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NACIONALES

Una bendición limitada

En el mundo de la diplomacia y el protocolo, hasta los pequeños gestos constituyen grandes declaraciones.
Una muestra de ello ofreció ayer el Papa Francisco al recibir a Cristina Kirchner en el Vaticano, donde dio señales de que su respaldo debe entenderse como algo acotado a la Presidenta en el tramo final de su mandato, frente a un escenario económico complicado para el Gobierno. Pero su bendición no debería interpretarse como un apoyo político al oficialismo.
A Jorge Bergoglio le alcanzaron unos pocos segundos para comunicar su postura. El mensaje papal se corporizó cuando la delegación que acompañó a la Presidenta pasaba a saludarlo en Santa Marta y le llegó el turno a Andrés Larroque, el secretario general de La Cámpora, quien le acercó una remera de la agrupación.
Entonces el pontífice la observó y evitó agarrarla, como sí lo hizo en tantas ocasiones con otras prendas que, en rigor, representan banderas políticas y sociales.

Otra mirada

Haciendo gala de una cintura política bien argentina, Francisco reveló de ese modo el sentido de su invitación a la Presidenta al Vaticano en momentos en que sectores de la oposición argentina comenzaban a cuestionar su “sugestivo” acercamiento al kirchnerismo, sin captar el trasfondo del gesto papal, en una actitud propia de la Argentina bipolar “K-Anti K” que se expandió como un reguero de pólvora en los últimos años. Pero la mirada de Bergoglio es mucho más elevada.
Al Papa le preocupa, en efecto, el proceso de transición hacia el próximo gobierno. No son pocos los dirigentes argentinos que le transmitieron inquietud frente al cuadro social que se deteriora a raíz de la inflación. Los propios obispos de la Iglesia católica, que lucen ahora más prudentes en sus mensajes pastorales, le envían a Francisco señales de advertencia en la misma dirección, basados en estudios sociales de la UCA que por cierto son bastante más serios que los del Banco Mundial.
Aunque tras el encuentro con Francisco, la Presidenta dio su propia versión de los hechos, al negar que el pontífice esté preocupado por la gobernabilidad del país: “Cuando el Papa habla, habla el Papa”, parafraseó Cristina Kirchner para rechazar las declaraciones del jefe de protocolo del Vaticano, monseñor Guillermo Karcher, antes de su viaje a Roma. Pese a esas diferencias, la mandataria logró un fuerte respaldo de Bergoglio en la condena a la “especulación financiera”. Cristina Kirchner capitalizará el apoyo papal en el discurso que dará el miércoles ante la asamblea general de la ONU, que estará centrado en una defensa de la postura argentina ante el litigio con los “fondos buitre” en los Estados Unidos.
Durante su estadía en Nueva York, la Presidenta también se reunirá con el magnate George Soros, quien se convirtió en un aliado de su gestión al adquirir acciones de YPF y demandar al Banco de Nueva York por bloquear el pago de los bonos.

¿Negociación?

En el circuito financiero local se extendió la versión de que la jefa de Estado podría habilitar a Soros a emprender una negociación con los fondos especulativos –especialmente con el dirigido por Paul Singer para comprarles su cartera de títulos en default, en una maniobra similar a la que la Presidenta vetó semanas atrás por parte de los bancos privados argentinos. Sería una salida de coyuntura frente a un escenario cada vez más adverso en los estrados judiciales norteamericanos.
Esa situación llevó a la Presidenta y a su ministro Axel Kicillof a enfocar sus críticas hacia la embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires, apuntando contra el encargado de negocios Kevin Sullivan.
El chisporroteo se potenció cuando la compañía norteamericana American Airlines restringió a sólo 90 días la compra de pasajes aduciendo problemas para enviar remesas a su país de origen debido al “cepo” cambiario. Las expectativas de devaluación también hacen lo suyo.

