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LA COLUMNA DE LA SEMANA

Escenarios

Últimas dos semanas de campaña electoral con una única incógnita por despejar: habrá o no voto útil.
Hasta el momento no se produjo. Las encuestas indican que se mantienen los mismos guarismos para cada uno de los candidatos que los obtenidos en las PASO.
Se trata de un escenario congelado pero sobre el que todo el mundo politizado cree y apuesta a que se descongelará en el transcurso de la quincena que resta para la elección.
Lo dicho vale para la elección nacional, no así para la provincial en Buenos Aires. Allí ya se percibe alguna variación sobre la que volveremos más adelante.
Como queda dicho, de momento los tres candidatos menores –en términos electorales- conservan sus caudales. No obstante, el futuro se presenta diferente para cada uno de ellos.
Se trata de la retención del voto. Mientras el “izquierdista” Nicolás del Caño recibe una fidelidad casi total, la “progresista” Margarita Stolbizer y el “peronista” Adolfo Rodríguez Sáa ven sus porcentuales amenazados.
Con todo, Rodríguez Sáa conserva un voto extremadamente fiel en su provincia, San Luis, algo que difícilmente pierda, pero no puede contar con retener sufragios extra puntanos.
El caso Stolbizer es más problemático. Su voto se compone de tres partes. Una porción propia, no muy grande, que seguramente permanecerá leal; una segunda porción constituida por radicales disgustados por el acuerdo con el PRO de Mauricio Macri y el resto conformado por el voto socialista de Santa Fe.
Nadie puede asegurar que radicales –sobre todo bonaerenses- y socialistas santafesinos no emigren hacia el “voto últil” o cuando menos hacia el voto en blanco para no favorecer la continuidad oficialista.
Si las migraciones se producen, es casi impensable que tengan por derrotero a Daniel Scioli. Se trata de votos opositores. Más opositores los de Stolbizer que los de Rodríguez Sáa, pero ninguno debería pasar al oficialismo.
En el voto a Rodríguez Sáa es más fácil imaginar un tránsito hacia Sergio Massa. En el voto a Stolbizer, la mayor parte irá a Mauricio Macri y el resto se repartirá entre el voto en blanco y Sergio Massa.
¿Cuál será el volumen de estas migraciones? Será pequeño. No más allá de dos puntos. Pero, dado lo cerrado de la elección dos puntos pueden representar la definición de la elección presidencial en primera vuelta o el acceso a la segunda.

Votos “mayores”, uno
La fotografía actual de la elección es 38 por ciento para Scioli, 30 por ciento para Macri y 20 por ciento para Massa. De mantenerse un resultado así, el gran beneficiado es Mauricio Macri.
Es que con esos guarismos Scioli no alcanza a ganar en primera vuelta, Massa desaparece de la contienda y Macri va a la segunda vuelta.
Sin embargo resulta casi impensable imaginar que dicho escenario pueda mantenerse. Como tampoco es sencillo imaginar un crecimiento de Scioli por pequeño que sea.
¿Cuál es la razón para que alguien que votó a la oposición en cualquiera de sus fórmulas cambie de pronto al oficialismo en un giro de 180 grados? Puede ocurrir a nivel local, casi imposible a nivel nacional.
Primero porque ganar un par de puntos a nivel nacional implica, aproximadamente, algo más de medio millón de votos. O sea, más de medio millón de voluntades. Es muchísimo para una voltereta tan extrema.

Votos “mayores”, dos
De su lado Cristina Kirchner recibe a diario indicios que señalan que Scioli está dispuesto a dejar de serlo una vez que quede superada la primera vuelta. Tanto si gana como si debe afrontar otra ronda electoral.
Está lo de dos economistas cercanos a Scioli, Miguel Bein y Mario Blejer. Están los nombres que trascienden de futuros ministros, ninguno de ellos inscripto en La Cámpora.
¿Puede hacer algo Cristina Kirchner? Sí, puede.
Su gran duda para encarar el futuro es otorgarle o no una pizca de credibilidad a las seguridades que le da Scioli.
Aceptar las seguridades del aún gobernador de Buenos Aires implica dos riesgos: primero que dichas seguridades no sean tales. Algo muy probable dada la necesidad de Scioli de “despejar la cancha”. Segundo que ya no se trate solo de un avance judicial, sino una intencionalidad política del nuevo gobierno.
Ni Aníbal Fernández, ni Carlos Zannini oficiarán de garantes por más encumbramiento que consigan en la elección. No solo porque Scioli es capaz de transformarlos en los Mariottos de turno, sino porque su poder de fuego quedará muy reducido.
¿En qué se diferencia afrontar procesos judiciales con Scioli como presidente o con Macri en esa función? En el relato.
Si las investigaciones y los eventuales procesos contra Cristina Kirchner ocurren bajo una presidencia de Macri, se tratará de una venganza de los enemigos del pueblo y de la patria, de los fondos buitre, de la CIA y de Obama, de los medios de comunicación y del propio poder judicial.
Pero si ocurren bajo la presidencia de Scioli, el argumento no solo resultará mucho menos creíble, sino que será válido para que muchos kirchneristas de ayer dejen de serlo y se reciclen en sciolistas de hoy.
De allí que, más allá de los intentos de ocupar el centro de la escena política a través de la reiteración de cadenas nacionales, cerca de la Presidenta se escuchen voces que hablan de un espectacular quite de apoyo a Scioli.
No solo alcanza nivel de “planteos” entre íntimos. La información le llega –ex profeso- al propio Scioli. De allí que el candidato “aguante” el rol protagónico de la Presidenta y evite la confrontación directa.
En otras palabras, no hace lo que debe hacer para buscar tres o cuatro puntos adicionales de votos independientes porque teme una orden cristinesca que implique perder más entre lo que ya tiene.

Votos “mayores”, tres
Salvo orden presidencial, los votos de Scioli parecen sellados. Para arriba y para abajo. No pierde, pero no suma.
Distinta es la situación en la oposición. Allí Macri goza de la hipotética ventaja del “primus inter pares”.
Hasta aquí Sergio Massa, hábilmente, impidió la polarización del electorado opositor. La impidió pero no la rompió. En otras palabras, la postergó pero no la eliminó.
Un treinta por ciento del total de los votantes, declara que puede cambiar su voto, entre la PASO y la primera vuelta. Es un treinta por ciento que aguarda una definición opositora para decidir por cual opción se inclina.
Solo un grupo de encuestas más o menos creíbles y coincidentes que muestren en lo inmediato que Massa achicó al máximo las distancias con Macri, serían capaces de evitar el “voto útil” para el jefe de gobierno porteño.
Si, por el contrario, las diferencias –diez puntos- se mantienen o se achican en solo un par de puntos, la suerte de Massa quedará echada y este no será su turno.
En el comando macrista, la táctica a emplear para los últimos días será la apelación al voto útil.

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