Distinto hasta para despedirse Juan Román Riquelme eligió cualquier momento, una charla con un periodista y Don Torcuato para cantar el no va más.
Será difícil por no decir imposible olvidarlo, porque tanto talento junto en el fútbol doméstico no aparece todos los días.
Polémico como pocos, fue un caudillo auténtico dentro y fuera de la cancha, lo que le hizo ganar infinidad de seguidores y otros tantos enemigos. Tuvo la habilidad de imponerse defendiendo un libreto que expuso desde sus primeras gambetas en Argentinos Juniors hasta explotar en el fútbol grande.
Boca, su casa
Boca fue siempre su casa, incluso cuando no estuvo. Aún hoy en la Bombonera “La 12” lo sigue esperando y si no está allí es por la irreconciliable pelea que mantiene con el presidente Daniel Angelici y los suyos.
Tanto tiene presente al equipo de la Ribera que el día del adiós dejó entrever sus intenciones de ocupar el principal sillón en la sede de la calle Brandsen e incluso prepararse para luchar por la presidencia.
La supuesta lentitud de sus piernas estuvo guiada por una rapidez mental brillante para leer el juego, derivando en goles notables, asistencias perfectas y lujos de todos los colores que marcaron un camino plagado de acciones incorporadas desde ya a la historia grande del fútbol nacional.
Todo eso es historia a partir de ahora. Según dijo, el “10” se preocupará por ser “un buen padre” yendo a ver a “su” Boca como hincha junto a su hijo Agustín, rutina que inaugurará ya mismo viajando a Mar del Plata para presenciar el partido decisivo con Vélez.
La libertadores
Casualmente estará respaldando desde las tribunas al Xeneize en la pelea por entrar a la Libertadores, para jugar por la Copa que él mismo levantó en 2000, 2001 y 2007.
“Lo mejor es no jugar más” dijo a los 36 después de 18 años de desafíos aquí y en canchas de todo el mundo. Se fue de las canchas tranquilo porque la última camiseta que vistió fue la de Argentinos. Así pudo “quedar a mano” con el club que lo formó de pibe y al que volvió para pelear el ascenso.
Polémico
Su magia, la polémica a flor de piel, la soberbia de algunos dichos, sus renuncias, los desplantes y el Topo Gigio gritando los goles ya forman parte del archivo. Va a costar pero de aquí en más tendremos que hablar y escribir de Juan Román Riquelme en pasado, aunque los genios nunca se van...
OPINIÓN
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