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CÓMO VIVIR LA ABOGACÍA CON PASIÓN Y ESMERO

José Kenny, un abogado con 50 años de trayectoria, que hoy será homenajeado

Es un juninense que hizo su carrera en Buenos Aires, viviendo la profesión a pleno, a lo largo de medio siglo de vida, acompañado siempre por su mujer, quien también es abogada, y que hoy en Junín le entregará un diploma en el acto del Día del Abogado.

El doctor José Eduardo Kenny es uno de los homenajeados en el día de hoy, por el Colegio de Abogados de Junín, al cumplir 50 años en el ejercicio de la profesión.
Si bien en nuestra ciudad trabajó en una sola causa, ya que el resto de su trayectoria como abogado la hizo y ejerce aún en Capital Federal y Gran Buenos Aires, tiene sus raíces en nuestra ciudad. Su madre, Carlota Gertrudis Fedriani de Kenny, era una reconocida docente de los colegios Normal, Nacional y Comercial, y también rectora del Colegio Nacional.
Él, por motivos personales (su novia y luego esposa estaba en Buenos Aires) y de trabajo, casi siempre residió fuera de Junín, a pesar de que su madre era una de las personas que quería tenerlo cerca y que se viniera para acá.
La vida lo llevó a formar una familia en Buenos Aires, tuvo dos hijas y cinco nietos y un sinfín de recuerdos de su juventud como abogado y estudiante. Entre estos, recuerda aún hoy a Alfredo Palacios, quien fue su profesor en el doctorado en Leyes, y al padre Pepe, un sacerdote que hacía trabajo social en las villas, tarea a la que José Kenny se plegaba con entusiasmo.
En diálogo con DEMOCRACIA, el doctor Kenny abrió su caja de vivencias más sentidas, en el transcurso de su trayectoria. “Me recibí el 26 de diciembre de 1963 y me inscribí en el Colegio de Abogados de Junín, en junio de 1964. Un solo caso de un concurso civil tuve en Junín. Era tan joven que cuando me tuve que inscribir en Provincia me anoté ahí. Durante 50 años me decían que me cambiara a La Matanza, a Lomas, algún Colegio de Abogados que me quedara más cerca, pero no, me quedé en Junín, aún sin ejercer la profesión allí y sí en todo el gran Buenos Aires y en Capital Federal”, dijo.
“Mi madre era la que más quería que me fuera a Junín, pero yo estaba de novio, después hice el doctorado, conjuntamente con el doctorado hice un curso de abogado de empresas y eso me llevó tres años. Y ya empecé a ejercer la profesión acá, en Buenos Aires, y me quedé”, manifestó.
“El doctorado lo hice en La Plata y tenía como profesor de Economía a Alfredo Palacios. Tengo dos fotos con él –dijo orgulloso- una con mi esposa y otra conmigo, en el estudio. Eso fue a fines del ’64. Guardo recuerdos de la casa de Palacios, de su gran Biblioteca. Una anécdota que me viene a la memoria es cuando íbamos a su biblioteca, que era de cuatro pisos, una sola habitación grande y muy alta, con escaleras. Éramos cinco o seis los que nos recibíamos y se nos ocurrió la idea de pagar un almuerzo al que encontrara un libro que no estuviera leído. Fuimos  corriendo a buscarlo. Yo vi uno con el lomo limpito, que parecía sin usar y se llamaba “La cocina…” no me acuerdo qué. Pensé: ‘acá los embromé’. Pero apenas lo abro decía, con letra de Palacios, ‘con dos huevos queda mejor”.

Especialidad y afectos

“En el estudio hago de todo, mucho de derecho laboral, en asesoramiento de empresas. Civil y Comercial hago menos. Mi esposa, que es mi socia, hace lo mismo que yo menos Laboral”, explicó
A la pregunta cómo había ido cambiando la profesión en estos últimos 50 años, el doctor Kenny reflexionó: “los del año ’64 eran otros Tribunales. La capacidad de los jueces o juezas en aquella época era muy superior a la que quizá se ve ahora. La calidad, el amor a la profesión de nosotros era importante también”.
Los afectos han sido siempre una constante en la vida del doctor Kenny y uno de los pilares ha sido su esposa. “Se llama Gladys Santa Marinatto, de ella me enamoré hace 56 años y sigo enamorado. Hicimos juntos la carrera, el doctorado, el curso de empresas y será la que me entregará (hoy) un diploma, en Junín”, dijo orgulloso.
Reflexión final: “si me recibiera en el secundario este año, seguiría Derecho. Amo esta profesión, a la que he dedicado mi vida, equivocadamente desde el punto de vista económico, porque hice mucha tarea social. En este momento –expresa- estoy mirando una foto que tengo en el estudio con el padre Pepe, de la Villa 21, perseguido, que tuvo que huir a Santiago del Estero porque lo querían matar los traficantes de droga. Trabajamos mucho juntos en las villas, cooperadoras escolares, soy apoderado del partido Demócrata Cristiano, Distrito Capital, desde hace 15 a 20 años. Hay juicios en los que no he cobrado nada porque pensaba que el cliente no tenía plata para pagarme. Por eso hoy sigo trabajando, a los 74 años no puedo dejar de hacerlo”.

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