Ruido financiero

La escalada del “dólar blue” hasta los 15 pesos hizo ruido la semana pasada en la City porteña, donde el Gobierno reiteró su estrategia de poblar de gendarmes la zona para secar a los “arbolitos”. A su vez, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, responsabilizó a los bancos por la febril actividad de las financieras, que hacen su negocio aprovechando el ensanchamiento de la brecha cambiaria. Aunque la novedad es que el ministro Kicillof habría comenzado a recibir críticas internas.
De hecho, trascendió que el propio Máximo Kirchner habría manifestado su preocupación por el aumento de precios, pese a que Kicillof sostuvo -al presentar el Presupuesto 2015 en el Congreso- que se estaba registrando una “desaceleración” desde marzo pasado. Los que seguramente no opinan lo mismo que el ministro son los gremios, tanto los oficialistas como los opositores, que llamativamente volvieron a tener conversaciones en búsqueda de la reunificación de la CGT.
Pero el diálogo entre Hugo Moyano y Gerardo Martínez, de la UOCRA y afincado en la CGT Balcarce, no podría prosperar en este contexto de indefinición sobre el futuro liderazgo del peronismo. “La única manera en que la CGT se reunifique, es que Macri sea presidente”, deslizó un veterano líder sindical para minimizar cualquier intento de unidad hasta que no alumbre el próximo gobierno. Sin embargo, las reuniones privadas se suceden una tras otra en la antesala de 2015.
Por caso, los gobernadores Daniel Scioli y José Manuel de la Sota se encontraron a solas una semana antes de la cita de mandatarios provinciales del PJ en La Plata, en la cual se expresó cierta preocupación por la marcha de la economía. Y la respuesta del kirchnerismo duro no se hizo esperar: el acto de La Cámpora en Argentinos Juniors dejó en claro que el grupo más cercano a Cristina Kirchner no tendrá un candidato a presidente que sea considerad ajeno a su estructura.
En ese contexto crecieron las chances de Julián Domínguez, el titular de la Cámara de Diputados que ayer estuvo en el Vaticano con la Presidenta, de encarnar la candidatura oficialista el año próximo como parte de un esquema en el que la propia Cristina Kirchner podría postularse a diputada nacional por la provincia de Buenos Aires. Las usinas camporistas promocionaron también una eventual candidatura del hijo mayor de la mandataria, pero no definieron en qué distrito.
La difusión de una encuesta según la cual Máximo Kirchner mide sólo seis puntos de intención de voto en Río Gallegos molestó al camporismo, que aún estaba exultante con la repercusión del acto en La Paternal porque logró colocar en la agenda política y mediática el debate sobre la re-reelección presidencial, pese a la prohibición constitucional. Y sus dirigentes entendieron como un aval político el hecho de que Cristina Kirchner no haya rechazado expresamente esa posibilidad.
Cualquier “operativo clamor” requiere de seguidores que lo pongan en marcha y de líderes que lo dejen correr. El kirchnerismo no inventó este procedimiento, pero ahora aprovecha un período de desconcierto de las fuerzas de oposición. Y se anotó un par de porotos a su favor: la decisión de Moyano de no llamar a un nuevo paro en octubre y el fracaso de un “cacerolazo” convocado a través de las redes sociales, que el último jueves reunió a más policías que manifestantes.

“Pato rengo”

Aunque no debería interpretar el kirchnerismo que repentinamente consiguió volcar a la sociedad a su favor, sino más bien comprender que la retracción se debe a la preocupación generalizada por la situación económica. Sin embargo, está probada la capacidad del Gobierno para mantener el poder en manos de la Presidenta y minimizar el síndrome del “pato rengo” característico de un mandato que no tendrá continuidad.
Claro que, con ese cometido, se puede autoinfligir un daño político.
Ayer tras el encuentro en el Vaticano, el kirchnerismo estaba convencido de que podría capitalizar el gesto del Papa. La propia mandataria comentó que el pontífice fue tan cálido que llamó por teléfono a la abuela de Larroque por su cumpleaños 94. Pero no era consciente de que la imagen más comentada en la Argentina era la del jefe camporista entregándole a Bergoglio una remera de la agrupación.
Se trató de una actitud que no se puede reprochar a Larroque porque ese es precisamente el espíritu de alguien que milita con devoción. A tal punto que saludó a la Presidenta antes que a Francisco. Pero que a esta altura del partido, debería llamar a la reflexión a la jefa de Estado, porque la imagen que deje su último año en el gobierno será la que, en definitiva, incline la balanza cuando llegue el momento del juicio de la historia. 

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