PERSONAJES DE NUESTRA CIUDAD

Lautaro Rius: “La magia nos rescata de la rutina diaria y nos invita a soñar”

Desde chico se dedica al ilusionismo. Ganó premios en concursos y torneos. Participó en congresos y en el programa ShowMatch. Si bien desarrolla distintas ramas de esta disciplina, su intención es dedicarse al “mentalismo”. Invita a “dejarse sorprender” por esta actividad y asevera que “querer descubrir un truco es casi masoquista”.

Ya desde muy chico, el pasatiempo favorito de Lautaro Rius era asistir a los circos, acompañado de su padre. Y luego, una vez en casa, jugaba “al circo”, con sus dos hermanos menores, haciendo números de malabaristas, domadores, payasos y, principalmente, magos.
A sus seis años, este joven oriundo del barrio Prado Español vio un juego de magia en la vidriera de una juguetería y lo pidió como regalo de Navidad. Ese año, Papá Noel cumplió su deseo y así nació su romance con esta actividad. “A partir de ahí me enamoré de este arte”, resume, y enseguida agrega: “La magia me atrapó de una manera que ya no me largó nunca más”.

Primeros pasos

Muchos suponían que esa fascinación formaba parte de la edad, pero en el caso de Lautaro, lejos de desencantarse, su pasión por la magia fue creciendo cada vez más.
“Al principio no entendía nada, porque las instrucciones de los manuales de los juegos de magia no son muy explicativos”, reconoce. Pero puso mucho esfuerzo en conocer los secretos de esta actividad que practicaba cada vez que tenía un rato libre.
Más tarde, una tía consiguió la dirección de una tienda de magia en Buenos Aires y cuando Lautaro tenía unos 10 años, lo llevaron. “Me quería comprar todo, pero las cosas de magia eran y siguen siendo muy caras”, dice.
Sin embargo, le regalaron algunas cosas, entre ellas, un video con el que aprendió varios trucos y técnicas.
Un tiempo después, se inscribió en los Juegos Bonaerenses, en la categoría de Magia: “Ese fue uno de los momentos que marcaron un punto de inflexión en mi carrera porque fue una experiencia extraordinaria, ya que uno se podía nutrir de otras disciplinas, que también podían intercalarse con la magia, y podía ver lo que hacían otros chicos en esta actividad. Además me permitía saber hasta dónde podía llegar porque el primer año no clasifiqué, pero a partir de ahí fui obteniendo cada vez mejores resultados, hasta que alcancé, en mi última participación, medalla de plata. Cuando estaba para dar un paso más, al año siguiente hubo un gran recorte presupuestario y ya la magia no formaba más parte de los Juegos Bonaerenses”.

Más magia

Hasta entonces, Lautaro era autodidacta, pero después empezó a tomar clases con Ray Francas, un reconocido profesional de Buenos Aires. Eso le representaba un gran esfuerzo ya que su familia no quería que viajara solo a Buenos Aires: “Mi mamá consiguió una combi que hacía viajes de compras, pero arregló con el transportista que debía dejarme en la puerta de la casa de mi profesor. El tema era que la combi llegaba a Buenos Aires a las 7 de la mañana y yo tenía la clase al mediodía. Entonces me quedaba toda la mañana dentro del vehículo, sin poder bajar, en un estacionamiento, mientras el chofer descansaba, y cuando se hacía la hora, me llevaba”.
Eso lo hizo durante un año y medio.
Mientras tanto, hacía algunos espectáculos en Junín. Ya siendo adolescente actuaba en fiestas para chicos y durante mucho tiempo hizo shows en un salón de eventos infantiles, pero debió dejarlo porque, según dice, “Junín es una ciudad grande pero de alguna manera, también es chica”, entonces muchos conocían su espectáculo porque se repetía mucho el público, y eso iba en contra del “factor sorpresa”, que “es muy importante en una acto de magia”.
Cuando terminó el secundario se fue a estudiar Informática a La Plata. Como conocía a los jurados de los Juegos Bonaerenses, que en su mayoría son de esa ciudad, se unió al Centro Mágico Platense, institución de la que aún hoy sigue siendo miembro.
“Eso fue fabuloso porque nos juntábamos todas las semanas y me sirvió para aprender muchísimo, porque había gente muy experimentada”, cuenta.
También participó de varios congresos de magia a los que venían figuras de nivel internacional. Normalmente eran tres días en los que había conferencias y por las noches, las galas. “En una oportunidad –recuerda– hubo una gala de nuevos talentos, entonces yo mandé un video y me aceptaron. Así que participar de ese evento fue muy importante, porque ya había cambiado el rol, de ir como asistente pasé a formar parte de ese evento”.
En el año 2004 participó del Campeonato Latinoamericano de Magia, donde sacó el segundo premio en la categoría Magia General.
Mientras tanto, en La Plata se presentaba todos los sábados en un espacio en el que había cena show con un espectáculo de varieté.

