza Luján.
Y asevera que “ahora hay un cambio del 100 por ciento de la sociedad”, que los mira “de otra manera, con otro reconocimiento”. Y agrega: “Nos aplauden y nos vitorean como héroes, pero nosotros decimos siempre que los héroes son los 649 que quedamos allá”.

Orgullo


Al momento de hacer un repaso de lo vivido, Carlos se apoya en sus compañeros y señala: “Los veteranos de guerra somos hermanos, porque sabemos que todos hicimos algo para defender lo nuestro. Las Malvinas han pertenecido y siempre pertenecerán a la Argentina. El que estuvo ahí lo siente así, el que pisó la turba y sintió el frío, el agua y la escarcha, se siente orgulloso de haber estado allá”.

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