None
EL PAÍS/ANÁLISIS POLÍTICO DE LA SEMANA

El principio de la despedida

Cristina Kirchner no confía en la oposición, ni la oposición confía en ella. Los puentes de diálogo entre el oficialismo y sus adversarios políticos están rotos desde hace mucho tiempo, en el que la democracia argentina funcionó sin consensos ni capacidad de síntesis entre el liderazgo presidencial y el de las figuras emergentes que pugnan por la sucesión, aun las de su propio partido. Y el más fiel reflejo de esta época tan áspera es el Congreso de la Nación.
Por eso no sería de extrañar que hoy mismo se vivan algunas situaciones tensas en el parlamento, que inaugura su período de sesiones ordinarias de este año por última vez con Cristina Kirchner al mando del Poder Ejecutivo. Según pudo saberse, el tono del discurso que formule la mandataria será decisivo para que las bancadas de oposición se mantengan en el recinto o que, por el contrario, se retiren a manera de repudio ante eventuales ofensas.
¿Pero cuál sería el límite que la Presidenta no debería traspasar para evitar un desaire opositor? Por cierto que se trata de una frontera discrecional que fijarán los jefes de bloque, que se sentarán cerca unos de otros para poder encarar una medida conjunta. Pero en principio, los legisladores se levantarán del hemicirculo de la Cámara baja en caso de que Cristina Kirchner insista en denunciar que su gestión es víctima de un supuesto "golpe blando".
Esa ha sido, justamente, la línea discursiva del kirchnerismo desde que estalló el caso Nisman, cuando el fiscal hizo la denuncia contra la Presidenta y luego apareció muerto en su departamento de Puerto Madero. En ese presunto complot, el oficialismo incluyó a sectores de la Justicia -especialmente a los fiscales que encabezaron la marcha el 18F-, a medios de comunicación y grupos políticos locales en consonancia con alguna potencia extranjera.
La acusación resultó tan imprecisa que el Gobierno sólo se vio aliviado cuando el juez Daniel Rafecas -integrante del poder del Estado que la Presidenta bautizó como "partido judicial"- desestimó de plano la denuncia que había presentado Nisman un mes y medio atrás. Tanto es así, que la rechazó "in limine" por considerar que nunca se consumó el delito imputado por el fiscal, de encubrimiento a los acusados iraníes del atentado terrorista contra la AMIA.

Argumento jurídico
Para algunos especialistas, el argumento de Rafecas es sólido aunque resulte impopular en estas circunstancias. Y la misma línea podría seguir la Cámara Federal porteña, instancia a la que llegará el expediente tras una segura apelación del fiscal Gerardo Pollicita y un visto bueno de su superior Germán Moldes. Pero si en términos jurídicos el Gobierno podría tener chances de ganar, en el plano político su acercamiento a Irán le provocó un daño irreversible.
La cuantificación de ese daño se puede medir en distintos niveles -sobre todo el geopolítico- aunque el más importante fue la decepción de una sociedad cuando supo que su gobierno proponía una negociación con el país que no permite juzgar a los imputados por el atentado más grande de la historia argentina. Otra vez, como tantas, la sensación generalizada fue que se pretendía consagrar la impunidad. Y esa sombra sigue persiguiendo a la Casa Rosada.
Sobre ese clima colectivo se montarán las fuerzas de oposición para reunirse a firmar, en los próximos días, un documento en el que prometerán la derogación del memorando con Irán una vez que finalice el mandato de Cristina Kirchner, el 10 de diciembre. En ese texto también promoverán la anulación de la recientemente sancionada ley que creó la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), surgida al calor de la pelea pública del Gobierno con agentes de la ex SIDE.
La revelación de que militantes de agrupaciones oficialistas están ingresando a la AFI por decenas, no hizo más que confirmar a la oposición que la estructura de los servicios de inteligencia será engordada por el ultrakirchnerismo, como ya sucedió en otros organismos del Estado. A caballo de estos cuestionamientos, el documento conjunto de los jefes opositores podría ser el puntapié inicial para una discusión más amplia sobre la gobernabilidad.
Es que no son pocos los que advierten -especialmente los radicales Julio Cobos y Ernesto Sanz- que si el próximo presidente fuera un miembro de la oposición, deberá apelar a una estrategia de acuerdos y consensos para sustentar su relación con el Congreso, dado que el FPV preservará allí bloques numerosos aunque este año sufra una catástrofe electoral. Si las conversaciones maduraran, podrían alumbrar un compromiso de diez "políticas de Estado".

Negociación opositora
Desde ese punto, al inicio de una negociación para armar una gran PASO entre Mauricio Macri, Sergio Massa y un candidato de la UCR habría una distancia relativamente corta. Los sindicalistas, que son tal vez los que mejor olfato tienen en la política criolla, ya están haciendo sus apuestas: los históricos "gordos" se estarían acercando al jefe del PRO, mientras que Hugo Moyano "que acaba de relanzar su partido- haría lo propio con el del Frente Renovador.
Para que ese armado opositor se concrete, será clave la postura que adopte el próximo 14 de marzo la Convención radical, que sesionará en Gualeguaychú. Algunas fuentes sostienen que allí se designará a una comisión negociadora para tender puentes con otras fuerzas políticas. El modelo a seguir ya no sería Santa Fe "como lo fue hasta no hace mucho tiempo- sino Mendoza, donde se reunió una amplia gama de fuerzas políticas para enfrentar al PJ local.
De hecho, la UCR encabeza en la tierra del sol y el buen vino una coalición de la que también participan el PRO y el FR, ya probada con éxito en las elecciones de la capital provincial. En la vereda de enfrente, el PJ trata de impedir el acercamiento opositor. A tal punto que uno de sus operadores históricos fue quien convenció a Carlos Reutemann de que iniciara las charlas con Macri, con el doble objetivo de perjudicar a Massa pero también al socialismo santafesino.
Ya se sabe que la Casa Rosada "y también Daniel Scioli llegado el caso- preferirían a Macri como rival en una eventual segunda vuelta presidencial. Por eso el Gobernador viene acentuando su estrategia de polarizar con el alcalde porteño, pese a que las diferencias con el PRO surgen más nítidamente desde el kirchnerismo duro. En ese sector, justamente, destacaron la foto que retrató a los viejos rivales Florencio Randazzo y Julián Domínguez.
Nada está dicho en la interna del FPV: hasta Martín Insaurralde podría regresar a la tienda oficialista como candidato a gobernador de Scioli, tras su frustrado coqueteo con Massa y pese a que le cae pésimo a La Cámpora. En este contexto, el rearmado del Gabinete -con Aníbal Fernández a la cabeza- sugiere que la Presidenta intentará retener el poder por lo menos hasta las PASO de agosto. Pero hoy mismo, en el Congreso, comienza su periplo de despedida.

COMENTARIOS