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NEGOCIOS AGROPECUARIOS

Los impuestos del campo, “en criollo”

La presión impositiva sobre el campo es extrema y también compleja, lo que provoca al productor agropecuario más de un dolor de cabeza porque necesita dedicar tiempo para interactuar con los profesionales que lo asisten en la intensa tarea de tributar, entre otros conflictos.
Según la Fundación FADA, un productor mixto debe tributar más del 88 por ciento en situaciones normales mientras que excede el porcentaje en catástrofes.
Así lo explicó a NA, Hugo Rossi, uno de los cuatro profesionales que escribieron el libro de reciente aparición “Los impuestos del campo en criollo”.
“Una de las cosas que nos motivaron a escribir el libro es que la expresión tributaria es extrema, entre los inconvenientes para el productor se encuentra que en el Impuesto a las Ganancias no se permiten los ajustes por inflación”, dijo Rossi.
Explicó que con el Impuesto al Valor Agregado (IVA) “el sector vende a un 10,5% del IVA y compra a 21%. Esto genera un crédito que lo tiene el Estado”.
Por ejemplo, en situación de catástrofe sucede que “retenciones, ingresos brutos, tasas municipales, impuestos inmobiliarios, aunque se haya producido mucho menos por hectárea, tienen una incidencia mayor porque no contemplan las pérdidas y por eso aumenta la presión impositiva global”.
La presión en términos numéricos es muy alta, por ejemplo la Asociación de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (AACREA) la calcula en 82 por ciento y FADA en 88 por ciento, pero hay situaciones extremas donde llega al ciento por ciento.
Rossi opina que hay “deformaciones en distintos impuestos, por ejemplo en el impuesto a las ganancias está prohibido por ley el ajuste por inflación, un productor ganadero tiene pagar resultado por tenencias “.
Es decir tiene un rodeo de hacienda determinado al comenzar el ejercicio fiscal, lo mantiene, no vendió animales, pero al finalizar el período, como el precio aumentó y al ser parte de su patrimonio aunque no obtuvo ingresos, debe pagar más.
Ocurre, según palabras de Rossi a NA que “el productor no puede puede corregir en su declaración jurada el efecto de la inflación que aumenta los precios de los bienes que tiene, por ejemplo vacas, termina pagando el impuesto a las ganancias sobre el aumento de valor a pesar de que no las vendió”.
En el IVA se presenta el problema de los “saldos a favor” generados por dos motivos, primero por las retenciones de IVA que hace el fisco en cada operación y que no devuelve en tiempo y forma.
“Además por la diferencia de alícuotas que hay en el agro donde el productor vende sus productos al 21 por ciento y paga gran parte de sus insumos al 10.5, esto genera un saldo de muy difícil aprovechamiento”, reiteró.
El segundo gran arrastre del IVA es el Registro Fiscal de Operadores de Granos que es inconstitucional abiertamente porque no fue creado por ley si no “por resolución de la AFIP y le otorga facultades sancionatorias a la AFIP”.
“En las retenciones, que son los impuestos a la exportación, no se respeta la estructura de costos del productor porque el Estado las percibe o las cobra aunque no haya habido ganancias y además el segundo gran peso que tienen las retenciones es que empobrece a las provincias en beneficio del Gobierno nacional, porque no son coparticipables”, dijo.
Las retenciones son cobradas por el Estado nacional y disminuye la base imponible de otros impuestos que sí son coparticipables.
“Por ejemplo, IVA e impuestos a las ganancias vuelven a las provincias, pero recién se aplican una vez descontadas las retenciones que se las queda el Gobierno central”, añadió Rossi.
Del impuesto a los ingresos brutos sostiene que sus “alícuotas para la actividad primaria, como es el caso del campo, crecieron exponencialmente en contra de lo pactado por la Nación y las provincias en el “Pacto federal para el empleo y del desarrollo de la década del 90”.
“En ese pacto se comprometían a reducir a cero la alícuota de ingresos brutos de las actividades primarias, cosa que no ocurrió jamás”, advirtió Rossi.
Conscientes de la complejidad del tema y para entregar herramientas al productor, los profesionales Santiago Sáenz Valiente, Rossi, Lucio González Bonorino y Gabriel Larrabe realizaron un trabajo que se plasmó en el libro “Los impuestos del campo, en criollo”.
El objetivo es que el empresario del campo pueda entender e interactuar con sus asesores contables y legales para la toma de decisiones.
Para el reconocido contador Sáenz Valiente “la pesada carga proviene de incrementos en impuestos, regímenes de retención que exigen adelantos desvinculados de la real riqueza de las operaciones y distorsiones en la medición de la renta que elevan la tasa efectiva hasta transformarla en confiscatoria”.

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