ANÁLISIS

La negación del default, el recurso del Gobierno

“Si firmo no podría dormir. Siento responsabilidad frente a la historia”. Con esa frase, Cristina Kirchner argumentó en la Casa Rosada su postura frente a la controversia con los “fondos buitre”, que puso a la Argentina nuevamente en zona de default. Una categorización que, por su parte, el ministro de Economía, Axel Kicillof, no dudó en descalificar como una “pavada atómica”.
Así reaccionó ayer el Gobierno tras el fracaso de las negociaciones en Nueva York. “El default selectivo no existe. Van a tener que inventar otra palabrita”, advirtió la Presidenta durante un mensaje por la cadena nacional, en el que avaló todo lo actuado por Kicillof y apeló al recuerdo de Néstor Kirchner para cuestionar a “los que miran más para afuera que para adentro”.
“Yo no me siento épica”, aclaró la mandataria, aunque el contexto en el que emitió su discurso estuvo dominado por militantes que coparon los patios internos de la sede gubernamental y entonaron cánticos como “patria sí, colonia no”, o “el que no salta es un inglés”. También corearon el himno nacional al modo que se popularizó cuando juega la Selección argentina de fútbol.
La propia Presidenta avaló esas consignas y hasta se animó a proponer nuevos cánticos, acompañada por las principales figuras del camporismo como los diputados Andrés Larroque, Wado de Pedro y Juan Cabandié. Cristina Kirchner conforma ahora un verdadero tándem con Kicillof, a quien colmó de elogios y caricias discursivas.

El ministro

El ministro de Economía había protagonizado más temprano una intervención frente a la prensa  sería injusto considerarla una conferencia a la usanza tradicional- en la que básicamente negó que la Argentina se encuentre en cesación de pagos de la deuda externa, tal como ocurrió a finales de 2001. Ya en la Casa Rosada, el funcionario recibió el apoyo de los jóvenes militantes.
También saludó afectuosamente a Kicillof la mayoría de los gobernadores provinciales que ayer consiguieron otros tres meses de gracia para las deudas que mantienen con la Nación. Entre esos mandatarios estuvo el bonaerense Daniel Scioli, a quien la transmisión oficial enfocó en varias oportunidades. Como se vio, no tuvo la misma suerte el vicepresidente Amado Boudou.
Eso sí, el procesado titular del Senado pudo sentarse junto a Florencio Randazzo, el ministro del Interior y Transporte, tal vez para intentar recomponer la relación luego de que el precandidato le negara el saludo en el acto por el 9 de Julio en Tucumán. El cuadro lo completó el viceministro de Justicia, Julián Álvarez, quien presentó tres proyectos de ley de defensa de los consumidores.
Para su amargura, el joven funcionario debió compartir el cartel con el intendente de Lanús, Darío Díaz Pérez, quien apareció en pantalla a través de una teleconferencia. Es sabido que Álvarez quiere el sillón del jefe comunal y también lo es que éste pretende seguir ocupándolo después de 2015. La Presidenta pareció divertirse con esa situación, pese a que el momento no daba para festejos.
De hecho, la jefa de Estado hizo un discurso monocorde -sin grandes estridencias y sólo emotivo cuando recordó a Kirchner- en el que pidió a los argentinos que estén “tranquilos”. E inmediatamente hizo el clásico gesto agitando las palmas de sus manos de arriba hacia abajo, como aquel que inmortalizó Juan Sebastián Verón ante la desesperación del “loco” Bielsa en el mundial de 2002.

“Cuenta los días”

Como cada vez que su gestión se encuentra en problemas, Cristina Kirchner hizo también una convocatoria a la “unidad nacional” y le pidió mesura a la oposición. Sin embargo, no se privó de criticar al diputado Sergio Massa -”hay uno que está contando los días para que me vaya”, dijo-. La Presidenta dijo además que el poder financiero internacional “quiere un país que sea inviable”.
“Por eso nos quieren tumbar”, denunció la mandataria. Aunque el nudo de su mensaje lo había dado en el mismo comienzo de su discurso: “El mundo sigue andando y la República Argentina también”, dijo para minimizar el “deadline” para el ingreso del país en un nuevo default, que era ayer. Así, apeló a la negación como recurso político, frente a un hecho que parece consumado. 

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