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Florencia Miranda Giorgetti: “Yo trato de abrir puertas”

A pesar de ser maestra de plástica, su actividad académica se destaca en la música. Dirigió coros de adultos y niños en Morse y Arenales. Ahora da clases en el área de Extensión de la Unnoba y en Sinfín.

Más allá de las muchas bondades que tiene el hecho de vivir en un lugar como Morse, la estadía en una localidad así de pequeña y con esas características a veces puede configurar un límite para el desarrollo artístico de una persona. O al menos eso podría advertirse hace algunas décadas.
Y así pudo haberlo sentido María Florencia Miranda Giorgetti durante su infancia en el pueblo.
“A mí siempre me gustó el arte, desde chica, y no había mucho para hacer, sólo pude ir a tomar clases de dibujo, hasta que cuando yo tuve 15 años, se formó el coro”, explica Miranda.
Desde entonces, buscó su camino y lo encontró en un vínculo muy fuerte con el arte y la docencia, principalmente a través del canto.

El coro
Su abuelo materno hacía teatro vocacional en Morse, lo mismo que su madre quien también fue bibliotecaria. Su padre, en tanto, gustaba mucho de la música y supo tocar de oído instrumentos como el acordeón y la armónica.
Fue en ese entorno en el que se crió Florencia, con sus inquietudes artísticas.
“A los 15 años surgió lo del coro –explica–, que era dirigido por Daniel Ferrúa, con él empecé a conocer la música renacentista, la medieval, la sacra y otras”.
Cuando terminó el secundario “ya sabía” que le gustaba “el arte y la docencia”. Su idea original era estudiar el Profesorado de Lengua y Literatura en Junín, pero ese año no se abrió la carrera, por lo que entró a la Escuela de Arte, de donde egresó con el título de Maestra de Artes Visuales. También se inscribió en el Conservatorio.
Mientras tanto, seguía viajando periódicamente a Morse para ensayar con el coro. “En un momento –recuerda– quedó vacante la dirección y me pidieron que me hiciera cargo yo de esa tarea porque si no se iba a disolver. Lo hablé con Daniel Ferrúa y él me alentó para que lo hiciera. Y así empecé a dirigirlo”.
Para profundizar sus conocimientos en la materia, estudió canto en Chivilcoy, ya que en el Conservatorio de Junín no estaba esa posibilidad aún. Luego pasó a ser alumna del prestigioso maestro Sergio Tulian.
En Morse armó otro grupo coral, en este caso de niños, a los que también enseñó.
Luego dirigió el coro de Arenales y replicó la fórmula de Morse, creando ahí también un coro de niños. “Es decir que tenía cuatro coros simultáneamente”, resume Miranda.
Más adelante estuvo al frente de otro coro de niños en Agustín Roca, e hizo un taller con un coro en el barrio 11 de Julio de Junín, aunque estos fueron proyectos más breves.
Con tantas ocupaciones, su paso por las escuelas fue breve. Más allá de que se recibió de maestra de Artes Visuales nunca dio clases de plástica, pero sí trabajó como maestra de Música en el jardín de Morse y en uno privado, de Junín.
A Italia
En el año 2000 se fue a Italia con la idea de “trabajar, viajar y conocer”.
Se instaló con su marido en la provincia de Macerata, en la región Le Marche, en el centro de Italia, donde hizo “de todo: en restaurantes, como niñera, en fábricas, y cuidando personas mayores”.
Afincada en Camerino, “una ciudad cultural muy linda”, participó de Cappella Musicale del Duomo, un coro universitario con cinco siglos de historia: “Fue una experiencia muy interesante, además estuve como asistente de dirección, y trabajé toda música académica, con obras de Vivaldi, Mozart, Bach, Brahms y con un nivel superlativo”.
Estuvo siete años en Italia y luego se mudó a Suiza, pero un año más tarde regresó a Argentina por cuestiones familiares.

Vuelta a Junín

“Cuando volví entré como docente del idioma Italiano en la Dante Alighieri, y empecé a dar clases de canto”, comenta Miranda.
Volvió a dirigir el coro de adultos de Arenales durante dos años hasta que fue convocada desde el área de Extensión de la Unnoba para dar la parte de Canto en el taller de Comedia Musical que dirige Silvina Balbi.
“Esto es algo diferente al coro –cuenta– porque uno debe hacer un trabajo polifónico a voces a capela, mientras que en la comedia musical cantan, actúan y bailan. Yo tengo que preparar las canciones pero repartiendo el tiempo con Silvina que trabaja la parte coreográfica y de teatro”.
Florencia destaca que “el taller anda tan bien que este año se crearon dos grupos de adultos y dos de niños”. Antes había uno de cada uno.
Además de todo, da clases de canto en el espacio de arte Sinfín.

Primera persona
Al momento de buscar una definición de sí misma, en medio de tantas actividades que desarrolla, Miranda señala: “Es difícil elegir, me encuentro más en la música, pero si tuviera que definirme, diría que soy docente: soy un instrumento para que el alumno pueda mejorar o lograr algo. Y ese no es un mérito mío, porque uno aprende mucho de los alumnos, entonces busco otras cosas. Yo trato de abrir puertas, y eso lo hago como docente”.

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