INMIGRANTE SIRIO

Jorge Kassis: “El origen no se olvida nunca”

A partir del estallido de la guerra civil, emigró de su país y se instaló en Junín, en 1988, con casi toda su familia. Asegura que le gusta mucho “el contacto con la gente de acá”. Ansía que termine el conflicto bélico para ir a visitar a sus hermanas y amigos.

Jorge Kassis recibe a Democracia con un café a la turca, que deja en el paladar un regusto a cardamomo durante un buen tiempo, y una bandeja llena de awame, un dulce típico de Siria. Todo (el café y los dulces) fue preparado por él.
Es que, aunque vive en Junín desde hace más de 25 años, Kassis no dejó atrás ninguna de las tradiciones de su tierra. Ni siquiera la que indica que es el varón mayor de la familia el que debe hacer el café y servirlo a los invitados.
Hasta hace algunos minutos estuvo viendo en su televisor el noticiero de su país, que mostraba los pormenores de una guerra fratricida que mantiene en vilo a Jorge, a miles de kilómetros de distancia de sus hermanas, sobrinos y amigos.
En ese marco, aceptó contar parte de su historia.

Joyero
Jorge Kassis nació en Yabrud, una ciudad siria de unos 40 mil habitantes, ubicada cerca del límite con El Líbano.
Hijo de un albañil, si bien en un tiempo ayudó a su padre como peón, cuando tenía unos 20 años se inició en el oficio de joyero con la persona que después fue su suegro. Aprendió a hacer pulseras, anillos, gargantillas, aros, de todo, trabajado en oro y otros metales, con piedras.
Así fue como puso una joyería importante en su pueblo.
Después de algunos años, aun cuando en su negocio las cosas iban bien, se fue a trabajar en joyería a Kuwait, ya que la zona del Golfo crecía en base al desarrollo petrolero, y Kassis creyó que era una buena oportunidad para hacer una diferencia económica. Desde allí, enviaba dinero a su familia, que había quedado en Siria.
Regresó a principios de los 60 y abrió en Yabrud una joyería más grande de la que había dejado.

Vínculo con Junín
Cuando su hijo mayor, Miguel, terminó el secundario, quiso seguir la carrera de médico, pero no podía hacerla en Siria. A través de un pariente que tenía en Córdoba, Jorge lo envió a nuestro país para que pueda seguir su vocación.
Miguel estudió, se recibió de médico y se fue a Buenos Aires, donde desarrolló su especialidad: la otorrinolaringología. Durante todo ese tiempo, Jorge mandaba plata todos los meses para mantener a su hijo en Argentina.
Miguel trabajó un tiempo en Buenos Aires, aunque en realidad, nunca le gustó la gran ciudad. Por tal motivo, su amigo y colega Juan Carlos Elías lo invitó a conocer Junín, para ver si le podría gustar trabajar aquí.
Jorge vino por primera vez a Argentina en 1980, para visitar a su hijo. Fue entonces cuando acompañó a Miguel a Junín, para conocer la ciudad y analizar la propuesta hecha por Elías. A ambos le gustó mucho la ciudad, y el médico decidió instalarse.
Dos meses más tarde, Jorge regresó a Siria. Gracias a que le iba muy bien en la joyería, pudo mandarle el dinero a su hijo para que se comprara una vivienda.
Todos a Argentina
En el año 1988 vinieron otros integrantes de la familia Kassis.
“Decidimos venirnos por la tranquilidad que hay en la Argentina porque nuestro pueblo es muy lindo, pero en Siria hay guerras constantemente, y queríamos vivir de otra manera”, explica Jorge.
El otro hijo de Jorge, Muafak, luego de aprender él también el oficio de relojero y pasar tres años en el ejército, había venido a Junín a visitar a su hermano y también le gustó esta ciudad.
“Además –agrega Jorge–, nos gustó mucho el contacto con la gente de este lugar. Acá hay otro amor, otro cariño, y no nos sentimos extranjeros. Fuimos muy bien recibidos”.
En Junín, Miguel sigue ejerciendo la medicina, su hermana Mary tiene un kiosco, y Maufak puso una joyería, primero sobre la calle Saavedra y luego en el local que actualmente ocupan, en Sáenz Peña. Y la otra hija de Jorge, Antwanette, vive en Buenos Aires.
Cuando llegó a Argentina, Jorge estaba jubilado y había vendido su joyería en Yabrud. No obstante, desde el primer día y hasta hoy, colabora en el negocio de su hijo. “Lo hace porque él quiere, porque le gusta y necesita hacer cosas”, señala Muafak.

Siria y Junín
Jorge evoca su terruño y dice que Siria “es buena, buena, buena, el problema es que hay guerra”.
Desde que se instaló en Junín hizo viajes periódicos a su país, pero desde que comenzó la guerra civil, hace pocos años, ya no regresó.
Esta situación, por supuesto, lo mantiene muy  preocupado. “Estoy triste, apenado, porque allá están mis hermanas”, se lamenta.
Sus hijos cuentan que Kassis “está todo el día con el teléfono”, tratando de saber cómo marchan las cosas en Siria. Además, con el sistema de televisión satelital cuenta con muchos canales de medio oriente que le permiten estar al día con las noticias de sus pagos.
Con todo, Kassis trata de mantener todas las costumbres y tradiciones de su tierra: hace tortas de trigo, empanadas, hojas de parra, berenjenas rellenas, pasteles especiales, el café turco y todo lo que lo mantiene unido a sus raíces.
“El origen no se olvida nunca –dice–, yo lo quiero para siempre, recuerdo mi pueblo y mi gente. Estoy contento con la decisión de haberme venido acá, aunque pienso en mi país. Cuando termine la guerra voy a ir a Siria porque quiero volver a ver a mis hermanas, a mis sobrinos, a mis amigos”.

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