ADULTOS MAYORES Y TRABAJO

Cada vez son más los que deciden postergar la hora del retiro laboral

Algunos siguen en el mercado de trabajo por vocación, otros por razones económicas. Según un estudio, el 14% de las personas de 75 años o más sigue ocupada en el país

“Si puedo y quieren, sigo trabajando”, dijo Julio Henestrosa, dirigente sindical del gremio mercantil, a los 71 años.
En diálogo con Democracia, al abordar el tema de que cada vez son más los que deciden postergar la hora del retiro laboral, Henestrosa recordó que él integraba una comisión directiva gremial que se renovaba cada cuatro años, con el voto de los afiliados.
“Integro un grupo humano, soy secretario general del Sindicato Empleados de Comercio de Junín desde hace muchos años. Lo natural es que en algún momento hay que tomar decisiones, más allá de que luego uno extrañe la actividad. Hasta ahora eso no ocurrió, es más el 9 de junio tenemos elecciones y este período seguramente será el último mío, por cuatro años. Si Dios me da salud voy a llegar hasta los 75”, dijo.
“Y cuando me retire buscaré hacer algo, que no me ocupe demasiado tiempo, pero hacer algo, otra cosa, no dejar todo”, afirmó.
Por su parte Oscar Dhydrick León, escribano público desde 1962, continúa en plena actividad desde su estudio en Hipólito Yrigoyen 214. “Si no trabajo no se qué hacer, me aburro. Me siento cómodo en la escribanía, lo que hago lo hago a gusto y por eso sigo trabajando. La escribana adscripta me ayuda, además de otros empleados y mi hijo, por supuesto”, explicó.
“Yo siempre trabajé en Junín. Además los escribanos somos como plantas con raíces, no podemos caminar, cambiar, estamos siempre en el mismo lugar”, acotó.
Otro de los ejemplos de gente que pudo y quiso seguir trabajando es José Kenny, abogado con raíces locales, estuvo matriculado en el Colegio de Abogados del Departamento Judicial Junín, que lo distinguió en el año 2014, pero que desde hace mucho tiempo trabaja en Capital Federal.
“Yo hago todo tipo de derecho, menos Derecho Penal. Desde 1964 estoy trabajando. Me jubilé en provincia de Buenos Aires pero sigo en Capital Federal”, aclaró.
“Sigo por la necesidad de hacerlo, ya que tengo tres nietos a mi cargo que quiero terminar de darle la educación necesaria. Y mi mujer, Gladys Marinatto, que me ayuda, siempre. Es más en este momento me está ayudando en hacerme las nebulizaciones… ya que tengo un problema pulmonar porque fumo”, manifestó.
Como los tres casos nombrados, cada vez son más los que postergan el momento de desvincularse del mercado laboral. Algunos, después de haberse jubilado, vuelven a trabajar cuando y como la ley se los permite (hay restricciones, por caso, para volver a desempeñar trabajos en relación de dependencia en el ámbito público si se es jubilado estatal). Otros, demoran el mayor tiempo posible el momento del retiro.
Las motivaciones detrás de este fenómeno, que se registra en distintos países de la mano del crecimiento de la expectativa de vida, son básicamente dos: el interés profesional o la necesidad económica.

Estadísticas
Enrique Amadasi es Coordinador del Barómetro de las Personas Mayores de la Universidad Católica Argentina y, en diálogo con este diario, prefiere no hablar de una tendencia, aunque señala que la cantidad de mayores ocupados en todo el país es “sorprendentemente alta”. Para eso se basa en los datos del “Primer Informe de la Deuda Social con las Personas Mayores: Condiciones de vida e integración social”, una iniciativa de la Fundación Navarro Viola y el Observatorio de la Deuda Social, recientemente presentado y que él mismo coordinó.
“Del estudio surge que tres de cada diez personas mayores de 60 años está ocupada. Ese renglón contempla tanto a personas que están en condiciones de jubilarse como otras que no. Pero si se pone el foco en las personas de 75 años o más (1.800.000 personas en todo el país), en ese caso la tasa de empleo es del 14.4 %, un número sorprendentemente alto”, afirma.
El trabajo arroja a su vez, luz sobre las características de la porción de la población que retrasa su retiro del mercado laboral. En ese sentido, revela que en su mayoría se trata de varones con un alto nivel educativo, pertenecientes a los sectores más favorecidos de la sociedad y que desean continuar en el mercado laboral por inquietudes profesionales y vocacionales.
Así, si bien la tasa de empleo entre los mayores de 60 en general es de 29,6% es entre los que pertenecen al estrato más alto donde resulta notoriamente superior (65,5%) frente a los estratos más bajos (16,2%).
“Lo que se aprecia es que los adultos mayores que tienen trabajos poco gratificantes tienden a abandonarlos lo antes posible, apenas la ley se los permite. Pero hay una proporción grande de gente a la que su trabajo la entusiasma, como los profesionales, y si bien es difícil generalizar, da la impresión de que el tipo de trabajo es determinante en el caso de los que postergan el momento de retirarse”, dice Amadasi.
Hay también otro factor a tener en cuenta: para las personas más preparadas desde lo educativo, que son además las ubicadas en los estratos más altos de la pirámide social, son también mayores las posibilidades de reinserción en el mercado laboral.
“Pero hay también otra avenida para tratar de entender este fenómeno y es ésta: del estudio surge que el 33% de los consultados consideran que sus ingresos son insuficientes. Este sector es candidato a la búsqueda de empleos complementarios, pero se encuentran con un mercado laboral con oportunidades muy escasas, sobre todo en lo que tiene que ver con empleos en relación de dependencia”, agrega el especialista.
También resulta difícil establecer para los expertos si es bueno o malo trabajar a edades avanzadas. En este caso, todo va a depender de la situación de cada persona. Es bueno si la persona puede mejorar su nivel de vida a través de un ingreso complementario, si el trabajo le genera satisfacción y le permite evitar el malestar psicológico y mejorar su sensación de felicidad, dicen los expertos que también identifican un rasgo común en los que eligen seguir trabajando: hacerlo en el marco de rutinas más livianas, con horarios más flexibles, en contextos menos estresantes.

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