BÁSQUETBOL

Darío Luján Racero: Una carrera dedicada a la educación de jugadores

Cuarenta y cinco años de trayectoria lo pone en un sitial preponderante dentro del cuerpo de entrenadores de la ciudad de Junín. Ahora enrolado en las filas del Club Junín subrepticiamente comienza a pensar en un merecido descanso, pero siempre ligado a este hermoso deporte.

Nací en el barrio El Picaflor, de donde tengo los mejores recuerdos no solamente de vecinos sino de mis amigos de toda la vida. Puedo nombrar una legión pero me quedo con dos: Alberto Rochetti y Héctor Alberto “El Rata” Samperi.  Grupo de chicos con los que empezamos a jugar en el club Los Indios, donde todos tirábamos para el mismo lado, que pensábamos parecidos, que nos ayudábamos mutuamente. Eso influía en la toma de decisiones de los partidos. Hoy los comportamientos de la juventud a través de los cambios sociológicos que enfrentamos está un poco disgregado.  Hay otro tipos de valores y el avance de la tecnología ha influído demasiado. Hoy no existe el diálogo de antes, fue reemplazado por el contacto a través de las redes sociales.

En  Los Indios arranqué cuando se estaba construyendo el gimnasio actual en 1960. Se iniciaba en juveniles de 15 a 17 años y justamente en 1962 se amplió a cadetes. En esa época era difícil tener participación activa en mayores, se alternaba.

En 1966 llega como entrenador a Los Indios el recordado Rubén Darío Cárdenas, gran trabajador táctico que nos cansaba con los planteos. Fue un adelantado.  Conformó un buen grupo de jugadores jóvenes que sustituyó a los que ya estaban en sus últimos años como Violino, Perat, Cairnie. Uno aprendió mucho en los vestuarios escuchándolos hablar a ellos y no solo de básquet, sino de la vida. Era muy agradable escucharlos. Y como los menores no teníamos tantos temas para hablar, escuchábamos mucho, cosa que hoy no es tan fácil. Y fue Cárdenas quien comenzó con el minibásquet en Junín que se llamaba mosquitas o parecido.

Fui campeón con Los Indios, no muchas veces. Teníamos que enfrentar un equipo de aquellos que costaba horrores ganarle: el Argentino de Molina, Barbagallo, Scala, ya con el nacimiento de Enrique Biurrun, Tito Biurrun en sus primeras armas. Un equipo ganador, tremendamente fuerte. Pudimos arrebatarle algún torneo. Generalmente los campeonatos se los adjudicaba Argentino porque tenía jugadores de un gran temperamento.

Nunca hubiera pensado en ser entrenador. En charlas con amigos siempre decía que no. Y son las  cosas que se dan por casualidad y necesidad a la vez.  Junín fue precursor del mini en la época de Juan Monclá, Andrés Benito, quienes le dieron un envión bárbaro e inclusive en 1973 salimos campeones provinciales.

Pero volviendo a lo de entrenador, el mini de Los Indios en 1970 se queda sin entrenador. Un sábado a la mañana me fue a buscar un señor dirigente de Los Indios y del Básquetbol, Mario Pugliese. A él le debo lo que pude haber logrado en mi carrera. Me ofreció hacerme cargo del mini en Los Indios. Al día de hoy estoy sorprendido de haber dicho que sí. Nunca había pasado por mi cabeza ser entrenador. Ahí empezó mi gran compromiso: “Cómo quería vivir el básquet”, ser jugador-entrenador o entrenador. Me tomó un año decidirme por hacer docencia del básquetbol.
Después las cosas se fueron dando en Los Indios. En el ochenta vino un extranjero y en el ´86 dos: Alvin Good y Jesse Peterson. Goods se nos lesionó en la tercera fecha, en La Plata, jugando un provincial de clubes ante Banco Provincia. Se le produjo una lesión importante y hubo que cortarlo. Peterson fue un profesional excelente. Llegamos a jugar la Liga Nacional “C” tras haber sido campeones provinciales. Yo renuncié por cuestiones de no compartir cosas con los dirigentes y tras 16 años de estar en el club di un paso al costado.

Por una amistad que yo tenía con César Merlo me llevó a trabajar a Ciclista. Dirigí cadetes, juveniles y mayores. Pero Merlo renunció y me sentí un poco desprotegido más allá del apoyo fuerte que tenía de quien para mí fue un dirigente que no volvió a las canchas: Eduardo Tenti. Lo había dirigido en selecciones de Junín y después me tocó estar a su lado dirigiendo Ciclista.

Entonces volví a Los Indios desarrollando una tarea de Manager del básquet hasta que en 1999 apareció el Club Junín con una propuesta económica que era inalcanzable para Los Indios.

Fue una etapa compleja en mi vida laboral y eso produjo un cambio importante donde yo tuve una seguridad laboral en Club Junín la que mantengo hasta el día de hoy. Un poco cambió todo lo que había aprendido, era un club totalmente distinto, con otra filosofía de trabajo y tuve que planificar todo de nuevo. Cuando nos pusimos de acuerdo con los objetivos tuve y tengo hasta el día de hoy un apoyo muy grande, una libertad absoluta. Hemos intentado promover algunos cambios, con las categorías menores hemos llegado en 2008 a jugar una final nacional en Paraná donde perdimos en suplementario. Fue un equipo genuino del club. Hoy por suerte conservo dos chicos en primera: Marcos Tercilla y Joaquín Martirén.

Estoy en un trayecto donde mis años en este rol naturalmente van a tener que cambiar. Uno a través del tiempo va cumpliendo etapas. Uno fija los objetivos y llega al momento de que cuando se cumplen hay que ver otras alternativas. Tengo que evaluar si es tiempo cumplido, si puedo hacer algo dentro de la institución para profundizar lo que se logró. Estoy a disposición. Hay que ver cuáles son los pensamientos, las ideas y los sueños de los dirigentes del club Junín, pero tengo que ser consciente que después de 45 años como entrenador hay un momento donde hay que parar la pelota, mirar todo lo hecho y planificar qué hay que hacer. En lo que hay que hacer ver si tengo el tiempo y la capacidad laboral, la paciencia para que el proceso se vaya llevando adelante en forma normal y paulatina, entonces ahí evaluar cuándo uno tiene que poner un punto y aparte.

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