Cuando días atrás llegó al Hospital de Niños una beba con severas lesiones en su cabeza y órganos internos, y la sospecha de que había sido víctima de una violación, quizás algunos de los médicos de guardia hayan sentido estar frente a un horroroso dejá vu. No sólo el cuadro y las circunstancias, sino también el nombre de la chiquita remitían casi puntualmente a otro caso atendido en el mismo centro hace apenas cinco meses atrás.
Mía Martínez, de ocho meses, llegaba derivada de urgencia desde el Hospital de Brandsen, a donde sus padres -un albañil de 22 años y una empleada de supermercado, de 19- la habían llevado esa noche porque la beba sangraba por la boca tras “caerse de los brazos de su papá”. Que su hija se había caído accidentalmente era lo mismo que habían dicho en agosto pasado los padres de Mía Aguirre, de 3 años y oriunda de Berisso, al presentarse a la guardia del hospital Larraín.
Además del nombre y la supuesta causa de sus lesiones, Mía Martínez también presentaba, como su antecesora, severos politraumatismos y lesiones internas compatibles con una violación anal y vaginal. Y en ambos casos los principales acusados de haberle causado esas lesiones eran sus padres (por adopción en el primero de ellos, y posiblemente biológico en el segundo, aunque ese dato no ha sido determinado aún).
Con el transcurso de las horas la similitud entre los dos dramas iba a ser incluso mayor. Ambas bebas agonizaron sin que los médicos del Hospital de Niños pudieron hacer demasiado por salvarlas; en ambas familias había personas al tanto de los maltratos frecuentes sufridos por las niñas y quienes tampoco pudieron evitar el desenlace fatal.
Aunque ahora ya es tarea de la Justicia establecer lo que ocurrió, se impone en las dos historias una pregunta imposible de eludir: qué lleva a un padre a descargar semejante violencia no sólo sobre un ser indefenso sino uno que no espera de él más que amor y protección.
En aumento
Sin llegar a extremos como el drama de Mía Martínez (cuyo padre permanecía hasta anoche detenido e imputado de homicidio y violación; no así su mamá), el maltrato imperdonable que sufren chicos y adolescentes en sus hogares se ha convertido en un fenómeno no sólo más común de lo que suele creerse sino que se encuentra además en expansión. Así lo confirman, entre otras estadísticas, los datos que registra el gobierno provincial.
Aunque probablemente no refleje el fenómeno en toda su dimensión, ya que la mayoría de los casos jamás se denuncia, un relevamiento realizado por la Secretaría de Niñez y Adolescencia bonaerense revela que el año pasado se atendieron en suelo provincial más de 4.000 situaciones de maltrato infantil, lo que representa un 16% más que en el período anterior. De acuerdo con datos de ese organismo, cerca del 50% de los niños y adolescentes albergados en instituciones de la Provincia llegaron allí como resultado de alguna forma de maltrato en su hogar.
Rasgos del fenómeno
Como en los casos de ambas Mías y otras tantas víctimas, la violencia contra los chicos suele ser detectada generalmente en las guardias de los hospitales. Tanto es así que los pediatras de los servicios de emergencia tienen el ojo entrenado para advertir cuándo las lesiones que observan no se ajustan al relato de ellas que hacen los papás. Desde quemaduras hasta traumatismos, nunca dejan de indagar a fondo ante la duda de lo que pudo haber pasado.
También “se advierte en muchos casos que los agresores han sido a su vez víctimas de violencia durante su infancia, como una especie de efecto dominó. Cuando uno empieza a indagar un poco en sus historias personales, inmediatamente surge que la mayoría de ellos fueron abandonados, maltratados o abusados cuando eran chicos”, explican los especialistas.
Lo cierto es que aun cuando resulta el más evidente, el maltrato físico no es el único que se da. Como señala la Convención Internacional de los Derechos del Niño, que en nuestro país tiene rango constitucional, el maltrato infantil engloba cualquier acción u omisión de acción que viole sus derechos.
UN FENÓMENO ESALOFRIANTE QUE ESTÁ EN EXPANSIÓN
Horror ante la escalada de casos donde los padres golpean y abusan de sus hijos
Conmoción tras la muerte de Mía, la beba de Brandsen. Una problemática que requiere mayor participación social.
COMENTARIOS