El impacto de ShowMatch

En el año 2005, en el programa ShowMatch se empezó a organizar un bloque de magos, adonde Lautaro fue convocado: “Me llamaron un lunes para ir un miércoles. Yo ese mismo día tenía que rendir un examen en la facultad y, además, hacía un tiempo que no hacía magia, entonces estaba un poco falto de práctica. Lo pensé, lo consulté con mi familia, gente del Centro de Magia, y acepté. Es fue otro punto de inflexión, no por mí, porque yo seguía siendo el mismo, pero a la gente le cambió la percepción sobre mí por el hecho de haber participado de ese programa. Fue una experiencia muy linda”.
A partir de ahí le surgió bastante trabajo y eso –paradójicamente–  le trajo algunos conflictos, sobre todo “porque tenía que empezar a definir qué iba a hacer” con su futuro: “Tenía que tomar decisiones profundas porque debía elegir hacia dónde me iba a perfilar, si iba a seguir mi carrera de Informática, donde me iba muy bien, o si iba a ir por la magia. Finalmente, dejé la carrera y resolví dedicarme a la magia  para que lo otro, en todo caso, acompañara”.
Se volvió a Junín con ganas de desarrollar su actividad: “Aunque lo intenté, hoy no vivo de la magia, fundamentalmente porque esto requiere mucha reinversión, entonces conseguí un trabajo para mis gastos diarios, que me permite poder tener la facilidad de reinvertir lo que genero con la magia”.
En la actualidad, trabaja en una empresa de sistemas, “que es lo que funciona como un soporte de la magia”.

Su relación con la magia

La magia es una disciplina que tiene distintas ramas, como la magia de escenario, de salón, de cerca, o cartomagia, entre otras.
“En el interior hay que hacer un poco de todo –reconoce Lautaro– entonces el abanico de lo que yo hago es amplio, siempre de acuerdo a lo que tenga que hacer y al lugar en el que tenga que presentarme”.
Aunque hace shows para todos los públicos, se está abocando más a espectáculos para adultos. En tal sentido, señala que lo que más disfruta hoy en día son “los shows reducidos, cuando hay, por ejemplo, 20 personas”. Es que ese tipo de encuentros le permite “generar un clima y una conexión con el espectador, que en otro contexto es mucho más difícil”.
Además, en la actualidad Rius se está inclinando por una rama de la magia, que está adquiriendo mucho auge, que es el mentalismo: “Esa actividad me atrapó en los últimos años. La particularidad de esto es que el material es de uso cotidiano y el truco está más en lo psicológico y el control de la atención del público, que en otras cosas. Yo hoy hago un mix de todo, pero con el tiempo creo que me podría ir perfilando para ese lugar que me gusta mucho. En el mentalismo hay mucha interacción con el público porque, justamente, se trata de eso, de ‘leer’ la mente del espectador”.
Según dice, “hoy ya se está dejando de lado el concepto de los trucos que empiezan y terminan, sino que en los shows hay una continuidad en donde se mezclan conceptos, ideas, haciendo algo más integral”.
Para Lautaro, “hay varias formas de ver la magia” y considera que “querer descubrir un truco es casi masoquista, porque se rompe la ilusión”. Y amplía: “Es como tomar una copa de un vino muy caro y echarle soda. Creo que el artista tiene que proteger ese secreto porque es el que le va a permitir disfrutar esa experiencia. Mi propuesta hacia el público –y es la actitud que yo tengo como espectador– es la de dejarse sorprender porque esa es la manera de disfrutar la magia. El secreto es un puente que te permite entrar a este mundo”.
Por último, al momento de hacer un análisis sobre esta actividad que abrazó con pasión, Lautaro concluye: “La magia nos permite transportarnos a un mundo que nos hemos olvidado, por el día a día, el trabajo, los problemas; y la magia –como todo arte– nos viene a sacar de todo eso, nos rescata de la rutina diaria y nos invita a soñar. Nos da la posibilidad de experimentar y de recordar que quizás hay cosas que son mucho más importantes, como esta posibilidad de imaginar y saber que hay cosas que están más allá del mundo cotidiano”.

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