Una nena de 50 años

Lo primero que hicieron mis padres cuando aprendí a leer fue ponerme entre manos una Mafalda, no puedo fijar la fecha, pero recuerdo perfectamente que era la número 3, de tapa verde y que yo sabía que no era nueva, había pertenecido a mi mamá. También recuerdo que a esa temprana edad ya sabía que si, alguna vez, tenía hijos ellos heredarían, como yo, una Mafalda. Y eso es lo más preciso y hermoso que podemos decir de la niña creada por Quino: que es universal y atemporal.
Por estos días cumple 50 años, pero podría cumplir 5, 8 o 20. Cada diálogo que recorre las viñetas de los 10 libros que se editaron de la tira componen un discurso familiar que seduce a todas las edades en distintas partes del mundo. Y la prueba está ahí, cuando le decimos “Susanita” a la chica que sueña con casarse y tener hijos o cuando vemos a un niño que odia la sopa.
Y más aún, la prueba está en la cantidad de visitas que nos hacen a nuestra tienda nuevos padres, abuelos y primeros lectores que vienen a buscar los libros de esta nena de 50 años, ávidos de aventuras de vaqueros en la plaza, de la mirada rigurosa al “mundo de los adultos” y ese amor por Los Beatles.


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