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TRIBUNA DEL LECTOR

Una inesperada visita de Frondizi

Corría el crudo invierno de 1963 y el joven escribano Norberto Di Blasio, que ya había dejado su actividad periodística, fue convocado de urgencia a Democracia por Dora Dana de Lebensohn para que colaborara ante la ausencia temporaria de un personal.
Esa mañana andaba apurado, haciendo tareas en el diario y pensando en trabajos pendientes en su escribanía, cuando alguien le dijo -¿no vas a saludar a tu admirado amigo?- Norberto pensó en algún jugador de Moreno –el club de sus amores- pero se dirigió para el salón.
Allí estaba Arturo Frondizi, de pie, observando una placa de homenaje al fundador del diario y prohombre del radicalismo, Moisés Lebensohn.
Norberto sabía que el gobierno militar acababa de liberarlo de la injusta prisión que estaba soportando en Bariloche, pero nunca pensó que se lo iba a encontrar ahí, justo en el diario.
–Doctor Frondizi, ¡que honor! ¿qué anda haciendo por acá?- se presentó y preguntó el escribano periodista.
El ex presidente le contestó –Cuando estaba preso me prometí venir a dejar unas flores a la tumba de mi amigo y maestro Moisés Lebensohn y acá estoy. No publique nada de mi visita, porque no estoy autorizado a hacer declaraciones y no quiero tener problemas con los militares-
En eso llegó Dora Dana y se abrazo con Frondizi. Lloraron largo rato los dos en silencio. Finalmente Frondizi quebró la emoción y le dijo
-¿Estás contenta Dorita que trajimos los Tribunales a Junín? ¡Les quebramos el brazo a los muchachos de Mercedes que no querían!
– Dora se rió y luego los dos se prepararon salieron al exterior y se subieron solos a un viejo auto que los esperaba en la puerta y rumbearon para el cementerio.
Ya pasaron más de 50 años y el ahora veterano Norberto Di Blasio, ya jubilado de escribano, pero no de sus ideas y afectos, me pidió que haga publicar esa pequeña historia protagonizada por personajes grandes. Así lo hago tal como la escuché. Doy fe.

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