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COPA LIBERTADORES

¡Campeón!

El Ciclón se coronó por primera vez en la Copa Libertadores y saldó una gran deuda con la historia. Fue 1-a 0 ante Nacional en el Nuevo Gasómetro gracias al gol de penal de Ortigoza (PT 35m).

San Lorenzo se llenó de gloria y consiguió su máximo objetivo: ganar por primera vez la Copa Libertadores de América. Gracias a la victoria de 1-0 ante Nacional de Paraguay como local en la revancha de la final (en la ida habían terminado 1-1), el equipo de Boedo gritó campeón y desató la locura.
Todavía había fuegos artificiales en el cielo del Nuevo Gasómetro, cuando Nacional, tras una mala salida de Mercier en la mitad, llegó al área de Torrico y  casi marca el primer gol, con un fuerte remate de Orué, que dio en el palo izquierdo.
El ruido del impacto quedó sonando en el oído de los locales como si fuera una bala. Es que los paraguayos salieron a buscar desde el vestuario y utilizaban la ambición de los de Boedo como su principal arma.
San Lorenzo necesitaba que Mercier se afianzara en el centro de la cancha, que el Pichi cortara las vías de comunicación contrarias y activara las propias. En esa zona empezaba y terminaba la buena suerte de los de Bauza.
Los visitantes jugaban sin presión, como si hubieran tirado una moneda al aire. Eso se notaba en la cancha en contraste con los locales, que no terminaban de soltarse.
Sin embargo, en una de las pocas veces que pisaba el área contraria, Coronel tocó con la mano un envío de Cauteruccio y el árbitro pitó penal. Fue Ortigoza quien tomó el balón con decisión y puso el 1 a 0 para el delirio de su hinchada.
El Ciclón cortó el cable indicado. Sufrió todo el primer tiempo hasta que pudo contar con  la complicidad de Coronel, quien realizó un penal muy burdo, digno de un principiante.
En la segunda mitad, Romagnoli dejó de estar recostado en la izquierda y pasó a moverse por todo el frente de ataque. Eso le daba mayor movilidad y menos referencias a los defensores contrarios. Nacional, por su parte, apostaba a lastimar con pelotas paradas.
La defensa del Ciclón parecía frágil ante cada arremetida paraguaya. Cada ataque en contra silenciaba al estadio, que sufría ante los espacios vacíos que su equipo dejaba.
A medida que pasaban los minutos, el local apostaba más a conservar su ventaja que a aumentarla. Es que, Nacional, sostenía el esfuerzo de la primera etapa e intentaba con más ganas que ideas alcanzar la igualdad.
Bauza intentaba que su equipo no se metiera atrás, sin embargo, al no poder tener el balón en la mitad, las líneas se replegaban demasiado hacia el arco de Sebastián Torrico.
La diferencia era mínima y el final era abierto. Verón pisó el área con decisión y, cuando remató, el defensor paraguayo lo interceptó y envió el balón al córner. Esto representaba el ataque de San Lorenzo, una jugada aislada sin elaboración en equipo. A falta de cinco minutos, Nacional quemaba las naves y el local apretaba los dientes en busca de la copa más deseada.
El cuadro final tenía a San Lorenzo aguantando con el aliento de su gente, que acariciaba la Copa Libertadores y se lo hacia sentir a su equipo.
Así, los de Bauza tuvieron inteligencia y llevaron el juego al banderín del córner de Nacional, donde sostuvieron la ventaja para la alegría de toda la gente cuerva, y del Papa, que festejó en Corea. 

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