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BULLYING

Piden que los padres se involucren para intentar frenar los casos de acoso escolar

Especialistas aseguran que el rol del hogar es clave para prevenir ataques e intervenir tanto en situaciones de un chico agredido como de uno que actúa como agresor. Una encuesta nacional revela qué pensamos de un tema que crece y preocupa.

Ana Laura es la mamá de Francisco, un chico de 9 años que hace apenas unas semanas no quería ir al colegio porque decía que un compañero lo cargaba y le pegaba siempre en el recreo. Cuando se enteró, la madre fue al colegio y las autoridades decidieron llamar también a los padres del chico agresor. Todos se reunieron en la dirección del colegio y, ahí, con los chicos y la directora delante, los padres de uno y la mamá del otro acordaron pasar un domingo a la tarde todos juntos para, al menos desde su lugar, ayudar a que los chicos puedan empezar a construir algunos lazos de amistad.
El caso, ocurrido hace poco en un colegio privado de nuestra ciudad, pone en evidencia una reacción a la que muchos especialistas en bullying consideran fundamental para intentar revertir el acoso escolar: que los padres se involucren. Tanto del lado del chico agredido como del chico que carga con el cartel de agresor.
“Los padres y la escuela deben trabajar juntos y dejar de acusarse mutuamente -dice María Zysman, directora de la Asociación Libres de Bullying-, es la forma de lograr una mejor convivencia entre los alumnos y que esta problemática baje su incidencia”.

Una encuesta

Lo que explica la experta entra en sintonía con los datos que arrojó una encuesta reciente realizada a nivel nacional por la consultora TNS Gallup, según la cual la gran mayoría de los argentinos considera que la responsabilidad de prevenir estos casos de hostigamiento corresponde directamente a los padres.
En datos concretos, la encuesta reveló que el bullying es un tema que preocupa al 87% de los argentinos y que una de cada cuatro personas conoció un caso de cerca. Según este sondeo, las mujeres se muestran más preocupadas que los hombres (91% vs 83% de ellos) y hay un leve aumento de la preocupación a medida que baja el poder adquisitivo (88% entre los niveles bajos vs. 83% de los altos).
Otros resultados de la encuesta destacan que el bullying es un tema que preocupa a casi todos los argentinos (58%), especialmente a las mujeres (31% contra 19% de los hombres), a quienes tienen hijos y a los residentes del interior del país (29% contra 18% del Gran Buenos Aires y 16% de los habitantes de capital federal).
En cuanto a las medidas que deberían adoptarse como prevención, las opiniones están divididas. Algunos priorizan una mayor relación y más diálogo entre padres y maestros (35%) y otros proponen más disciplina en la casa y en la familia de los chicos (32%). Además, el 28% piensa que se solucionaría con mayor intervención de los padres. Es decir, como se dijo, que la mayoría cree que la responsabilidad de prevenir estos casos corresponde al hogar.
Lo primero que un padre debe saber, tal como lo indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), es que la violencia u hostigamiento entre niños, conocido en inglés como bullying, no es cosa de niños sino un problema grave de salud, especialmente en las escuelas. Cuando ese hostigamiento se traslada al ámbito de las redes sociales se habla entonces de ciberbullying, una problemática para la cual también hay pautas específicas de prevención (ver  “Acompañar, orientar, dialogar”).

Pautas

Hablamos de hostigamiento cuando un chico le hace y/o dice cosas a otro que lo hacen sentir incómodo. Se refiere a cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. El hostigamiento puede manifestarse de distintas formas por medio de daño físico, verbal o psicológico.
El bullying o acoso escolar, apuntan los entendidos, es crónico, sostenido en el tiempo y se da entre pares, con un desbalance significativo de poder entre uno y otro. A diferencia de la violencia escolar que es circunstancial y se da en cualquier dirección entre alumnos, padres y docentes.  
Para Zysman es importante que los padres de los niños o jóvenes que cometen bullying no humillen a los agresores aplicándoles un castigo sino que “deben hacerlos reflexionar sobre su conducta”.
La especialista se refiere así al caso reciente de la madre norteamericana que tras saber que su hija había cometido bullying, subió a las redes sociales una foto de la joven sosteniendo un cartel donde pedía disculpas por lo que había hecho.
“Aquí tiene que ver con una forma de educación de la familia, de desesperación de no saber qué hacer, cómo frenar a los chicos. Aquí no se está pensando que tiene que volver a la escuela y que va a quedar expuesta, y se genera un círculo desde el cual le será difícil salir”, afirma Zysman, quien considera además que ante un hijo que cometió bullying, “en primer lugar hay que explicarle que no debe hacerlo, hay que buscar la reflexión de lo que hizo, mostrarle el daño que le causó a otro y cómo lo ubica en el lugar de posible víctima a futuro. Nunca se debe fomentar la humillación desde el adulto”.
Esos consejos, hay que decir, fueron seguidos de cerca por parte de los padres del chico que agredía a Francisco en el colegio platense. Varios días después de que ellos se reunieran en la escuela con la mamá del chico acosado para intentar entre todos dar una solución al conflicto, y si bien los chicos no lograron aún fortalecer un vínculo de amistad, Ana Laura comenta que su hijo ahora va más tranquilo a la escuela y sin el temor habitual que lo acompañaba apenas unas semanas atrás, y tanto las autoridades como los docentes que trabajan con ellos coinciden en que el acoso -que antes era una moneda frecuente de los recreos- ahora se disipó como parte de un mal recuerdo. Es un comienzo, dice Ana Laura. Y por ahora, parece, la realidad del día a día le da la razón. 

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